Theresa Hoppe: “Mi parte multifacética me la enseñó Colombia”
La antropóloga y gestora cultural es la directora del Festival de Cine Europeo (Eurocine), el cual se inició el pasado 4 de mayo en Bogotá. El evento, que también cuenta con proyecciones en Medellín, Manizales, Pereira, Armenia y San José del Guaviare, finalizará el próximo domingo 14 de mayo. Finlandia es el país invitado de honor.
Mateo Medina Escobar
¿Cuánto tiempo lleva en Colombia y por qué llegó la primera vez?
Arribé a Colombia por mi esposo, quien es colombiano, literalmente me importó. Estaba trabajando en México, ahí lo conocí. Vivimos un rato allá, pero él quería devolverse a su país. Teníamos una hija pequeña y estaba otro hijo en camino, y me dijo: “Vamos para Colombia” y yo, “bueno, vamos”, el país no existía en mi mapamundi.
En México vivía de tocar música. Tocaba el violín. En Colombia comencé a trabajar en la programación cultural del Instituto Goethe en Bogotá. Allí estuve 10 años y me formé un poco como gestora cultural. Conozco el Eurocine casi desde sus comienzos. El festival no tenía una organización central, entonces les propuse independizarlo de las embajadas. También manejé por unos años el festival ItalCine, de la Embajada de Italia, que duró seis ediciones y luego desafortunadamente se acabó.
(Le recomendamos: Se retrasa ‘Blade’, película de Marvel, por huelga de guionistas en Hollywood)
¿Por qué el foco de este año de Eurocine es “Eclosiones”?
Para mí todo el festival es una cosa muy orgánica que toma forma propia cada año. Cuando estábamos con Lucía González, coordinadora del festival, pensando en el foco, nos pidieron abordar el tema de la inclusión, un tema muy importante, pero que en los últimos años ya habíamos tocado. Queríamos innovar. La película inaugural, Hatching (Cría siniestra), realmente significa eso, una eclosión, y llamarlo de esa forma fue idea de Lucía, y es una forma de entender lo que está pasando con el mundo con diferentes procesos.
¿Qué es lo que más valora de trabajar en el festival?
El cariño que le tiene el público al festival. Ya sabemos que esto es de mucho trabajo, hay mucha angustia por el tema de la financiación, que es muy difícil. Somos un equipo pequeño, uno nunca sabe qué va a pasar y obviamente siempre pasan cosas, pero a pesar de todo esto el cariño que recibe Eurocine cada año es una cosa impresionante.
Las personas nuevas que contrato me dicen que se sorprenden. Uno habla de Eurocine y se les ilumina la mirada. Eso realmente siempre me ha animado. Te juro que hay momentos que el estrés y las presiones me hacen pensar en tirar la toalla, pero cuando llega el día de la inauguración y ves la sala llena, entendemos que los esfuerzos valen la pena.
¿Qué viene después de Eurocine?
Hace muchos años trabajo con una maravillosa corporación social en el sur de Bogotá. Trabajamos en Sierra Morena, al lado de Cazucá. Allí apoyo con la gestión de fondos. Es una fundación que trabaja en una zona muy vulnerable y estoy vinculada con ellos ya hace como 13 o 14 años. También tenemos un negocio familiar, una casa de retiros fuera de Bogotá que es muy grande, también estoy gerenciando la casa que se abre a grupos que están organizando retiros espirituales, grupos de terapia o yoga, etc. Por otro lado, estoy en un nuevo proyecto, en este momento estoy estudiando etología y comportamiento equino, porque lo que quiero hacer más adelante viviendo tranquila es trabajar con caballos. Amo estos animales y quiero trabajar con ellos desde el lado del coaching para las personas, pero también en su crianza de una forma no violenta.
¿Qué es lo que más le gusta de Colombia?
A los colombianos los considero un pueblo muy berraco. Han vivido momentos y siguen viviendo momentos muy difíciles. Por mi trabajo conozco muchas poblaciones de diferentes estratos sociales, y veo que es un rasgo muy de esta cultura. Vengo de una cultura donde si hay un Estado muy presente, donde hay mucho apoyo, que cuando tú caes en alguna forma de desgracia puedes recibir ayuda, pero también es una cultura que es mucho más rígida, no te permite salirte del carril: estudiaste esto, entonces esto vas a trabajar, y tu vida es más planeada.
