La TV en Colombia es el perfecto espejo de la nación
Los dramatizados, que incluyen telenovelas y series, han sido parte esencial en los setenta años de la televisión en Colombia. Hacemos un recorrido por la historia de este género televisivo que ha evolucionado desde 1954.
Mateo Medina Escobar
La televisión en Colombia se inauguró en la noche del 13 de junio de 1954. Desde esa primera vez la literatura, el teatro y la radio coincidieron en esa caja emisora de imágenes y sonidos. No solo un pedazo de la Biblioteca Nacional se convirtió en el primer estudio de televisión en esa noche de junio, sino que también algunos libros de sus estantes comenzaron a ser parte de la inspiración para crear los primeros programas televisivos.
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La televisión en Colombia se inauguró en la noche del 13 de junio de 1954. Desde esa primera vez la literatura, el teatro y la radio coincidieron en esa caja emisora de imágenes y sonidos. No solo un pedazo de la Biblioteca Nacional se convirtió en el primer estudio de televisión en esa noche de junio, sino que también algunos libros de sus estantes comenzaron a ser parte de la inspiración para crear los primeros programas televisivos.
El niño del pantano, obra de teatro adaptada de un cuento original de Bernardo Romero Lozano, se convirtió en el primer dramatizado y le dio vida a lo que después se conocería como teleteatro. “La televisión significó un reto no solo tecnológico, sino también artístico, de cómo montar un set, cómo crear un programa, cómo llenar una parrilla de programas y en esto la creatividad de esos primeros pioneros fue maravillosa”, dice Luis Alfonso Rodríguez, historiador y jefe de gestión cultural de Señal Memoria de RTVC, el sistema de medios públicos.
Además del teatro, los primeros creativos de la televisión se basaron en la radio, que desde finales de los años 30 ya tenía la radionovela. Voces de la época aterrizaron en los dramatizados televisivos, “pero el origen radial de los actores se convertía en un obstáculo al generar una actuación que giraba en torno a la voz”, explicó Clemencia Rodríguez, académica y una de las autoras del libro Colombia en el espejo: 70 años de televisión, editado por Omar Rincón, María Paula Martínez y Luisa Uribe.
Eduardo Gutiérrez, docente de la Universidad Javeriana y quien también escribió uno de los capítulos del libro, habló para El Espectador sobre el contexto histórico alrededor de la televisión. “El desarrollo de la industria en Colombia tiene una fuerte influencia de Estados Unidos y Cuba. Los técnicos cubanos que no habían tenido éxito en sus canales vinieron a hacer su trabajo acá. De allá nos llegan unas narrativas, unas tecnologías y unos modos de hacer televisión”.
Las primeras obras televisadas solo quedaron en la memoria de quienes lo vieron, pues aún no existían los mecanismos para grabar y transmitir por televisión al mismo tiempo. Con el paso de los años, el aparato receptor se convirtió en un electrodoméstico más y se fueron perfeccionando los métodos de transmisión.
Así como fue creciendo el número de televisores lo hicieron también los dramatizados, que de teleteatros en vivo pasaron a ser lo que hoy conocemos como seriados y telenovelas, este último género es el más popular entre la audiencia. Según Dago García, guionista, productor y vicepresidente de producción y contenido de Caracol Televisión, “la telenovela es una historia de amor complicada, pero con un final feliz. Va de la mano, aunque no es lo mismo que el melodrama, que es un género dramático que tiene ciertas normativas, pero en el que la telenovela se acomoda muy bien”, dijo en entrevista para El Espectador.
García, quien ha escrito y producido telenovelas como Pedro, el Escamoso, Pecados capitales y La saga, negocio de familia, cita a otro de los grandes creativos de la televisión para explicar el concepto de telenovela. “Fernando Gaitán (creador de Yo soy Betty, la fea) lo decía muy bien: la telenovela es la historia de una pareja con ganas de estar junta y un libretista a no dejarlos”. Yrecalca la importancia del melodrama y la dramaturgia para la televisión, también resalta las historias literarias en la pantalla chica. “La relación de la televisión con la literatura ha sido muy cercana, han sido muchas las obras que se han adaptado. De hecho, en los años 90 hubo una especie de boom. Se hicieron adaptaciones de obras de Mario Benedetti, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. También se hicieron La vorágine y María”.
La parrilla de programación ha variado con los años. De las adaptaciones literarias se ha pasado a las producciones biográficas, que cuentan la historia de un personaje o grupo de personajes de la vida real, algunos ejemplos recientes son Rigo y Arelys Henao. Otro subgénero que ha sido amado y odiado es la narconovela, como Escobar: el patrón del mal y Las muñecas de la mafia.
Gutiérrez explica el éxito de los dramatizados. “El medio que por excelencia es capaz de reflejar a la nación colombiana es la televisión, que de alguna manera se puso de acuerdo ya no en unas versiones de un lado o del otro, sino en toda su pluralidad y diversidad (...) La televisión configuró la vida cotidiana y la telenovela quedó perfectamente localizada dentro de esa cotidianidad”.
La televisión, con su melodrama y sus telenovelas, es el espejo de una sociedad. “Nosotros no podemos narrarnos si no es melodramáticamente. La única cosa que se compara por su nivel de melodrama, como mecanismo de articulación de lo nacional, es el fútbol. La telenovela es exitosa porque es un perfecto espejo de la nación colombiana. Hay telenovelas en todos lados, pero nosotros encontramos una manera de hacer una telenovela que contiene el modo colombiano de hacerla con algo de humor y otros elementos”.
García, desde el lado creador de las telenovelas, coincide en ese elemento humorístico de las producciones colombianas, algo que se destaca frente a otros países. “Antes de que Pedro, el Escamoso, Yo soy Betty, la fea, Vecinos, Nuevo rico, nuevo pobre, Los Reyes y otros productos de comedia romántica que surgieron y fueron tan exitosos, el personaje cómico estaba destinado a un papel secundario; lo que llamamos el alivio de lo dramático. Pero siempre pasaba una cosa y era que ese personaje se robaba el show. En algún momento pensamos por qué no dejar de construirlo como un personaje secundario y ponerlo de protagonista. Ese fue un salto cualitativo que hizo la telenovela colombiana, parece que la fórmula dio resultado”.
El “streaming”: ¿antagonista de la televisión?
En la década de 2010, con Netflix a la cabeza, y un puñado de otras plataformas, el streaming surgió y comenzó a producir sus contenidos. “Las voces más pesimistas anunciaron el fin de la televisión, pero lo que se produjo fue un intercambio dialéctico entre el contenido del streaming y el contenido de las telenovelas”, explicó García.
“La misma dinámica del mercado ha hecho que creemos una economía solidaria y mixta. Descubrimos que vamos a necesitar a los streamers tanto como ellos a nosotros. Eso también se ha visto reflejado en el contenido. La audiencia descubrió en el streaming esos productos con más inversión de argumento por capítulo, porque eran series cortas. Mientras que las telenovelas son largas, donde en un capítulo no necesariamente pasaban muchas cosas. Eso nos obligó a reformatear la telenovela”.
Antes, al inicio de un proyecto de telenovela se pensaba para 120 o 250 capítulos. Hoy en día lo piensan para 60. El streaming también estableció algunos cambios, que adoptó el melodrama con menos repelencia. Además, ahora hacen series de formatos un poco más largos, precisamente por esa influencia de la telenovela. “Ha sido una relación de colaboración, aprendizaje y mutua influencia”, concluye Dago, quien escribe pensando en telenovela, teatro, cine y streaming.