Secuestro del vuelo 601: historia real, secuestradores y cómo lo registró la prensa
Esta es la historia real del avión que estuvo secuestrado durante 60 horas. En estos hechos está basada “Secuestro del vuelo 601″, la miniserie disponible en Netflix. Revisamos archivos de El Espectador y recordamos algunos testimonios de las víctimas.
Mayra Robles Silva
Han pasado algo más de 50 años desde que se registró el secuestro aéreo más largo de Latinoamérica. La miniserie de Netflix “Secuestro del vuelo 601″ recrea, en seis episodios de poco más de 50 minutos, cómo se vivieron las 60 horas de un secuestro a más de 19 mil pies de altura. Acudimos a archivos de El Espectador para recrear parte de la historia real.
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La historia real del vuelo 601
El 30 de mayo de 1973, el avión HK-1274 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín, SAM, despegó de Bogotá pasada la 1:00 p.m. Se trataba de un vuelo rutinario cuyo destino final era Medellín, pero que incluía en su trayecto escalas en Cali y Pereira. Cuando el vuelo despegó de la capital del departamento de Risaralda, los pasajeros escucharon una detonación. Era un disparo. Luego vieron a dos hombres encapuchados con armas que les informaron que el vuelo había sido secuestrado.
Los secuestradores, Francisco Solano y Eusebio Borja, de origen paraguayo, amenazaron a los pasajeros y a la tripulación del vuelo 601 con detonar unas bombas en caso de no se acataran sus órdenes. Les exigieron a Hugo Molina y Pedro Ramírez, piloto y copilito respectivamente, llevar la aeronave a Cuba.
Para la época, el secuestro de aviones no era una práctica nueva. Entre 1967 y 1973 hubo cerca de 90 secuestros de aviones en Latinoamérica, y cerca de 30 de ellos ocurrieron en Colombia, según recopiló Massimo Di Ricco, autor del libro “Los Condenados del Aire”, en el cual se basa la serie de Netflix.
Los secuestradores apuntaban a llegar a Cuba. La isla se proyectaba como un paraíso para vivir bajo los ideales comunistas.
¿Qué solicitaban los secuestradores?
Un total de US$ 200.000 en efectivo, de lo contrario, harían detonar la aeronave con los pasajeros a bordo.
El 31 de mayo de 1973 El Espectador tituló: “Secuestrado avión colombiano: piden liberar a 140 detenidos”, a pesar de esto, el gobierno del presidente Misael Pastrana Borrero se negó a negociar Por esta razón, los secuestradores enviaron un ultimátum:
“Las informaciones enviadas anoche por la agencia internacional UPI indicaban que los asaltantes habían permitido descender de la aeronave a 24 personas, entre mujeres y niños, enviando con ello un ultimátum para que el Gobierno colombiano cumpliera con sus requerimientos.
El comunicado del Gobierno que declara que no liberaría a ningún prisionero, creó un ambiente de tensión y expectativa tanto en Colombia como en Aruba donde se seguía con verdadero dramatismo el desarrollo de las actividades de los asaltantes ante la decisión gubernamental”, se lee en la nota de prensa de la época.
Las víctimas que lograron escapar del vuelo
El 1 de junio de 1973 El Espectador tituló: “Dramática liberación aérea”. En la nota se lee: “El avión amaneció ayer jueves en el aeropuerto de Aruba, luego de un infructuoso intento para viajar a Lima, Perú, que debió ser cancelado después de 2 horas de vuelo por fallas mecánicas. La aeronave regresó a Aruba ayer en las horas de la mañana regreso 31 de los pasajeros secuestrados y liberados, y a Barranquilla arribaron otros nueve liberados, entre ellos los integrantes de la frustrada delegación ciclística del Valle al clásico RCN”.
Continúa el relato. “Poco después de las 5 de la tarde de ayer, los aeropiratas ordenaron al piloto levantar vuelo y cuando el aparato calentaba motores, en Aruba once personas lograron fugarse por una puerta de emergencias, entre ellas el gerente del diario “El País” de Cali, José Alvaro Lloreda y su esposa Antonia Garces de Lloreda”.
Para este punto el avión ya había realizado un trayecto sumamente largo que constituía una vuelta de cinco horas por la Costa Atlántica Colombiana, Panamá y otros países de Centroamérica para regresar finalmente a su sitio de partida en horas de la noche: Aruba.
“El secuestro más largo del mundo culminó”
Para el 2 de mayo de 1973, en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, se dio fin al secuestro con la fuga de los dos secuestradores, quienes cobraron un rescate de US$ 50.000 en efectivo.
La fuga de los aeropiratas con el dinero se produjo, al parecer, en el aeropuerto en Argentina, durante una breve escala para reabastecerse de combustible. La tripulación y la totalidad de los pasajeros quedaron en libertad e ilesos.
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Las voces de las víctimas del secuestro
Para el día 5 de junio de 1973, El Espectador ya había compilado los testimonios de varios pasajeros que abordaron aquel vuelo y que fueron sometidos al secuestro.
