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Julián Díaz Velosa recuerda un momento impactante y cercano que vivió del conflicto armado, cuando era niño y vivía en el departamento de Boyacá. En un trayecto en la ruta de su colegio, la guerrilla detuvo el vehículo y se llevó a uno de sus compañeros de curso. Al padre de ese niño lo habían secuestrado días antes. Poco después la guerrilla también secuestro a uno de sus tíos, el músico de carranga Jorge Velosa.
“Lo secuestraron para llevarlo a cantar. Fue un choque en la familia que eso pasara. La experiencia también lo afectó mucho y recuerdo que una tía era la que estaba mediando con los guerrilleros. Recuerdo estar escuchando todas esas conversaciones y eso me empezó a causar un efecto”, cuenta Díaz, director de la película “Somos Ecos”, en entrevista para El Espectador.
El cineasta recuerda que más adelante uno de sus amigos del colegio prestó servicio militar y le contó las cosas que vivió. “Empezó a contarme las historias de lo que le pasaba, yo empecé a querer saber más y me daba cuenta de que los noticieros muchas veces veían a los jóvenes como cifras. Me di cuenta de que los jóvenes estaban viviendo eso que no querían, porque por falta de oportunidades terminaban de un lado u otro de la guerra”.
El director sintió que había algo importante para contar. “No había estudiado cine, pero sabía que había algo ahí que no estaba bien, que los jóvenes no fueran vistos por su propia voz, sino que terminarán siendo una cifra y que a nadie le importara qué situación estaban viviendo en el monte, lejos de sus familias”. Díaz se imaginaba lo que pasaba y se reflejaba en su amigo. Ese fue el germen que se convirtió en la película “Somos Ecos”.
“Tres jóvenes son alejados de sus sueños, para ser llevados a las filas de diferentes bandos de un conflicto al cual no quieren pertenecer. Son víctimas, pero ahora serán entrenados y preparados para la guerra, mientras luchan internamente para no convertirse en los próximos victimarios”, se lee en la sinopsis de “Somos Ecos”.
“Nuestros personajes, un punk que se vuelve soldado, una campesina que se vuelve guerrillera y un guerrillero que se infiltra en el ejército, sus historias nos muestran lo que es estar en las botas del otro mientras nos invitan a cuestionarnos acerca de las repercusiones de la guerra, la importancia de reconocernos, la amistad, el perdón y la búsqueda por nuevos comienzos..”, explica Díaz sobre los protagonistas de la película.
“Somos Ecos” obtuvo seis nominaciones en los Premios Macondo de la Academia Colombiana de Cine que se entregan hoy en Bucaramanga (Santander). Mejor actriz de reparto para Sharon Guzmán, Mejor dirección de fotografía para Manuel Velásquez, Mejor canción original para Merybella, Mejor música original para Fabio Enrico Cortese, Mejor diseño de vestuario para Mabel Amaya y Mejor maquillaje para Lili Bonil, son las categorías por las que compite.
Antes de “Somos Ecos” vino el cortometraje “Bendito Silencio”, que tuvo su estreno en Cannes (Francia) en 2012. “Fue un shock muy grande que el primer corto que hacía quedara en este festival tan grande. Una experiencia muy de 0 a 100 realmente. Ahí comenzó también una búsqueda de construir historias que también esa forma de dar una voz a lo vulnerable”. Después de regresar de Francia, Díaz comenzó a escribir los primeros borradores de su largometraje, que tardaría 11 años en llegar.
“Inicio con esa búsqueda de hablar de los jóvenes en el conflicto, y no solamente de un lado, sino de todos los lados, porque me di cuenta de que vivían lo mismo, aunque fuese con ideologías o perspectivas diferentes (...) Empecé con la perspectiva del soldado, lo que sentía con mi amigo. Por ahí como en la quinceava versión del guion pensé en qué joven quisiera estar desde el principio en el conflicto. Me devolví mucho más atrás y dije ‘es un joven que no quiere estar en el conflicto. Quién sería la persona que menos quiere estar en el conflicto, una persona que es antisistema, un punkero”.
Más adelante el cineasta fue agregando a los demás personajes. “Para lograr la película hice muchas entrevistas. Me fui casi cinco años a hacer entrevistas de toda la gente que hubiera estado en el conflicto en su juventud, investigué a campesinos, exguerrilleros, exparamilitares. Y empecé a grabar las conversaciones, era muy fuerte y realmente me afectó mucho, pero me cambió de una manera muy bonita al poder empatizar y entender más lo que sucedía”.
El guerrillero se creó para tener un lado opuesto del soldado y que se conocieran sin darse cuenta. Para eso, el director tuvo en cuenta la película “Los Infiltrados” (2006) de Martin Scorsese. “De ese juego de roles y de infiltrados de un lado y del otro. Esta es la forma perfecta que un guerrillero que también tiene como esa visión de odiar a este otro lado pueda vivir y darse cuenta de que esos que pintan como enemigos son muy similares a él”.
Por último, estaba el personaje de la campesina que es obligada a unirse a la guerrilla. “La chica campesina fue algo más cercano a mí porque soy de campo y viví allá hasta mis 15 años. Era también una deuda de decir que todos estos jóvenes, en la mayoría vienen de muchos rincones, pero deben tener una representación en el campo colombiano”, concluye el director que espera tener su película próximamente en plataformas.