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Se estrenará el próximo 13 de octubre en Nueva York, durante el Festival de Chelsea, la película Réplica, la historia de una mujer transgénero varada en Los Ángeles que se sumerge en un mundo arenoso donde conoce a un traficante de metanfetaminas neonazi. The New York Times anticipa que el filme será una de las revelaciones del Chelsea Film Festival. Dirigida por Paul Tully, además de Mickey Rourke, cuenta con la actuación de un actor colombo-catalán, Jhon Mejía, 26 años, que ya se está haciendo conocer en los escenarios del cine internacional. En una entrevista exclusiva para El Espectador, desde Los Ángeles, Jhon Mejía habla sobre su personaje, su experiencia como actor y, naturalmente, sobre sus orígenes colombianos. (Recomendamos: entrevista con Aldo Civico sobre liderazgo).
Empezamos con lo más reciente: tu actuación en “Réplica”, donde interpretas a Felipe, un joven homosexual. ¿Qué nos puedes compartir sobre el personaje que interpretaste?
Es un papel muy intenso que requirió una preparación igualmente intensa. Felipe es un chico al que echan de la casa por ser gay. Acaba en las drogas y termina en una relación con una persona muchísimo mayor que él, supongo que intentando reemplazar la figura paterna. Desde el momento que leí el guion supe la importancia que tenía este personaje, ya que representa a la comunidad LGTBQ. Tener la suerte de representar a este colectivo para mí fue un gran honor.
¿Cómo fue la preparación?
Tienes que investigar mucho, buscando dentro de ti, como actor, qué es lo que se puede parecer a Felipe y de qué manera te sientes conectado con él. Me sentí muy conectado, porque perdí a mi padre cuando era muy joven, entonces hay partes del guion donde Felipe siente que su padre nunca se sintió orgulloso de él. A lo mejor no le dio nunca tiempo de sentirse orgulloso de mí porque falleció muy joven. Además, tengo muchas relaciones con amigos que han sido también bien aceptados o rechazados por el hecho de ser gay. Tuve conversaciones con ellos hasta las tres de la mañana. Se trató de absorber todas esas emociones.
¿Crees que cuando un actor tiene la oportunidad de representar a una minoría que históricamente ha sido discriminada, tienes como actor una responsabilidad adicional?
Como actor no me concentro tanto en mi performance. Me enfoco para que el mensaje quede claro. En este caso Felipe es el personaje y yo soy un médium; adopto su alma, la pongo en mi cuerpo y la entrego como él lo haría. Al final mi esperanza es cambiar vidas, ayudar a personas. Ese es mi objetivo número uno. Si después de ver la película hay padres que reconsideran la relación con un hijo gay, porque reconocen en él o ella antes que nada a una persona con toda la dignidad, cumplí con mi propósito, más allá de que haya actuado bien o mal. A través de mi actuación espero poder ayudar a cambiar una vida.
¿Cómo nació en ti ese propósito?
Tengo 26 años, soy joven y tengo muchísimo por aprender. Pero desde muy joven me llamaba mucho la atención el arte, a pesar de que no sabía cómo expresarlo. Intenté pintar, bailar y tocar el piano. Con el tiempo empecé a entender que los artistas puros y auténticos no son los que están pensando en ser el número uno. El arte es algo para compartir, para cambiar vidas. La cultura es lo que cambia la sociedad. Poco a poco fui entendiendo que realmente lo que quería hacer era arte, expresarme y ayudar a otra gente.
Vuelvo al personaje de Felipe. Lo estudias, lo interpretas, lo canalizas. Pero llega el momento de la despedida, cuando el trabajo termina. A ti como persona y como actor, ¿qué te queda al final de interpretar a un personaje tan importante e intenso?
Ufff. Mira, desde la primera audición fue un proceso bastante intenso. Eran muchas páginas y era una audición muy profunda. Recuerdo que hice dos tomas y me tuve que ir porque realmente sentía el pecho muy congestionado. Entré tanto en el papel, que me sentí sin energía y fuerzas. Además, durante el rodaje me gustaba mantenerme en esa persona, vestirme como se vestía Felipe, comportarme como él se comportaría. Me fui a Miami a descansar un poco, para reconectarme conmigo mismo, porque al final se te queda un trozo de personaje que llevas dentro y necesitas reencontrarte al ciento por ciento contigo mismo.
¿Hay como un duelo cuando sueltas un personaje? ¿Es difícil desprenderse?
Sí, eso es como un duelo. Llegas a identificarte tanto con personajes que ya vives este conflicto en el cual te preguntas si esto lo está pensando Felipe, el personaje, o Jhon el actor que lo interpreta. Esta desconexión hay que hacerla bien.