Pedro Nel Quintero dijo le dijo a este medio: “Los secuestradores dieron un trato cortés a los pasajeros. Cuando solamente quedábamos los del último grupo, nos pidieron excusas y agregaron que ‘No es culpa nuestra, es la suerte. Ustedes son ahora nuestra única salvación’”.
Nueve de los pasajeros que fueron interrogados, le comentaron El Espectador que “para dejarnos libres en Mendoza, los dos aeropiratas que sin lugar a dudas son elementos pertenecientes a grupos subversivos de carácter internacional, nos ordenaron marchar en fila, en sentido contrario a los motores y luego gritaron que nos tendiéramos en el piso sin levantar la cabeza hasta cuando la nave hubiera levantado vuelo. Las ruedas pasaron muy cerca de nuestros cuerpos, en la pista de carreteo, cuando el avión viraba para tomar la principal y despegar”.
Freddy Gómez, quien decidió compilar un pequeño diario personal minuto a minutos del secuestro, comentó al periódico que “en todo momento hubo un pacto entre los aeropiratas y nosotros. Nosotros seguiríamos sus indicaciones y ellos respetarían nuestras vidas, creo que el piloto hizo lo mismo”. De hecho, comenta, como anécdota graciosa, que en determinado momento preguntó a los secuestradores por qué no lo dejaban bajar en Aruba, cuando permitieron salir al primer grupo de liberados: “¿Por qué no me dejan aquí? De pronto me botan del puesto, ya que tengo un trabajo urgente que hacer mañana”, a lo que estos respondieron con cierto sarcasmo “Sí, viejito. Usted sabe que todos tenemos que trabajar mañana. Nosotros, también, se lo aseguro”.
Por su parte, Jorge Eduardo Medrano habló sobre la manera en la que fueron recibidos en Argentina, una vez se dio por finalizado el secuestro, ya que consideró imprudente el interrogatorio al que lo sometieron las autoridades quienes los cuestionaron sobre su opinión con respecto a los gobiernos de Colombia y Argentina
¿Qué sucedió con los secuestradores del vuelo 601?
Tras investigaciones y diferentes entrevistas a la tripulación secuestrada, se logró dar con el nombre de los responsables del crimen: Francisco Solano y Eusebio Borja, ambos futbolistas paraguayos que hicieron pruebas al Quindío, tras su fracaso deportivo tomaron los caminos de la delincuencia. Ambos, en el momento de iniciar el secuestro, se identificaron como integrantes del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN).
Francisco Solano fue capturado y trasladado a Medellín, donde cumplió una condena de 5 años de prisión. Posteriormente, se perdió el rastro del hombre, aunque hay quienes aseguran que falleció en un asalto en Argentina, esta es una versión que jamás ha podido confirmarse. El otro secuestrador, Eusebio Borja, jamás fue capturado.
Han pasado algo más de 50 años desde que se registró el secuestro aéreo más largo de Latinoamérica. La miniserie de Netflix “Secuestro del vuelo 601″ recrea, en seis episodios de poco más de 50 minutos, cómo se vivieron las 60 horas de un secuestro a más de 19 mil pies de altura. Acudimos a archivos de El Espectador para recrear parte de la historia real.
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La historia real del vuelo 601
El 30 de mayo de 1973, el avión HK-1274 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín, SAM, despegó de Bogotá pasada la 1:00 p.m. Se trataba de un vuelo rutinario cuyo destino final era Medellín, pero que incluía en su trayecto escalas en Cali y Pereira. Cuando el vuelo despegó de la capital del departamento de Risaralda, los pasajeros escucharon una detonación. Era un disparo. Luego vieron a dos hombres encapuchados con armas que les informaron que el vuelo había sido secuestrado.
Los secuestradores, Francisco Solano y Eusebio Borja, de origen paraguayo, amenazaron a los pasajeros y a la tripulación del vuelo 601 con detonar unas bombas en caso de no se acataran sus órdenes. Les exigieron a Hugo Molina y Pedro Ramírez, piloto y copilito respectivamente, llevar la aeronave a Cuba.
Para la época, el secuestro de aviones no era una práctica nueva. Entre 1967 y 1973 hubo cerca de 90 secuestros de aviones en Latinoamérica, y cerca de 30 de ellos ocurrieron en Colombia, según recopiló Massimo Di Ricco, autor del libro “Los Condenados del Aire”, en el cual se basa la serie de Netflix.
Los secuestradores apuntaban a llegar a Cuba. La isla se proyectaba como un paraíso para vivir bajo los ideales comunistas.
¿Qué solicitaban los secuestradores?
Un total de US$ 200.000 en efectivo, de lo contrario, harían detonar la aeronave con los pasajeros a bordo.
El 31 de mayo de 1973 El Espectador tituló: “Secuestrado avión colombiano: piden liberar a 140 detenidos”, a pesar de esto, el gobierno del presidente Misael Pastrana Borrero se negó a negociar Por esta razón, los secuestradores enviaron un ultimátum:
“Las informaciones enviadas anoche por la agencia internacional UPI indicaban que los asaltantes habían permitido descender de la aeronave a 24 personas, entre mujeres y niños, enviando con ello un ultimátum para que el Gobierno colombiano cumpliera con sus requerimientos.
