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Creada hace siete años, aún hay cierto sector de la población que evita o no se engancha a TikTok porque es la “plataforma de los bailes”. Antes eran los jovencitos quienes aparecían en videos cortos bailando Kpop, o Street dance, o Afrobeats, o Twerk. Tras la pandemia, donde terminó de popularizarse en el mundo esta red social, ahora también hacen “tendencias de bailes” hasta personas de la tercera edad.
Aunque hoy en día TikTok ofrece más que eso, no se puede desconocer que el tema del baile es una de sus mayores fuentes de inspiración, visualización y tendencia.
La fuente de ingresos en esta temática es tal que Netflix expone un culto de origen estadounidense en “Bailar para el diablo: La secta de 7M en TikTok”, que en tres episodios, muestra cómo una buena parte de los bailarines más famosos de esta red social son representados por 7M Films, agencia con sede en Los Ángeles vinculada a la iglesia Shekinah, liderada Robert Shinn.
Coproducida por Jessica Acevedo (The Hollywood Puppet Show, Douglas Family Gold), el documental sigue la pista y denuncia a este culto que pasó de ser exclusivamente una institución religiosa, en sus orígenes, a una que ha diversificado su modelo de negocio espiritual, entre ellos con una reconocida agencia de representación de talentos que recluta a influencers en las redes sociales, especialmente, ¿adivinen?, en TikTok, recaudando a su nombre, cientos y cientos de millones de dólares.
Tráiler de “Bailar para el diablo: La secta de 7M en TikTok”
“Bailar para el diablo: La secta de 7M en TikTok”: Cuidado con lo que bailan sus hijos
El hilo conductor de esta historia es la familia Wilking a través de los padres, dos maestros de clase trabajadora, y una hermana (Melanie), quienes cuentan cómo su hija mayor, Miranda, fue seducida por uno de los miembros de esta secta religiosa, un bailarín y coreógrafo popular llamado Bdash, que la introdujo en esta orden y la separó por completo de sus seres queridos, incluida su hermana con quien mantenía una relación estrecha, bailaban juntas y gozaban de cierta fama en TikTok.
El primer capítulo, el mejor de la miniserie, presenta información relevante que posiblemente muchos desconocíamos. Primero, que la gran mayoría de esos bailes en tendencia (que lucen todos tan iguales) hacen parte de esta comunidad llena de jóvenes que aspiran a viralizarse, ganar mucho dinero moviendo el cuerpo y vivir de lujos, en últimas, de alcanzar el estrellato. Segundo, que hay una agencia que recluta a estos chicos, los invita a una colaboración que se hace popular (por supuesto) y en adelante les abre las puertas a un mundo donde pueden acceder a eso que tanto sueñan. Tercero, que buena parte de esos bailes hacen parte del Krump, un estilo callejero popularizado en EE. UU., que lo venden como una expresión espiritual enérgica o como una “expresión de Dios a través del baile”. Cuarto, y la parte más aterradora, que el precio que pagan es pertenecer luego a una iglesia que, literal, los separa por completo de sus seres queridos, sean estos padres, hermanos y hasta hijos.
La familia Wilking, que decidió exponer en redes a esta iglesia, por un tiempo perdió contacto total con su hija/hermana y la única manera de saber de ella era a través de los videos que subía en sus redes sociales. Para los Wilking su hija está secuestrada y se proponen no dejársela quitar de este culto.
La interpretación de la escritura sagrada
Decía que ese primer episodio es el más interesante de la serie, porque a medida que se adentran en este caso el parlamento comienza a ser reconocido: un grupo religioso que lava el cerebro a sus miembros, que viven una espiritualidad que resulta cuestionada para un sector y que su líder se convierte en un personaje polémico al que le llegan denuncias por estafa, enriquecimiento ilícito y casos de acosos y abusos laborales y sexuales. Así las cosas, a Robert Shinn se le van descubriendo varias de ellas.
Fundada en 1994, periodo preinternet, Shinn al parecer siempre buscó la forma de ampliar sus finanzas, usando a sus fieles seguidores y muy conectado con la industria del entretenimiento. Con el testimonio de otros exmiembros, “Dancing for the Devil: The 7M TikTok Cult” registra cómo abría cafeterías, intentaba lanzar carreras musicales de familiares y hasta hacía películas independientes. Ninguna le funcionó tanto como el negocio de los influencers en TikTok.
