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Se siente el frío. El blanco de la neblina contrasta con el verdor de la montaña que se impone a la vista. También se siente la humedad. Se alcanzan a divisar las palmas de cera, que podrían tener 60 metros de altura, pero se ven pequeñas en esa imagen. Se sienten muchas cosas en esos cuatro segundos de fotogramas.
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Hacen parte del tráiler de un documental. Esas imágenes fueron rodadas en Tolima y no en Quindío, como se podría pensar en una primera ojeada. Pero la escena tiene otra lectura. Una más profunda. Esas palmas de cera pueden cambiar de sexo.
En eso se fijó el director del documental, el francés Joris Lachaise, para representar a la protagonista de su historia. Una mujer trans que fue condenada por hurto, secuestro extorsivo, concierto para delinquir y que en la cárcel se conoce con un excombatiente con quien inicia una relación sentimental. Ella se llama Laura y la película “Transfariana”.
“Realmente nosotros existimos desde siempre, solo que, con otros nombres y otras formas, pero desde siempre”, se escucha en el tráiler. La cinta, que está concursando en el Festival de Cine de Berlín, tuvo su estreno ayer en la Berlinale.
“Es un escenario que nos genera muchas expectativas, no solo por lo que representa cinematográficamente, sino también por la sección de Panorama. De acuerdo con lo que sabemos del público, es la ventana ideal para este tipo de documentales”, dice el productor Guillermo Quintero en diálogo para El Espectador.
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Panorama es la categoría de cine “queer” que entrega el Festival de Berlín y en el que la cinta estará compitiendo con otras películas de esa temática. La dirección es francesa, pero todo el rodaje se hizo en Colombia, entre Bogotá, Tolima y Guaviare, a través de las productoras Romeo y Fuega Cine.
La historia de amor detrás de la película
El director Lachaise fue invitado a la cárcel La Picota a presentar su anterior película: “Lo que queda de la locura”. En el penal conoce al portavoz de los reclusos presos de la guerrilla de las FARC, Jeison Murillo, quien le cuenta su romance con Laura, una mujer transgénero que se dedicaba a la prostitución y había sido trasladada a ese mismo patio. “Cuando a Laura la sacan de un patio de delincuencia común, conoce a Jeison e inician una relación amorosa”, se escucha en el tráiler.
Murillo le cuenta al director que las FARC lo apartaron de la organización porque no toleraban que tuviera una relación con una mujer trans. “Esta historia de amor comienza a ser parte de un diálogo más grande en el interior de las FARC, que en ese momento estaba negociando la paz con el gobierno de Juan Manuel Santos. Entonces, la defensa de los derechos LGTBIQ+ hacía parte de la agenda”.
“Colombia pasa la página. El presidente Juan Manuel Santos y el líder político de las FARC han firmado el acuerdo que pone fin al conflicto armado”, se vuelve a escuchar en el tráiler.
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La producción comenzó en 2016, cuando avanzaba el proceso de paz en La Habana y mientras algunos guerrilleros empezaban a cambiar de opinión sobre el romance de los reclusos. El rodaje del documental comenzó, años más tarde, entre 2017 y 2022. Se ven imágenes de archivo que Jeison grababa para enviarle a las FARC y también lograron el permiso de filmar a Laura en la zona de visitas de La Picota.
Una lucha que no acabó con la película
Según cuenta el productor, antes de llegar a prisión, Laura pertenecía a una organización criminal del barrio Santa Fe, zona de tolerancia de Bogotá. Ahí era prostituta, pero también el anzuelo para que los otros miembros de la banda atracaran a sus víctimas.
A Laura la condenaron a 60 años de cárcel, que fue rebajada a 53. A Quintero le parece “una pena absurda” dentro de la jurisprudencia latinoamericana. La compara con las penas se han cometido violadores, asesinos y con los mismos compañeros de la banda, que son penas menores.
“Ella es actualmente la persona trans detenida que tiene la pena más alta en América Latina. Esto es una muestra clara de discriminación. Si ella hubiese sido heterosexual, nunca le hubieran puesto esa condena”, dice.
“Por todas estas compañeras que resisten a diario luchamos toda la vida, ni un minuto de silencio”, se vuelve a escuchar en el video.
“La idea que tenemos es unir fuerzas con todas las organizaciones para que este caso pueda conocerse, un caso de injusticia jurídica a una persona trans, que se le ha condenado. La película también sirve para visibilizar la injusticia de Laura, que puede ser uno de muchos casos”, agrega Quintero.
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Al final del tráiler aparece un primer plano de la cara de Laura mirando fijamente a quien ve ese video. Tiene cabello claro hasta los hombros, aretes y una gargantilla. Los labios retocados, pero no pintados. Al fondo se ven unas rejas. Está en una de las salas de visita de la cárcel.