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Nada tiene que ver el efecto del vodka Grey Goose, que les sirvieron al llegar, pero es lógico que se rían al darse cuenta de que las dos se dan vuelta cuando alguien las llama por el mismo nombre. Después de todo, Rachel McAdams y Rachel Weisz son las dos Rachel más famosas de Hollywood. Y en el restaurante Lavelle, de Toronto, muy cerca de donde también vive McAdams, pudimos reunirlas para conversar sobre la próxima película Disobedience.
¿Si digo Rachel, quién habla primero?
Rachel McAdams (R.M.): - Ella (Risas).
Rachel Weisz (R.W.): - Es cierto, somos dos Rachel.
¿Y cuando tuvieron que trabajar juntas, cómo las llamaron en el estudio de cine, para distinguirlas?
R.M.: La gente empezaba a llamarnos W o M, por un tiempo, pero era mucho más difícil que decir “Rachel” y “Otra Rachel” o los nombres de nuestros personajes Esti y Ronit, que después de un tiempo empezamos a responder mucho más cómodas.
¿Aprendieron algo en especial entre ustedes que no sabían antes?
R.M.: Sí, tuvimos mucho tiempo para hablar más allá del cine.
R.W.: Yo sé que Rachel (McAdams) a los nueve años era una muy pero muy talentosa patinadora artística.
R.M.: Eso es lo que ella imaginó (Risas).
R.W.: En mi mente lo imaginé, pero sé que conseguiste el entrenador que querías, que tenías que entrenar después de la escuela y los fines de semana. Y el mismo entrenador esperaba que pudieras conseguir alguna…
R.M.: … medalla de oro en las Olimpiadas.
R.W.: Sí. A los nueve años te diste cuenta de que entre el patín y la escuela no tenías tiempo libre ni infancia. No lo contaste así exactamente, pero en mi mente pudiste haber sido la mejor campeona olímpica de patín artístico. Así que para mí, ella siempre va a ser mi hermosa patinadora artística, con su bello traje con lentejuelas. Yo amo las lentejuelas (Risas).
R.M.: Creo que tomamos caminos diferentes. En la próxima vida Rachel.
R.W.: Mi vida es mucho más aburrida, sin lentejuelas.
R.M.: Ah, no. Ella (Rachel Weisz) llegó a tener su propia compañía de teatro y va a empezar de nuevo. ¿No?
R.W.: Sí.
R.M.: Ya te comprometí, ahora vas a tener que hacerlo.
¿Con una película como “Disobedience” en la que dos personas tienen un enlace íntimo tan fuerte, ustedes tienen alguien en especial con quien todavía conservan una excelente relación?
R. M.: Para mal o para bien. ¿No es algo que pasa con todos los que alguna vez nos enamoramos? Cuando los vuelves a ver, te parece que los odias, pero los amas igual. Es muy extraño, aunque hayan pasado 20 años. Son cosas que nunca pasan. Tienen el poder de quedarse en nosotros...
R.W.: Todos en general tienen un enlace especial con el pasado.
¿Cómo consiguieron ustedes lograr en tan poco tiempo tanta química con la relación romántica que muestra la película?
R.W.: Cuando trabajamos juntas, sentí que las dos trabajamos en una forma similar. Fue increíblemente fácil todo lo que hicimos, tratando una y otra vez.
R.M.: Yo lo sentí como si fuera una coreografía, como un baile, donde teníamos que seguir cada paso, con un estilo de baile que conocíamos. Fue muy fácil. Esa es la mejor palabra que lo describe.
R.W.: Sí, de verdad, cada una de nosotras respaldó a la otra. Y es también una forma de afecto. La noche del estreno mundial, estábamos paradas atrás del escenario, antes de presentar la película, y yo le dije a Rachel: “Nunca hubiese podido hacer esta película con otra actriz, porque lograste que todo saliera mucho más fácil de lo que realmente debía haber sido”.
¿Cuál de las dos Rachel fue la primera en llegar a la producción de la película?
R.W.: Yo. El libro me había gustado por los dos roles femeninos tan fascinantes, con el nivel de complejidad. Y aunque el escenario era una pequeña comunidad del Norte de Londres, me pareció que el tema es muy universal. Creo que todos crecimos en algún lugar donde dejamos nuestro hogar o al menos nos quedamos viviendo cerca. Todos también tenemos cierta fe como otros la dejan por completo. Y la idea de un amor prohibido dentro de un contexto tabú como ser gay, me parece bastante universal.
¿Y a Rachel McAdams, qué le gustó de la película?
R.M.: Como Rachel, yo me enamoré de los dos personajes femeninos por igual. Eso solo ya es bastante raro y excepcional. Los personajes son algo increíble para cualquier actor y me encanta que tenga también el mismo peso, pero el rol de Esti era el más complicado. Ella actúa desde su inconsciente, donde siente que tiene que contarle al padre lo que siente. Y también ama su estilo de vida, su religión, ama a su esposo. Pero tiene que cambiar. Y al interpretarla, desde ese lugar, pasa muchísimo para la superficie, pero también mucho más por dentro de los personajes, que no se dan cuenta, con tanta confusión con alguien que nunca tuvo la oportunidad de irse o vivir una vida actualizada… Mejor cambiemos de tema porque puedo seguir hablando el día entero.