Violencia y política en el humor de la televisión de Colombia
Paradójicamente la violencia ha contribuido a la forma en que se hace humor en el país. ¿En qué aspectos está presente este hecho?
Javier Hernández
Tres comedias de fines de los años 80 y comienzos de los 90, que son conservadas por el Archivo Señal Memoria, evidencian algunos aspectos propios del humor colombiano como los estereotipos regionales y de clase. Son manifestaciones de ese tipo de humor que ha triunfado en las pantallas nacionales desde mediados de los años 50. Los Tuta, La Posada y N.N hablan de un país que cambiaba en un momento coyuntural como lo fue la redacción de la Constitución de 1991.
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Tres comedias de fines de los años 80 y comienzos de los 90, que son conservadas por el Archivo Señal Memoria, evidencian algunos aspectos propios del humor colombiano como los estereotipos regionales y de clase. Son manifestaciones de ese tipo de humor que ha triunfado en las pantallas nacionales desde mediados de los años 50. Los Tuta, La Posada y N.N hablan de un país que cambiaba en un momento coyuntural como lo fue la redacción de la Constitución de 1991.
La crítica social y política, mezclada con los infaltables estereotipos regionales, son los elementos propios del humor colombiano. El matiz que se le dé, con ingredientes como la ironía, el sarcasmo o la crueldad dependen de la persona que cree estos contenidos humorísticos y no necesariamente hacen parte de la génesis de lo que es cómico para los colombianos. Lo que sí es seguro, es que al país le gusta reír y burlarse de su tragicómica realidad —independientemente del matiz—. La política local y nacional afecta a las regiones directamente. Eso es motivo suficiente para que los habitantes de Colombia asuman con estoicismo y humor su realidad.
La crítica social y política, mezclada con los estereotipos regionales, son los elementos propios del humor colombiano. El matiz que se le dé, con ingredientes como la ironía, el sarcasmo o la crueldad dependen de la persona que cree estos contenidos humorísticos y no necesariamente hacen parte de la génesis de lo que es cómico para los colombianos. Lo que sí es seguro, es que al país le gusta reír y burlarse de su tragicómica realidad —independientemente del matiz—. La política local y nacional afecta a las regiones directamente. Eso es motivo suficiente para que los habitantes de Colombia asuman con estoicismo y humor su realidad.
Para el historiador Antonio Ochoa en el producto editorial de Señal Memoria titulado Todo tiempo pasado esto viene desde los años 50: “La crítica política y el uso de personajes basados en estereotipos regionales fueron dos características presentes en los programas de humor radial en los inicios del Frente Nacional, que a su vez fueron incorporadas y reproducidas en las décadas siguientes en la televisión nacional”. Este recurso fue ampliamente exitoso en las comedias colombianas.
La Violencia
La década de los años 50 del siglo XX fue especialmente dramática en el panorama político colombiano. Gobiernos conservadores sectarios, una dictadura militar, un Congreso de la República cerrado y un nuevo pacto entre partidos para repartirse el poder por 16 años marcaron también profundamente a la población campesina. La migración del campo a la ciudad como consecuencia de esas decisiones políticas, creó un tipo particular de televidentes en las urbes del país.
Según se consigna en Todo tiempo pasado: “(…) la televisión se orientó hacia una clase media que empezaba a fortalecerse mediante el crecimiento de los sectores urbanos que se estaban consolidando en Colombia como efecto de los desplazamientos producidos por el conflicto político. Desde esta perspectiva podríamos pensar que la televisión ayudó a consolidar la clase media en Colombia al darle unas bases culturales que permitieron diferenciarse en gustos de esa otra cultura que la radio había creado en los sectores más rurales y pueblerinos de la población (…)”.
En especial en los programas de humor y comedia de costumbres se echaba mano de la contraposición a los valores y anhelos manifestados por los seriados televisivos en torno “a la igualdad social, el triunfo del amor sobre el dinero, el premio a la sinceridad y el esfuerzo, la lealtad y la solidaridad sobre el mundo impersonal de las ciudades”. El humor cuestionaba y, por qué no, aterrizaba esas realidades.
Estas son solo unas pocas comedias que desarrollaron este concepto en diferentes momentos de la televisión en Colombia.
Yo y Tú
Fue la primera comedia exitosa de la televisión colombiana. Se transmitió entre 1956-1976. Por allí pasó toda una generación de actores que inició y perpetuó el legado de la televisión colombiana, ubicándose como la reina absoluta del rating en la franja de los domingos en la noche.
Representó a una familia típica bogotana con todos los estereotipos sociales del momento. Gozó de una gran acogida, por encima de los programas que por casi 20 años intentaron destronarla. La aceptación de un programa como este, fuera por novedad o por el mensaje implícito en sus contenidos, fue moldeando la cultura popular en los sectores medios de la población desde los años 60.
La Posada
Fue una serie de comedia transmitida entre 1988-1992. Es un excelente ejemplo para ver esa interacción entre los diferentes estereotipos sociales y regionales en el entorno de una casa de familia. Se aprovecha la multiplicidad de habitaciones del inmueble para alojar personas de diversas partes del país e incluso, tiene una sala de belleza en la parte del garaje.
Se constituye en un contacto directo con esas situaciones propias de la sufrida clase media colombiana, en la que básicamente se ve la migración a la capital, pero también el constante esfuerzo por crear un ingreso económico a partir del alquiler de una casa que ciertamente tuvo mejores épocas.
N.N.
Este fue el héroe por antonomasia de la sufrida clase media colombiana en los años 90. Con todas las características y estereotipos. Víctima de las circunstancias de su momento específico. Endeudado, atracado o desempleado, este lascivo hombre de mediana edad representó al colombiano promedio que debía ponerle “la trampa al centavo” y no perecer en la Bogotá de la época. En la situación que muestra el siguiente fragmento vemos a un N.N que debe llevar a cabo su labor de cobrador. Así mismo, está presente el cobrador por antonomasia en los años 80 y 90 como lo fue el “chepito”.
Los Tuta
En el otro espectro de la clase media, está el dueño de la empresa de buses más recordado de la televisión. Trino Epaminondas Tuta, potentado dueño de automotores que representa el ascenso con esfuerzo y fe de esos personajes que tuvieron que llegar a la capital y sortear toda clase de dificultades para hacerse a un nombre y a un capital. Su experiencia se la transmite a su familia de la manera menos amistosa.
*Texto Cortesía de Señal Memoria, la estrategia de salvaguarda de RTVC Sistema de Medios Públicos.