El comunicado del Gobierno que declara que no liberaría a ningún prisionero, creó un ambiente de tensión y expectativa tanto en Colombia como en Aruba donde se seguía con verdadero dramatismo el desarrollo de las actividades de los asaltantes ante la decisión gubernamental”, se lee en la nota de prensa de la época.
Las víctimas que lograron escapar del vuelo
El 1 de junio de 1973 El Espectador tituló: “Dramática liberación aérea”. En la nota se lee: “El avión amaneció ayer jueves en el aeropuerto de Aruba, luego de un infructuoso intento para viajar a Lima, Perú, que debió ser cancelado después de 2 horas de vuelo por fallas mecánicas. La aeronave regresó a Aruba ayer en las horas de la mañana regreso 31 de los pasajeros secuestrados y liberados, y a Barranquilla arribaron otros nueve liberados, entre ellos los integrantes de la frustrada delegación ciclística del Valle al clásico RCN”.
Continúa el relato. “Poco después de las 5 de la tarde de ayer, los aeropiratas ordenaron al piloto levantar vuelo y cuando el aparato calentaba motores, en Aruba once personas lograron fugarse por una puerta de emergencias, entre ellas el gerente del diario “El País” de Cali, José Alvaro Lloreda y su esposa Antonia Garces de Lloreda”.
Para este punto el avión ya había realizado un trayecto sumamente largo que constituía una vuelta de cinco horas por la Costa Atlántica Colombiana, Panamá y otros países de Centroamérica para regresar finalmente a su sitio de partida en horas de la noche: Aruba.
“El secuestro más largo del mundo culminó”
Para el 2 de mayo de 1973, en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, se dio fin al secuestro con la fuga de los dos secuestradores, quienes cobraron un rescate de US$ 50.000 en efectivo.
La fuga de los aeropiratas con el dinero se produjo, al parecer, en el aeropuerto en Argentina, durante una breve escala para reabastecerse de combustible. La tripulación y la totalidad de los pasajeros quedaron en libertad e ilesos.
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Las voces de las víctimas del secuestro
Para el día 5 de junio de 1973, El Espectador ya había compilado los testimonios de varios pasajeros que abordaron aquel vuelo y que fueron sometidos al secuestro.
Pedro Nel Quintero dijo le dijo a este medio: “Los secuestradores dieron un trato cortés a los pasajeros. Cuando solamente quedábamos los del último grupo, nos pidieron excusas y agregaron que ‘No es culpa nuestra, es la suerte. Ustedes son ahora nuestra única salvación’”.
Nueve de los pasajeros que fueron interrogados, le comentaron El Espectador que “para dejarnos libres en Mendoza, los dos aeropiratas que sin lugar a dudas son elementos pertenecientes a grupos subversivos de carácter internacional, nos ordenaron marchar en fila, en sentido contrario a los motores y luego gritaron que nos tendiéramos en el piso sin levantar la cabeza hasta cuando la nave hubiera levantado vuelo. Las ruedas pasaron muy cerca de nuestros cuerpos, en la pista de carreteo, cuando el avión viraba para tomar la principal y despegar”.
Freddy Gómez, quien decidió compilar un pequeño diario personal minuto a minutos del secuestro, comentó al periódico que “en todo momento hubo un pacto entre los aeropiratas y nosotros. Nosotros seguiríamos sus indicaciones y ellos respetarían nuestras vidas, creo que el piloto hizo lo mismo”. De hecho, comenta, como anécdota graciosa, que en determinado momento preguntó a los secuestradores por qué no lo dejaban bajar en Aruba, cuando permitieron salir al primer grupo de liberados: “¿Por qué no me dejan aquí? De pronto me botan del puesto, ya que tengo un trabajo urgente que hacer mañana”, a lo que estos respondieron con cierto sarcasmo “Sí, viejito. Usted sabe que todos tenemos que trabajar mañana. Nosotros, también, se lo aseguro”.
Por su parte, Jorge Eduardo Medrano habló sobre la manera en la que fueron recibidos en Argentina, una vez se dio por finalizado el secuestro, ya que consideró imprudente el interrogatorio al que lo sometieron las autoridades quienes los cuestionaron sobre su opinión con respecto a los gobiernos de Colombia y Argentina
¿Qué sucedió con los secuestradores del vuelo 601?
Tras investigaciones y diferentes entrevistas a la tripulación secuestrada, se logró dar con el nombre de los responsables del crimen: Francisco Solano y Eusebio Borja, ambos futbolistas paraguayos que hicieron pruebas al Quindío, tras su fracaso deportivo tomaron los caminos de la delincuencia. Ambos, en el momento de iniciar el secuestro, se identificaron como integrantes del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN).
Francisco Solano fue capturado y trasladado a Medellín, donde cumplió una condena de 5 años de prisión. Posteriormente, se perdió el rastro del hombre, aunque hay quienes aseguran que falleció en un asalto en Argentina, esta es una versión que jamás ha podido confirmarse. El otro secuestrador, Eusebio Borja, jamás fue capturado.