Adelfa Martínez: una mujer comprometida con el cine colombiano
De pequeña se enamoró de las salas de cine y esa pasión creció hasta llevarla a convertirse en documentalista. Mientras trabajaba en una producción que jamás se terminó, vio la necesidad de trabajar por la industria del país.
El Espectador
¿Por qué llegó al cine?
Mi mamá me llevaba al cine y realmente disfrutaba muchísimo esa experiencia de la sala oscura, de la gran pantalla, de sentir toda esa vida maravillosa que se descubre en una sala. Mientras estudiaba coordiné el cineclub de la Universidad del Valle y ahí se afianzaron mis lazos de pertenencia con el cine. Empecé a conocer a los grandes autores, a ver películas que me marcaron muchísimo y a relacionarme con otros jóvenes que, como yo, tenían un gusto especial por lo audiovisual. Sentía una necesidad de ver cine todos los días y me convertí en productora de documental.
Usted es de Cali, viene de la meca del cine de Colombia.
Cali ha sido como un semillero de realizadores, de gente muy concentrada en la producción cinematográfica, se han formado allí, hemos tenido grandes figuras que le han aportado muchísimo a la cinematografía nacional. En mi formación tuve una cercanía clave con personas como Carlos Mayolo, quien visitaba la universidad como docente, y me formé con otros cineastas que hoy en día tienen una obra destacada.
En 1999 pasó de hacer cine a trabajar por el cine desde el Ministerio de Cultura.
Empecé haciendo documentales, fui productora durante casi una década de mi vida, pero en los últimos años trabajé con Colcultura y ahí entendí lo que significaba no tener una política pública clara para el fomento y la producción de cine. Hay mucho por hacer y por contar. Cuando dejó de existir Colcultura me invitaron a hacer una serie de documentales en la que sentí la necesidad de trabajar por aminorar esas brechas entre la televisión, el cine y lo audiovisual.
Entre 2004 y 2017 se produjeron casi 300 películas, la cifra más alta en el país hasta ahora. ¿A qué se debe?
Se debe, principalmente, a la Ley de Cine, la 814, con la que logramos incrementar la producción. El Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y los estímulos tributarios han irrigado el país. Antes de la ley se estrenaba un promedio de tres o cuatro películas al año en las salas de cine comercial, mientras que en el 2017 tuvimos una cifra récord de 44 películas. Más que la cantidad, ahora se trata de calidad, de películas diversas.
Aunque hay más películas colombianas, ¿cómo se compara la cantidad de personas que ven cine del país con las que ven cine norteamericano?
El cine nacional ha ido logrando su propio público. La cantidad de personas que ven películas colombianas debe equipararse con el público que ve cine independiente, que no es el mismo público que ve cine de Hollywood, que tiene unas grandes audiencias que han sido alimentadas durante muchos años. Cuando se trata de cine colombiano o independiente hablamos de riesgos diferentes en el tratamiento de las historias, un público más especializado y de nicho.
Entonces, ¿con qué parámetros se debe medir el cine nacional?
Se tiene que medir con los parámetros del rédito social. Tenemos que tener en cuenta que la producción nacional es lo que está generando una memoria, un álbum de familia, reconstruir la historia, la diversidad, y generar también identidad. Tener en cuenta el público al que va dirigido implica tener una relación más directa con el distribuidor y el exhibidor, que tienen la experiencia de cómo se comportan las películas en este contexto del mercado.
Fue designada como secretaria ejecutiva de la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica.
El país ha hecho una gran tarea, porque estos éxitos y logros que hemos tenido con la Ley de Cine han generado un modelo que ha sido muy bien valorado dentro de la región. Países que están en proceso de generar leyes de cine nos están pidiendo acompañarlos y compartir con ellos nuestra experiencia. Hace parte de eso, lo hemos hecho bien y de manera responsable.
En el país se están comenzando a crear contenidos audiovisuales para personas con discapacidad.
Estamos trabajando para que las películas circulen más allá del circuito comercial, porque sólo el 6 % de los municipios del país tienen salas de cine. Uno de los componentes del programa Colombia de Película es la población con discapacidad visual y auditiva. Cogimos algunos de los filmes que están en esta colección para que puedan ser entregados en programas especiales a estas personas.
¿Cómo las adaptan para que estén dirigidas a este público?
