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“Si dios fuera mujer”, una historia que abraza la diversidad

En las salas de cine ya se exhibe el más reciente proyecto de la colombiana Angélica Cervera, quien en esta ocasión cuenta la historia de Laura, una niña trans de 9 años que se preparar para hacer su primera comunión.

Sarah Valentina Gutiérrez Manrique
15 de julio de 2022 - 02:00 a. m.
Angélica Cervera presenta "Si dios fuera mujer", película en la que abarca temas de identidad de género. / Archivo particular
Angélica Cervera presenta "Si dios fuera mujer", película en la que abarca temas de identidad de género. / Archivo particular
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Desde el vestido blanco hasta la cola media de su peinado, este documental proyecta la cotidianidad de esta tradicional familia colombiana católica, que vive la transición junto de Laura en España.

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Si dios fuera mujer presenta el vivo espíritu de una niña en crecimiento junto a sus padres, que con amor se adaptan a este nuevo presente, mientras le brindan a su hija el apoyo y la fortaleza que le permiten expresar libremente lo que es: una mujer.

Esta película fue producida por Monociclo Cine, coproducida por RTVCPlay y distribuida por la agencia de promoción y distribución DOC:CO.

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Conversamos con Angélica Cervera, directora de este proyecto, quien reveló detalles de su propuesta audiovisual.

¿Qué la llevó a querer contar esta historia?

Lo que me llevó a contarla fue seguir durante varios años las reacciones de mi familia frente a la decisión de Óscar de convertirse en Laura a sus seis años. Desde el principio, lo importante no era el cambio de género de Laura, mi prima, sino mirar de cerca qué pasaba cuando una familia empieza a reconstruir su día a día a partir de esta situación. También quería mostrar cómo, de alguna forma, transitan en cuanto a la desestructuración de varias cosas que vienen de la tradición familiar de la religión, el asunto moral y la sociedad tan conservadora en la que vivimos. Al final, vemos a una niña trans viviendo con mucha dignidad, respeto y alejada de la marginalidad que normalmente se ve en el cine respecto a esta comunidad.

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Debido a que esto es una historia familiar propia, ¿cómo logró separar lo personal de lo profesional?

La verdad, no sé si lo hice. Hay un asunto y es que exponer a la familia es exponerse también a uno mismo. El hecho de que yo estuviera presente propiciaba que muchas situaciones fueran demasiado desnudas y contaran con un alto grado de vulnerabilidad y emoción. La pregunta no es solo para mí, sino para todos. Rodábamos dentro de una misma casa y estábamos casi todo el día, todos los días juntos durante tres meses. Finalmente, ellos estaban entendiendo qué queríamos grabar, eso también permitió crear unos lazos muy estrechos de confianza no solo conmigo, sino con el resto del equipo. Es un tema en el cual hay que respetar los espacios, los momentos y, sobre todo, respetarlos a ellos mismos, sin juzgarlos.

¿Qué mensaje busca transmitirle al público con esta película?

Buscamos que la gente, al salir de las salas de cine, tenga ganas de conversar sobre esta temática. Se muestran, de manera sencilla y fácil de digerir, situaciones a las que todavía les tenemos cierta aversión de comunicar en los círculos más cercanos. Cada quien vivirá e interpretará la película de acuerdo con su experiencia. Si queremos poner el tema sobre la mesa, más que un mensaje es lograr generar preguntas; que mueva sensaciones y, sobre todo, que empecemos a respetar la libertad del otro. Darle ese lugar a la diversidad, en últimas, es entender que la diversidad es lo natural.

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¿Qué fue lo que más disfrutó y lo más difícil de hacer en este proyecto?

Lo que más me gustó fue el rodaje, pero al mismo tiempo fue lo más doloroso. Hablar sobre la identidad de género no es una cuestión matemática ni científica; es algo que afecta en todo el cuerpo, en las emociones, las formas de ver la vida, de pensar y de relacionarse con el otro para así reconstruirse y aprender. Fue muy difícil, pero al mismo tiempo fue un proceso hermoso donde tuve la oportunidad de estar acompañada de personas muy talentosas e importantes en este momento para el cine nacional. Su sensibilidad y empatía me permitieron abrirme y poder conversar sobre todo lo que esta historia me generaba más allá del rodaje.

¿Qué opinó su familia al ver el resultado final?

A Laura le gustó mucho el documental, ella es una persona de muy pocas palabras, pero creo que tiene las precisas. Me dijo: “Gracias por esta película. Por proyectos como estos ya no nos ven como unos bichos raros”. La familia también muy contenta, creo que se sintieron muy abrazados con el resultado. Siempre tuvieron sus dudas de realizar el documental, ya que para ellos no existía en su núcleo familiar un drama tal como para hacer un largometraje. Para ellos ver la película es como un ejercicio de recordar. Nosotros grabamos en 2018 y el proyecto nació en 2017, son casi cinco años o más, en donde nosotros revisábamos el material casi todos los días. Para ellos ver el producto final fue volver a recordar y revivir muchas emociones. Fue un resultado bonito y ellos se sienten muy tranquilos.

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¿Cómo cree que se pueden abordar esos temas sin tabús?

Esta película no pretende decir cómo deben ser o no las infancias trans, pero sí mostrar que el acompañamiento familiar en un deseo de cambio de género puede tener un resultado muy diferente a cuando existe el rechazo hacia esa persona. Desde muy pequeños, la imposición de género se arraiga en los niños, haciendo que estos puedan entrar en guerra con su propio cuerpo al empezar a definir su identidad. Los tránsitos de género son supremamente personales. Debemos aprender a respetar estas decisiones frente a la búsqueda y el descubrimiento de cada persona.

¿Qué enseñanza le deja “Si dios fuera mujer”?

Yo me quedo con una sensación de esperanza. Si mi familia, que es muy tradicional, católica y machista, fue capaz de abrazar esto con amor a pesar de las estructuras hegemónicas, y entendió que no solamente existe un modelo de crianza conductista, me da mucha esperanza. Si mi familia pudo, creo que todos podemos.

Por Sarah Valentina Gutiérrez Manrique

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