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Estudió Ingeniería, ¿en qué momento decidió ser animador?
Estudié Ingeniería Industrial en Colombia y luego me fui a Francia a estudiar Animación. De pequeño me gustaba ver los dibujos animados y cuando crecí, al principio, me entusiasmaba más por el entretenimiento, me gustaba ver series y películas animadas. Pero, con el paso del tiempo, me enamoré de la animación como una forma de expresión artística y eso es lo que hoy me sigue motivando en el trabajo: tener la atención del público durante una hora y media viendo la pantalla y oyendo sonidos… es algo muy poderoso como forma de expresión artística.
Tras estudiar Animación en Francia, ¿qué siguió en su vida?
Estudié durante dos años porque me validaron varios de los estudios que hice en Colombia y no hice el pregrado entero. Me quedé trabajando alrededor de siete años en empresas y a Estados Unidos llegué en 2012 y en Pixar llevo tres años.
Su trabajo en la animación se enfoca en la escenografía e iluminación. ¿Qué aportan a la historia?
Cuando se filma una película con personas se crean escenarios en estudios o se buscan locaciones existentes. En la animación todo tiene que ser construido y el diseño de escenografía, para mí, cumple dos funciones; por un lado, contar la historia que se necesita con la coreografía entre el movimiento de la cámara y el movimiento de los personajes, de tal manera que la acción que se requiere pueda suceder. En cuanto a la iluminación, la uso para mostrar un ángulo interesante de una situación o personaje. No es lo mismo ambientar un picnic en un bosque romántico que uno durante la noche, cuando lo único que ilumina es el celular y se le está acabando la pila.
“Float”, de Bobby Rubio, es uno de los cortos más recientes en los que ha trabajado. ¿Cuál es el valor de la narrativa reflexiva?
Los diferentes formatos de narración, tanto en cortos como largometrajes, tienen ciertas limitaciones y oportunidades. Por ejemplo, con una película a la que se le invierte mucho dinero y va dirigida al público en general y mundial, hay ciertas consideraciones para tener en cuenta. Un corto, por su parte, puede apuntarle a un público más segmentado y eso permite tener un punto de vista más específico. Sin embargo, los cortos que se hacen en Pixar tratan de temas universales. Me pareció muy bonito trabajar con director de Float, porque él quería tener una representación de su identidad como filipino en Estados Unidos. La idea de aceptar la diferencia y llegar a una conclusión de cómo se siente respecto a su hijo me pareció bonito.
“Float” hace parte de SparkShorts, una sección de Disney+ dedicada a descubrir nuevos talentos.
Es un programa que busca hacer cortometrajes dándoles la oportunidad a personas que trabajan en Pixar de utilizar los recursos del estudio y tener libertad creativa. Es una gran oportunidad para que la gente pueda expresarse, desempeñar un rol que no había tenido antes, así como de exhibirlo porque Disney+ crea un mercado para los cortometrajes, y tradicionalmente el corto siempre tiene el problema de no tener exhibición y, por lo tanto, no ser financieramente viable.
En sus redes sociales comparte ilustraciones que se parecen a las acuarelas. ¿Cuál es el tipo de ilustración que le gusta hacer?
En mi Instagram, y sobre todo en mi página Carlos-leon.com tengo muchas obras personales que no están relacionadas con mi trabajo en cine de animación. Me parece muy importante mantener un punto de vista y una voz independiente como artista. En la gran mayoría de casos, el trabajo en películas de animación requiere una gran capacidad de adaptación al estilo visual de cada proyecto. No obstante, con mi trabajo personal puedo explorar y descubrir cosas acerca de mi entorno y acerca de mí mismo a través de dibujos y pinturas. Esto me parece algo esencial, es lo que alimenta mi inspiración, mi curiosidad y es algo que es prácticamente inevitable para mí.