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Hace poco tuvo a su hijo León. ¿Cómo le está yendo con la faceta de mamá?
Siento que ahora es la única faceta que tengo, yo ahora soy la mamá de León. Es muy lindo estar haciendo promoción de La Cacica o verme al aire, pero ahora soy una sola cosa: mamá. Y espero tener el mejor desempeño, después de trece meses, más nueve en mi panza, no nos ha ido mal.
¿Qué ha aprendido de él?
Paciencia, entrega, amor y disposición. Saber que no hay cansancio, que se duerme, se vive y se juega con todo. Antes había descubierto el mundo de manera vertical y ahora lo veo de forma horizontal. Cocinar compotas, saber el orden de los alimentos, el valor del sueño, hacerle cosquillas a mi hijo y escucharlo reír, ese es mi sonido favorito hoy en día. Todo ahora en mi vida tiene que ver con él.
¿Cuando grabó “La Cacica2, León estaba en los planes?
No, yo estaba soltera cuando grabé La Cacica. Llegó él y me cambió la vida. Nosotras somos unas privilegiadas al poder ser madres, no estamos para reproducirnos como animalitos, sino entender que las mujeres damos vida.
¿Por qué le puso León?
Porque es un guerrero, yo sabía que mi hijo venía a guerrearla, tuvo que hacerlo desde el vientre y el nombre está bien puesto. Al ponérselo le lancé un par de batallas en la vida que me pude haber ahorrado, pero es significativo para mí y para su papá. Me enfermé, tuve una bacteria y un trombo y estuve hospitalizada a punto de perderlo. En su nombre convergen un montón de cosas milagrosas, él mismo es un milagro.
¿Qué le dejó la faceta de modelo?
Dos idiomas, inglés e italiano, uno que casi lo domino y el segundo que me encanta. El haber viajado por el mundo modelando, tener amigos en muchos lugares y poder lucir cualquier cosa que me ponga, algo que me ha servido mucho cuando hago personajes, como en La esclava blanca, cuando hacía el papel de Eugenia. Poder entrar al personaje a través de la vestimenta.
¿Cómo fue dar ese salto de la pasarela a la actuación?
Fue algo superorgánico, muchas modelos o reinas terminamos en este campo porque es como “el cometido”. Termino en la actuación porque siento que es algo que llegó a mí, no tengo claro haberlo buscado. El Canal Caracol me contactó para hacer un personaje en Dora la celadora. Me paniquié, renuncié, y haber dejado ese proyecto botado me costó unos años sin trabajar con ellos por irresponsable. De ahí sentí la responsabilidad de estudiar.
¿Qué permitió que esa carrera se pudiera consolidar?
La disciplina, estar ahí, evolucionar. Mostrar con cada cosita que se hacía que se podían lograr personajes importantes, que sí había el material para crearlos y no hacer una sola cosita. Hay gente que tiene talento, yo lo que tengo es disciplina con un poquito de talento. En el 2007 empecé a hacer pinitos en el teatro, en 2008 llegó el personaje de Doña Flor y con él me fui de gira. Ahí sentí que empezaba mi carrera como actriz.