Las lecciones que deja "Wall-E" en sus diez años de existencia

Una película de Pixar como "Wall-E" ayudó entonces y ahora a tomar conciencia sobre el cambio climático. Pero lo más importante que enseña es que todavía existe la posibilidad de cambiar de actitud.

-Agencia Europa Press
07 de agosto de 2018 - 03:41 p. m.
Cuando Wall-E conoce a EVE, se enamora inmediatamente de ella y deja su cómoda rutina para perseguirla hasta los confines más lejanos de la galaxia. / Cortesía Pixar
Cuando Wall-E conoce a EVE, se enamora inmediatamente de ella y deja su cómoda rutina para perseguirla hasta los confines más lejanos de la galaxia. / Cortesía Pixar
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Han pasado ya diez años desde que el pequeño compactador de basura Wall-E llegó a la gran pantalla y presentó la peor versión posible del planeta Tierra, cubierta por toneladas de basura y sin rastro de vida, ni actividad humana.

Pero el paso del tiempo no ha hecho mella en este filme que trata temas más que actuales y deja una espinita clavada en los espectadores sobre cuestiones críticas que atañen al futuro de la humanidad como la contaminación y el cambio climático. Y es que, además de se un robot mudo pero encantador, Wall-E dejó cinco lecciones de vida que merecen la pena ser recordadas.

Medioambiente

A pesar de que Donald Trump reniegue de la existencia del cambio climático y lo defina como "un invento de los chinos", la Tierra cada día se parece un poco más a la realidad que representa Wall-E. Los crecientes problemas de contaminación y la acumulación de deshechos en el planeta Tierra que se imaginaron en 2008 están cada vez más presentes en nuestro planeta.

Una película como Wall-E, dirigida para todos los públicos, ayudó entonces y ahora a tomar conciencia sobre el cambio climático y el colapso ambiental. Pero lo más importante que enseña al público, y sobre todo a los más pequeños, es que todavía existe la posibilidad de cambiar de actitud y cooperar en sanar el planeta azul. Y es que ya se sabe que mientras hay vida... hay esperanza.

Capitalismo Salvaje

En el filme, ambientado en el año 2800, los humanos han arruinado el planeta con el cúmulo de basura y por tanto, se ven obligados a vivir en el espacio, en sillas autodirigidas, inmersos en pantallas y dependientes de robots que trabajan a su servicio. Como explica Robinson, los humanos en la película "son esencialmente bebés".

Pero ese hiperconsumo sustentado por un capitalismo salvaje, esa dependencia a que otro les arregle los daños causados les impide alzar la vista y ver el desastre que ellos mismos han provocado.

Ese desastroso futuro para la humanidad es una perfecta sátira que ayuda a tomar conciencia a un espectador que, sentado desde su sillón, comiendo toda clase de grasas saturadas, está inmerso en la propia película.

La tecnología

Los humanos del filme son totalmente dependientes de la tecnología. Sus días consisten, literalmente, en estar sentados sin hacer absolutamente nada por sí mismos salvo consumir mientras toda su atención se dirige a un smartphone (¿Suena familiar?). Y es que, cada vez dedicamos más tiempo a nuestra vida virtual que a la real.

Si se caen de sus sillas, son físicamente incapaces de levantarse por ellos mismos. Y aunque las características y acciones de estos personajes son exagerados, el espectador de 2018 no puede ignorar cierto halo de presagio en sus comportamientos y, especialmente, en sus limitaciones y dependencias.

Todos son importantes

Wall-E es un obrero. Ha sido programado para empacar basura y transformarlos en altísimos rascacielos. Pero este trabajo, impuesto por unos humanos incapaces de tomar decisiones por si mismos, no tiene sentido, ni contribuye significativamente al mundo.

Sin embargo, el pequeño robot cambia sus circunstancias vitales y empieza a tomar sus propias decisiones. Es decir, toma una actitud más adulta que los propios humanos.

"[Wall-E] empieza a tomar decisiones adultas de todo tipo. Se enamora, se une a una revolución y derroca el orden social que ya existe ", apuntó Robinson.

Perseverancia, determinación y amor

Cuando Wall-E conoce a EVE, se enamora inmediatamente de ella y deja su cómoda rutina para perseguirla hasta los confines más lejanos de la galaxia y recuperarla.

Salir de la rutina y de LA zona de comfort no siempre es fácil. Cualquier pequeña acción necesita determinación, perseverancia y un deseo de hacer grandes cosas. Y si se hacen desde el corazón, como las hace Wall-E, mejor.

El filme recuerda que, más allá del amor romántico, la determinación a conseguir el objetivo deseado es la clave para lograrlo y que lo importante es el camino y arriesgar para adentrarse en lo inexplorado, más allá de los resultados.

Por -Agencia Europa Press

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