(Le puede interesar: La amenaza de la IA, una afrenta para los guionistas en huelga en Hollywood)
Mi parte multifacética es algo que me lo permitió Colombia. Conozco mucha gente que estudió algo, pero hizo otra cosa. Caso de conocidos a los que se les dañó negocio, pero vuelven a levantarse. Lo admiro y lo aprendí, me encanta esta cultura. Admiro a su gente, que a pesar a vivir en un país donde hay tanta violencia, encuentra la alegría y mucho espíritu para compartir. Como dicen, donde hay más de dos colombianos, hay una fiesta.
¿Cuánto tiempo lleva en Colombia y por qué llegó la primera vez?
Arribé a Colombia por mi esposo, quien es colombiano, literalmente me importó. Estaba trabajando en México, ahí lo conocí. Vivimos un rato allá, pero él quería devolverse a su país. Teníamos una hija pequeña y estaba otro hijo en camino, y me dijo: “Vamos para Colombia” y yo, “bueno, vamos”, el país no existía en mi mapamundi.
En México vivía de tocar música. Tocaba el violín. En Colombia comencé a trabajar en la programación cultural del Instituto Goethe en Bogotá. Allí estuve 10 años y me formé un poco como gestora cultural. Conozco el Eurocine casi desde sus comienzos. El festival no tenía una organización central, entonces les propuse independizarlo de las embajadas. También manejé por unos años el festival ItalCine, de la Embajada de Italia, que duró seis ediciones y luego desafortunadamente se acabó.
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¿Por qué el foco de este año de Eurocine es “Eclosiones”?
Para mí todo el festival es una cosa muy orgánica que toma forma propia cada año. Cuando estábamos con Lucía González, coordinadora del festival, pensando en el foco, nos pidieron abordar el tema de la inclusión, un tema muy importante, pero que en los últimos años ya habíamos tocado. Queríamos innovar. La película inaugural, Hatching (Cría siniestra), realmente significa eso, una eclosión, y llamarlo de esa forma fue idea de Lucía, y es una forma de entender lo que está pasando con el mundo con diferentes procesos.
¿Qué es lo que más valora de trabajar en el festival?
El cariño que le tiene el público al festival. Ya sabemos que esto es de mucho trabajo, hay mucha angustia por el tema de la financiación, que es muy difícil. Somos un equipo pequeño, uno nunca sabe qué va a pasar y obviamente siempre pasan cosas, pero a pesar de todo esto el cariño que recibe Eurocine cada año es una cosa impresionante.
Las personas nuevas que contrato me dicen que se sorprenden. Uno habla de Eurocine y se les ilumina la mirada. Eso realmente siempre me ha animado. Te juro que hay momentos que el estrés y las presiones me hacen pensar en tirar la toalla, pero cuando llega el día de la inauguración y ves la sala llena, entendemos que los esfuerzos valen la pena.
¿Qué viene después de Eurocine?
Hace muchos años trabajo con una maravillosa corporación social en el sur de Bogotá. Trabajamos en Sierra Morena, al lado de Cazucá. Allí apoyo con la gestión de fondos. Es una fundación que trabaja en una zona muy vulnerable y estoy vinculada con ellos ya hace como 13 o 14 años. También tenemos un negocio familiar, una casa de retiros fuera de Bogotá que es muy grande, también estoy gerenciando la casa que se abre a grupos que están organizando retiros espirituales, grupos de terapia o yoga, etc. Por otro lado, estoy en un nuevo proyecto, en este momento estoy estudiando etología y comportamiento equino, porque lo que quiero hacer más adelante viviendo tranquila es trabajar con caballos. Amo estos animales y quiero trabajar con ellos desde el lado del coaching para las personas, pero también en su crianza de una forma no violenta.
¿Qué es lo que más le gusta de Colombia?
A los colombianos los considero un pueblo muy berraco. Han vivido momentos y siguen viviendo momentos muy difíciles. Por mi trabajo conozco muchas poblaciones de diferentes estratos sociales, y veo que es un rasgo muy de esta cultura. Vengo de una cultura donde si hay un Estado muy presente, donde hay mucho apoyo, que cuando tú caes en alguna forma de desgracia puedes recibir ayuda, pero también es una cultura que es mucho más rígida, no te permite salirte del carril: estudiaste esto, entonces esto vas a trabajar, y tu vida es más planeada.
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Mi parte multifacética es algo que me lo permitió Colombia. Conozco mucha gente que estudió algo, pero hizo otra cosa. Caso de conocidos a los que se les dañó negocio, pero vuelven a levantarse. Lo admiro y lo aprendí, me encanta esta cultura. Admiro a su gente, que a pesar a vivir en un país donde hay tanta violencia, encuentra la alegría y mucho espíritu para compartir. Como dicen, donde hay más de dos colombianos, hay una fiesta.