Antes mencionabas que el dolor por la muerte de tu padre te ayudó a entrar en este personaje. Eso requiere confrontarse con el trauma y las heridas de uno. ¿Interpretar este personaje, para ti, fue una sanación o hubo el riesgo de retraumatizarte?
Ufff, qué buena pregunta. Me encanta. A ver, realmente creo que en parte es un duelo porque el padre que tenía en la ficción nunca lo conocí. Mi padre biológico tampoco lo vi mucho, por no decir nada. Era muy pequeño y supongo que a la hora de imaginar a ese padre de ficción, sí que me imaginaba el mío propio. Cuando le decía las cosas que Felipe decía en una escena, creo que de alguna manera eran cosas que le estaba diciendo a mi padre biológico. Entonces esta película es lo que dices tú: me pudo traer esa sanación que también necesitaba. Me parece superinteresante la pregunta, porque nunca realmente me la había planteado así.
Vamos un poco a tus orígenes. Tienes un apellido muy colombiano y naciste en Colombia.
Sí, nací en Bogotá el 10 de febrero de 1996, pero mi familia se mudó a España. Aunque siempre me he sentido muy orgulloso de mis orígenes. Obviamente, también me siento catalán, porque me criaron en Barcelona, pero siempre sugiero a mi madre que vayamos a comer a un restaurante colombiano. Es raro, porque nunca realmente viví en Colombia. Incluso aquí en Los Ángeles siempre busco un sitio bueno para comer algo de allá. El desayuno que más me gusta son las arepas. Además, soy muy cafetero.
A los 21 años decidiste ir de Barcelona para intentar una carrera internacional.
Mi carrera empezó en Barcelona, muy joven, a los 13 años, y a los 18 debuté en la primera serie televisiva en TV3, un canal autonómico. Desde aquel momento me comenzaron a salir varias oportunidades. Hasta que me llegó una beca para estudiar en Los Ángeles, y lo aproveché, porque mi pensamiento siempre fue ese: si voy a competir y voy a tener que luchar, quiero luchar y competir contra los mejores del mundo. Así que me mudé a Hollywood y funcionó.
¿Por qué funcionó? ¿Cuál fue el ingrediente que te permitió lograrlo?
Lo que hay son muchas ganas. Es decir, muchas ganas de aprender, de explorar, de entender, de adaptarse. Creo que eso hizo la diferencia, estar dispuesto a todo, hasta a sobrevivir, porque de eso se trata hasta que te llega un papel importante. Se trata de tener esta seguridad en ti mismo, de que tarde o temprano lo vas a lograr. Haces de todo para que esta llama que vive en ti no se apague.
Intuyo que también hubo momentos duros. ¿Cómo has logrado mantener esta llama viva en los momentos difíciles?
Al comienzo fue muy duro, también por la diversidad de horario tan grande entre Los Ángeles y Barcelona. Me despertaba cuando mi familia y amigos iban a dormir. Me sentía solo y, no te voy a mentir, fue difícil. A veces lloraba, y recuerdo una vez cuando llamé a mi madre para decirle que quería volver a la casa. Estaba lleno de dudas y no sabía si valía la pena. Ella me dijo: “Quédate hijo, que es tu sueño. Aguanta un poquito más, sé que te va a ir bien”. Después de esa conversación es como si mi chip hubiera cambiado y me dijera: “Ah, por todas”.
Tienes una mamá muy generosa, porque tampoco para ella tuvo que haber sido fácil.
Además soy hijo único y de madre colombiana. Cuando le dije que me iba porque me había ganado la beca (interrumpiendo mi carrera universitaria) le costó mucho. Pero ella y mi papá putativo (con el cual siempre he tenido una buena relación) me han apoyado como siempre. Sé que mi mamá la pasó muy mal durante los primeros meses, porque llegaba a casa de trabajar, veía mi habitación y se ponía a llorar. Pero con el tiempo se fue adaptando.
Y tú, ¿a qué has tenido que renunciar?
El costo más grande es que al final como actor eres una persona muy solitaria. Hay una incertidumbre que es constante. Hay altos y bajos. Te alejas de la familia, de tus amigos de siempre. Con el tiempo varios los pierdes y te quedan solo unos. Tienes que dejar una parte de ti, de tu vida, de tu antiguo yo.
¿Cuándo será tu próximo viaje a Colombia?
Tengo pensado viajar con mi familia para estas navidades. Quiero descubrir un poco más mis raíces.