Tenemos una curaduría y hay unas empresas que las pasan a lenguaje de señas y ajustan las condiciones técnicas para unas proyecciones especiales.
¿Por qué llegó al cine?
Mi mamá me llevaba al cine y realmente disfrutaba muchísimo esa experiencia de la sala oscura, de la gran pantalla, de sentir toda esa vida maravillosa que se descubre en una sala. Mientras estudiaba coordiné el cineclub de la Universidad del Valle y ahí se afianzaron mis lazos de pertenencia con el cine. Empecé a conocer a los grandes autores, a ver películas que me marcaron muchísimo y a relacionarme con otros jóvenes que, como yo, tenían un gusto especial por lo audiovisual. Sentía una necesidad de ver cine todos los días y me convertí en productora de documental.
Usted es de Cali, viene de la meca del cine de Colombia.
Cali ha sido como un semillero de realizadores, de gente muy concentrada en la producción cinematográfica, se han formado allí, hemos tenido grandes figuras que le han aportado muchísimo a la cinematografía nacional. En mi formación tuve una cercanía clave con personas como Carlos Mayolo, quien visitaba la universidad como docente, y me formé con otros cineastas que hoy en día tienen una obra destacada.
En 1999 pasó de hacer cine a trabajar por el cine desde el Ministerio de Cultura.
Empecé haciendo documentales, fui productora durante casi una década de mi vida, pero en los últimos años trabajé con Colcultura y ahí entendí lo que significaba no tener una política pública clara para el fomento y la producción de cine. Hay mucho por hacer y por contar. Cuando dejó de existir Colcultura me invitaron a hacer una serie de documentales en la que sentí la necesidad de trabajar por aminorar esas brechas entre la televisión, el cine y lo audiovisual.
Entre 2004 y 2017 se produjeron casi 300 películas, la cifra más alta en el país hasta ahora. ¿A qué se debe?
Se debe, principalmente, a la Ley de Cine, la 814, con la que logramos incrementar la producción. El Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y los estímulos tributarios han irrigado el país. Antes de la ley se estrenaba un promedio de tres o cuatro películas al año en las salas de cine comercial, mientras que en el 2017 tuvimos una cifra récord de 44 películas. Más que la cantidad, ahora se trata de calidad, de películas diversas.
Aunque hay más películas colombianas, ¿cómo se compara la cantidad de personas que ven cine del país con las que ven cine norteamericano?
El cine nacional ha ido logrando su propio público. La cantidad de personas que ven películas colombianas debe equipararse con el público que ve cine independiente, que no es el mismo público que ve cine de Hollywood, que tiene unas grandes audiencias que han sido alimentadas durante muchos años. Cuando se trata de cine colombiano o independiente hablamos de riesgos diferentes en el tratamiento de las historias, un público más especializado y de nicho.
Entonces, ¿con qué parámetros se debe medir el cine nacional?
Se tiene que medir con los parámetros del rédito social. Tenemos que tener en cuenta que la producción nacional es lo que está generando una memoria, un álbum de familia, reconstruir la historia, la diversidad, y generar también identidad. Tener en cuenta el público al que va dirigido implica tener una relación más directa con el distribuidor y el exhibidor, que tienen la experiencia de cómo se comportan las películas en este contexto del mercado.
Fue designada como secretaria ejecutiva de la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica.
El país ha hecho una gran tarea, porque estos éxitos y logros que hemos tenido con la Ley de Cine han generado un modelo que ha sido muy bien valorado dentro de la región. Países que están en proceso de generar leyes de cine nos están pidiendo acompañarlos y compartir con ellos nuestra experiencia. Hace parte de eso, lo hemos hecho bien y de manera responsable.
En el país se están comenzando a crear contenidos audiovisuales para personas con discapacidad.
Estamos trabajando para que las películas circulen más allá del circuito comercial, porque sólo el 6 % de los municipios del país tienen salas de cine. Uno de los componentes del programa Colombia de Película es la población con discapacidad visual y auditiva. Cogimos algunos de los filmes que están en esta colección para que puedan ser entregados en programas especiales a estas personas.
¿Cómo las adaptan para que estén dirigidas a este público?
Tenemos una curaduría y hay unas empresas que las pasan a lenguaje de señas y ajustan las condiciones técnicas para unas proyecciones especiales.