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En marzo pasado, Felipe Martínez estaba feliz porque luego de cuatro años de trabajo iba a estrenar en salas de cine Fortuna Lake (Terror en la laguna), una película de terror que empezó a gestar cuando estaba dirigiendo la comedia Doble y tenía el objetivo de trabajar en Los Ángeles.
La pandemia cambió sus planes, los cines fueron cerrados durante ocho meses y al cineasta no le quedó otra opción que guardar su película, porque el contrato con el Ministerio de Cultura y el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) no le permitió lanzarla en streaming.
El Espectador habló con el director sobre esta película de terror que se presenta en temporada navideña.
¿Cómo enfrenta la exhibición de “Terror en la laguna” ahora?
Nos perjudicó bastante, porque en principio íbamos a estrenar en todas las salas y con toda la capacidad. Además, ya se había invertido en publicidad y habíamos hecho el trabajo con la prensa. Con la reapertura esperamos que, por el hecho de no haber tenido cine y contar con pocas películas norteamericanas grandes en cartelera, Terror en la laguna tenga algo de exhibición y logre perdurar un poco más en el tiempo para la gente que está interesada en verla.
¿Qué piensa de las dinámicas que fusionan lo presencial y lo virtual?
Creo que esta dinámica de intentar estrenar, aunque las salas estén a menos capacidad, simplemente es un acto casi romántico. Los ejercicios que se hicieron en otros países no funcionaron bien y luego las películas fueron a una plataforma para tratar de conseguir la audiencia que no se tuvo. No tengo tantas esperanzas, lamentablemente. El estreno en salas sí toca complementarlo con una plataforma porque si no, la película pasará sin ningún tipo de audiencia.
“Terror en la laguna” está hablada en inglés. ¿Por qué?
De hecho, se llama Fortuna Lake. Antes de filmarla estaba buscando trabajo en Estados Unidos, quería irme a vivir a Los Ángeles y una de las solicitudes que me pedía mi agente era dirigir en inglés. Se rodó en Laguna de la Cocha, pero representa un lugar ficticio de Estados Unidos.
¿Por qué las voces de los protagonistas no se escuchan en la versión en español?
Por razones de exhibición tocó sacarla en español y dije que no quería doblarla con la voz de los actores, sino con un doblaje neumtro de película internacional para generar la sensación de que cuando la gente la vea no sepa muy bien dónde se hizo.
¿Por qué le gusta el cine de terror?
En el terror se permite que los actores no sean tan buenos (porque los matan muy rápido). La mayoría de las películas de terror son de bajo presupuesto, entonces se contratan actores que están empezando o están mal en su carrera… el espectador no sabe quién va a morir, puede morir cualquiera, y en eso mismo reside su riqueza. Siento que el terror tiene una libertad creativa tremenda, porque se puede hablar de los miedos y de esos fantasmas que tiene uno por dentro y que no quiere enfrentar. Si eso lo hago en un drama toca buscar un recurso narrativo, aquí no porque el fantasma sale y se aprovecha del personaje; los miedos demuestran lo vulnerables que somos.
¿Qué miedos enfrenta en “Terror en la laguna”?
He vivido un proceso muy bonito de mirarme, entenderme y tratar de exorcizar miedos y culpas. Hablar de eso desde un sitio como el terror me parece increíble, porque al final esta película para mí tiene mucho sentido… y si alguien ve una película divertida sobre una chica a la que persigue un fantasma, pues sí, pero para mí tiene una razón más personal y de autor y la empaco (presento) de una manera que cualquiera la pueda ver y disfrutar. Dirijo para sanar cosas que me duelen, escondo esos temas en las tramas y subtramas de mis películas.
“Terror en la laguna” tuvo un paso importante por festivales. ¿Qué le aportó ese proceso a la historia?
Aproveché la exhibición en los festivales para medir la reacción de la gente. La distribuidora de ventas internacionales dijo que la sentía larga, porque en un principio la edité con los referentes de “It Follows” o “La bruja” y al final, le quitamos media hora y le metimos más sustos. En un festival en Nueva York tuvo una recepción bien fría, el público dijo que no los reconectaba con Colombia.
Según esa experiencia, ¿qué nos define como colombianos en el cine?
Lo chistoso es que se considera al cine colombiano como un género, o por lo menos hay dos géneros de cine colombiano: el de autor duro reflexivo y la comedia que funciona en taquilla. Considero que mis películas están en la mitad y para muchos mis películas no parecen colombianas. Para mí, “Terror en la laguna” no debía venderse como una película colombiana sino como una película de terror que podría haberse hecho en cualquier parte del mundo, y eso me parecía importante desde la puesta en escena. Siempre ha sido mi obsesión mía tratar de hacer cosas con una calidad que parezca cine de cualquier lado, que se quite la percepción tristona de que es cine colombiano y toca ir a apoyarla.