En ambas etapas de su adoctrinamiento ha tenido una misma filosofía para su iglesia en cuanto a la interpretación de la sagrada escritura, asegurando que hay que “morirse para sí mismo” para volver a la vida”, para resucitar. Que no eres un verdadero discípulo de Dios, si no mueres y que “para salvar a tu propia familia debes sepultarte”. El pensamiento radical de esta iglesia obliga entonces a que no existan agentes externos que hagan cuestionar al miembro sobre estos principios y por ende son llevados a vivir a un nuevo hogar donde comparten todo y son obligados a cortar toda relación con su entorno.
En realidad, hay versículos de la Biblia donde se hace referencia a la renuncia de los deseos propios y al sacrificio de una vida cristiana como el de Mateo 16: 24-25 que dice: “Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará”. También en Lucas: 9.23 que repite casi lo mismo: “Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga”. A estos jóvenes, entonces, les venden un camino de obediencia y sacrificio que ven compensada con un techo, comida y, en general, el cubrimiento de sus necesidades básicas, además de permitírseles hacer lo que más les gusta, bailar para poder triunfar en la meca del entretenimiento.
Las sorpresas detrás de la Iglesia Shekinah
A través de la batalla que inicialmente es personal y privada de los Wilking y posteriormente legal y pública, apoyándose en la denuncia de otras familias y víctimas, exmiembros de la iglesia, descubrimos que sobre Robert Shinn hay acusaciones de explotación laboral, abuso sexual, cohesión, lavado de cerebro y una concentración de dinero turbia.
Alejados de sus familias, los miembros conviven con un tutor que los vigila y controla sus necesidades y finanzas. A sus cuentas bancarias ven llegar y fugarse altas sumas de dinero, sin apenas saberlo, y el diezmo es tan solo uno de los rubros con los que se queda el culto, porque hay otros más como los gastos de representación, la “ofrenda” y el designado por ser uno de los “hijos de dios”. Quien pertenece a la iglesia de Shekinah termina “donando” casi el 90 % de sus ingresos, según estos testimonios, y vive en un régimen en el que se levantan y se acuestan a determinada hora, estudian por largas horas al día la biblia, acuden a los sermones (solo por invitación) y donde para comprar unos zapatos deben pedir aprobación.
A pesar de que la exposición de la zona oscura de esta iglesia ahora es mayor por cuenta justamente de las redes sociales, la batalla legal ha sido un camino difícil para las personas que aparecen en este documental, pues las “victimas”, para la justicia, son individuos que aunque muy jóvenes y vulnerables, ya son mayores de edad. Además, al contacto con la policía lucen y se expresan muy bien, y ratifican estar en dicho culto por voluntad propia.
En cuanto a los exmiembros, está la tarea de seguir comprobando todas esas acusaciones y esperar un juicio pactado para el próximo año. Entre tanto, este pastor continúa a la cabeza del culto, reclutando más jóvenes y negando lo que él considera son ataques.
El caso de Miranda en Bailar para el diablo La secta de 7M en TikTok
La película registra otro caso de unos padres que al paso de los años sienten que han perdido la batalla contra esta iglesia y han dejado de tener contacto con su hijo. En el caso de los Wilking han terminado por aceptar las condiciones impuestas por Miranda para verse una o dos veces al año, sin que se toque el tema en absoluto o incluso de ser grabados para “probar” que todo transcurre entre ellos con normalidad.
Los Wilking sienten que perdieron a su hija, pero que esos encuentros son un aliciente. Miranda se casó con Bdash y sigue vinculada a 7M y a esta iglesia, y ante la aparición del documental señaló: “No estoy retenida contra mi voluntad y nunca he sido una rehén. Voy a la iglesia y tengo fe en Dios. Si algún día deseo seguir mi fe en otro lugar, lo haré y me sentiré completamente libre de hacerlo. En cuanto a mi carrera, mi tiempo en 7M Films ha sido uno de los años más emocionantes y si algún día deseo asociarme con una compañía de gestión diferente o comenzar mi propia empresa, lo haré. Nadie me está obligando a hacer nada. Estoy emocionada de avanzar en este increíble camino con Dios, en un matrimonio maravilloso y una carrera emocionante. También estoy esperando dejar todo esto atrás y reparar mi relación con mi familia en privado”.
Como documental, “Bailar para el diablo: La secta de 7M en TikTok” pierde fuerza a medida que avanza y cae en un limbo que evoluciona muy poco y le pesa a la miniserie aún siendo tan corta. Parte de eso es ajeno a ella misma, porque los testimonios son limitados y porque hay un secretismo que, si bien es digno de sospecha, es suficiente para blindar a estas iglesias y dejar las cosas en un manto de duda. Aun así, valdría la pena que los padres descubran esta producción y tengan cuidado con lo que bailan sus hijos. Desde el 29 de mayo está disponible en Netflix.