Somos Quimera, el soberbio juicio de Alice Diop

Coly, para los efectos de la ficción, es el nombre de la acusada que sigue esta historia, donde presenciamos su juicio inspirado en el caso real de Fabienne Kabou, una mujer senegalesa sentenciada en 2016 a 20 años de prisión en Francia por este infanticidio. La madre, de 36 años de edad para ese entonces, ató a la bebé a su coche y dejó que la marea subiera. La abandonó mientras le pedía perdón.

Coly, para los efectos de la ficción, es el nombre de la acusada que sigue esta historia, donde presenciamos su juicio inspirado en el caso real de Fabienne Kabou, una mujer senegalesa sentenciada en 2016 a 20 años de prisión en Francia por este infanticidio. La madre, de 36 años de edad para ese entonces, ató a la bebé a su coche y dejó que la marea subiera. La abandonó mientras le pedía perdón.

Lo que revela el juicio, en la película por lo menos, va más allá de cualquier intento por simplificar este acto criminal en un soberbio debut en la ficción de la documentalista francesa Alice Diop.

En ‘Saint Omer’ seguimos el caso de Coly, pero la real protagonista de la película es Rama. Es desde su perspectiva que vamos componiendo este drama legal. Ella es una destacada profesora de literatura y novelista que se encuentra en embarazo y prepara una historia moderna del mito griego de Medea, por lo que viaja a la pequeña ciudad francesa de Saint-Omer a cubrir el juicio de esta madre. Rama, podría decirse, es la propia directora de la película, quien en realidad acudió al desarrollo del caso en la corte, obsesionada con los detalles que se fueron conociendo del hecho.

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Lo que hace Diop es una disección no del horrendo crimen en sí, sino de las capas más profundas sobre el ser mujer y de las implicaciones de convertirse en madre. Ese nivel de complejidad que puede llegar a ser muy difícil de explicar, de representar y, sobre todo, de entender, se refleja en un personaje dotado de ambigüedades; con suficientes herramientas para sobresalir, entre ellas un elevado coeficiente intelectual, y con unas carencias inmensas desde su infancia, con falta de afecto y las dificultades que produce ser una mujer negra inmigrante, que van saliendo a flote a lo largo del juicio. Un personaje que, como el juez, busca entender ella misma por qué lo hizo.

No pretende Diop una empatía forzada con este personaje frio, bien hablado, educado y sin asomo de remordimientos, de hecho, el papel de Rama está ahí también para mostrar cómo una historia de estas llega a confrontarnos desde la base de nuestra propia moralidad, porque si algo exige la película es liberarse de los prejuicios. Para evitar la simplificación de un acto tan premeditado como el de Coly, llevado a cabo en un sitio tan significativo como el mar, bajo la concepción de devolver a la Tierra otro ser, hacer una especie de justicia (macabra), Diop pone en tela juicio la perspectiva de la brujería y la hechicería que en algún punto del caso real se puso en juego como mecanismo de defensa y que los medios se encargaron de difundir y explotar, enfocándose en su maldad y la aparente racionalidad con la que ejecutó el asesinato, en la conciencia de su accionar.

Esa incompatibilidad con su realidad, con su vida de amorosa y con su ser de madre de la que hizo mención la victimaria va quedando expuesta y si bien no alcanza a ser suficiente para justificar su crimen, teoriza sobre el pensamiento que no toda mujer nace para ser madre. También salen a flote esas incómodas responsabilidades compartidas de padres, familia, amigos, entorno estudiantil y laboral, esposos y padres ausentes, y la sociedad en general, que son difíciles de asimilar cuando aparecen ejecutores de este tipo, radicales, y se sustentan en un abanico amplio temas como el desamor, el aislamiento, las relaciones tóxicas y manipulación, la superioridad occidental, el colonialismo y la discriminación. Dijo Diop (y es bien cierto) que “pocas veces se ha visto filmada la complejidad de una mujer negra” y sin que entre en la ecuación el factor de la raza.

En ‘Saint Omer’, la representación de dos madres, de dos concepciones de la vida y la maternidad, de dos mujeres migrantes, hace que brote en su esplendor la naturaleza femenina, en medio de un acto tan cruel y doloroso, y en el fondo de sus contradicciones hay un sentido muy particular de justicia y alienación. Si hay una superioridad en esta película es la de la autora para retratar ese universo tan complejo femenino que difícilmente un cineasta hombre hubiera logrado.

El relato de este juicio, a medio camino entre la ficción y el documental – Diop lo filmó de forma cronológica, invitando a ciudadanos del lugar como audiencia y usó textos reales del caso -, está lleno de contención y pausa hasta el brillante punto de quiebre en el que aparece la abogada defensora solo para recordarnos que nosotros también somos humanos y que lo fácil es juzgar viendo al criminal como el monstruo que es, haciendo alusión al microquimerismo fetal, a que dentro sí todos llevamos al otro por dentro y que, por tanto, somos, en parte, producto del otro.

El largometraje hará parte del Festival de Cine Francés en Colombia (del 20 de septiembre al 4 octubre). Llega antecedida de su estreno el año pasado en Venecia donde ganó cinco premios, entre ellos, el premio especial del jurado y el de ópera prima.

Ficha Técnica

• Dirección: Alice Diop
• Guion: Alice Diop, Amrita David, Marie NDiaye
• Duración: 122 minutos
• Productores: Christophe Barral, Toufik Ayadi
• Género: Drama
• Reparto: Kayije Kagame, Guslagie Malanda, Valérie Dréville, Robert Canterella, Xavier Maly, Thomas de Purquery, Salimata Kamate
• Montaje: Amrita David
• Cinematografía: Claire Mathon
• Música: Thibault Deboaisne
• País: Francia
• Año: 2022