La ballena del río Medellín que llegó hasta Berlín
El proyecto de película de Catalina Arroyave fue recocido en la edición más reciente del Festival de Cine de Berlín. En entrevista para El Espectador, la antioqueña habla de su experiencia en Berlinale, más allá de el glamur, la alfombra roja y los periodistas.
Alberto González Martínez
¿Qué hace una ballena en el río Medellín?, fue la pregunta que me asaltó de inmediato. Estaba viendo la ópera prima de Catalina Arroyave y no me esperaba esa escena. Estaba cayendo la noche, los carros pasando, luego pasa el metro y aparece esa ballena en las aguas turbias del río que contrasta con el realismo de la historia.
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¿Qué hace una ballena en el río Medellín?, fue la pregunta que me asaltó de inmediato. Estaba viendo la ópera prima de Catalina Arroyave y no me esperaba esa escena. Estaba cayendo la noche, los carros pasando, luego pasa el metro y aparece esa ballena en las aguas turbias del río que contrasta con el realismo de la historia.
La película se llama “Los días de la ballena” y mientras la veía, Catalina estaba en el Festival de Cine de Berlín. Pensé también en eso y recordé las imágenes de aquellas películas, que quizá muchos hemos visto, donde aparece el río Spree, en Alemania, y el metro que también pasa por encima. Otra cosa que contrasta.
El día que conversé con Catalina ya había terminado el festival y ella estaba en España tras una semana en Berlín. Lo primero que le quería preguntar era por aquella ballena, que solo puede entender al terminar la película, aunque me guardé la pregunta para el final de la conversación. Le pregunté entonces por su experiencia en la ‘Berlinale’
“Para mí fue una lección ver la posibilidad de las conexiones humanas que genera el cine. Uno cree que por ser un espacio donde hay lujo, la red carpet, muchas luces y periodistas, es un festival artificial y lo que estamos viviendo es un momento histórico. de hambre por tener conexiones verdaderas con las obras y las personas”, respondió.
El día de las “20 mil especies de abejas”
Cuando Catalina viajaba a Berlín iba con la idea de que la gente era fría como su clima. Se encontró con días de 3 grados Celsius, pero con gente cálida en la ‘Berlinale’. No le pudo dedicar mucho tiempo por trabajar en su proyecto, pero dice que quedó emocionada y se nota. Lo disfruta al recordarlo.
Fue al lugar más importante del festival, donde se muestra la “selección oficial”. El día que estuvo allí pudo presenciar la emoción de cerca de 1600 personas reunidas en el mismo espacio. Todas dispuestas a ver cine. Se encontró “20 mil especies de abejas”, “una película hecha con una sensibilidad impresionante”, dice.
No solo eso la sorprendió. Me contó que el Festival dispone de un personal que hace acompañamiento si hay homofobia, racismo, exclusión o comportamiento violento. O para atender a personas con algún tipo de discapacidad visual, auditiva o de cualquier tipo. Yo seguía pensando en la ballena y buscaba el momento perfecto para preguntarle.
“Todo eso a mí me revela un lugar en donde se está pensando en estos asuntos que vivimos hoy. Además de una gran selección de película y de una calidad artística enorme, hay una forma de entender el cine como un lugar para el encuentro diverso, amplio, múltiple y crítico”, seguía hablando sobre el festival.
El día de “Arde un reino”
Catalina estaba en Berlín junto con su productor y un pitch. Aún no tenían ni guion, mucho menos película y la idea de presentarse era buscar financiación. Fueron en total 3500 proyectos de películas en el mundo. De esos seleccionaron 200, luego 10 y finalmente tres, entre ellos un proyecto mexicano, uno turco y uno colombiano. El de Catalina.
El proyecto de película cuenta la historia de una adolescente católica que vive un despertar sexual en un colegio de monjas, pero que comienza a sentir que fuerzas extrañas se apoderan de su espíritu. “La película se pregunta por el deseo femenino, por la culpa, por la incidencia, por la influencia que tienen las instituciones en la vida de una mujer”.
La categoría se llama Talent Projetc Market y el proyecto de Catalina “Arde un reino”. Me dice que “ojalá” se pueda rodar la película y me explica que financiarlas “es un proceso muy largo. Este premio abre la puerta, pero nosotros aún estamos buscando una financiación importante”.
Con “nosotros” se refiere a su productor Jaime Andrés Guerrero y un colectivo de Medellín llamado “Rara Audiovisual”. Fue con ese mismo grupo que realizó su primera película “Los días de la ballena”. La misma que me ha dejado con la duda de por qué decidió meter una ballena al río Medellín.
El día de la ballena
Terminó el Festival de Berlín y con eso la estadía de Catalina en esa ciudad. Ahora estaba en España emocionada todavía de haber vivido esa experiencia por primera vez. Emocionada de haber visto “2º mil especies de abejas” que también se llevó un reconocimiento. Uno de los más importantes.
Yo seguía con la ballena en mi cabeza, pero antes debía preguntarle por el origen de la historia del proyecto premiado. Me dijo que en el colegio donde estudió le dieron un carné de castidad, un documento que certifica que no tendría relaciones sexuales hasta el matrimonio. Mi sorpresa fue igual a tuvieron sus amigos a las que les contó el rollo en el pasado. Y agregó que eso contrastaba con un amigo que le dijo que su educación sexual fue la pornografía.
“Me pareció necesario hablar con la educación sexual en relación con la formación espiritual y con la formación que recibí. Me parece que no hemos explorado lo suficiente cómo fue que esto nos generó formas de entender nuestro cuerpo y deseo, que en su mayoría están atravesadas por la culpa y la desinformación”.
Hablamos de esta tendencia del cine latinoamericano en la que los directores hacen películas para contar sus propias vidas y justo ahí habló de lo que quería que hablara. De la ballena.
“En esa primera película nosotros teníamos el interés de representar otros sectores sociales de Medellín, queríamos mostrar la clase media. Era una historia de amor que no es frecuente en la ciudad. Unos grafiteros que desafían a un combo y que dibujan una ballena encima de una amenaza que le habían escrito en una pared”.
Entonces era le momento para preguntar por esa criatura de gran tamaño que apareció muerta en el río Medellín. Respondió que fue producto de la poesía y quería simbolizar una ciudad decadente. Con su nueva historia busca otra representación. Ya no de la decadencia, sino de algo más espiritual: Dios. Le pregunté en qué había pensado me dejó de nuevo con la intriga.