Alberto Roa: “No hay verdadera universidad sin investigación de carácter científico”
El actual rector de la de la Universidad Tecnológica de Bolívar habla sobre los desafíos de la educación superior en Colombia y cuenta cómo esta institución se ha convertido en un ejemplo en la región.
Su trayectoria siempre ha estado ligada a la educación, ¿por qué quiso dedicarse a la academia?
La verdad, no recuerdo haber contemplado de joven la idea de ser educador y dedicarme a la academia. Resulté siendo profesor casi por accidente. Sin embargo, fui cultivando lenta y evolutivamente una profunda pasión por la educación, hasta el punto de no poder contemplar para mí una posible vida distinta. La educación hoy, y en particular la vida universitaria, me ocupa y me reta diariamente, con la convicción de que no hay felicidad posible sin ella.
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Ha sido secretario general, director y vicerrector académico en distintas universidades desde hace varios años, ¿cómo ve que ha cambiado o evolucionado la educación universitaria en el país?
Es bueno resaltar que la educación superior de Colombia ha avanzado significativamente tanto en cobertura como en calidad. En los últimos años hemos logrado coberturas de más del 50 %, cuando a inicios del siglo rondábamos por el 30 %. Por otro lado, el Sistema Nacional de Acreditación, que inició sus actividades en 1995, ha producido un importante mejoramiento de calidad en muchas instituciones del país. Sin embargo, todavía existen múltiples desafíos. Muchísimos jóvenes colombianos talentosos, en particular en las regiones, se quedan por fuera del sistema, lo cual les quita buena parte de sus esperanzas de una mejor vida.
¿Cómo cree que la pandemia afectó los planteles educativos? ¿Disminuyó el número de estudiantes de pregrado?
Sí disminuyó, sobre todo en los sectores más vulnerables, pero esta disminución resultó inferior a la esperada. Pudimos registrar también un claro fenómeno de resiliencia y de apuesta por la educación superior por parte de los estudiantes y sus familias. En épocas de crisis, al parecer, los colombianos concentran sus esfuerzos en algo tan definitivo para el futuro como la educación. Por supuesto esta persistencia tuvo que ser apoyada con muchos recursos por parte de las instituciones para resolver, por ejemplo, los problemas de conectividad de los estudiantes y establecer líneas de apoyo financiero. Para esto último es muy diciente el apoyo de empresarios y otros sectores sociales.
Actualmente es rector de la Universidad Tecnológica de Bolívar, ¿cuál ha sido el mayor reto al asumir este rol?
El mayor reto ha sido brindar posibilidades de acceso a nuestros estudiantes cartageneros y de la región Caribe, que vienen de sectores vulnerables, pero que son jóvenes talentosos y llenos de anhelos de transformación personal y social. El desafío consiste en crear esquemas de financiamiento que nos permitan seguir consolidando una educación de altísima calidad en un entorno vulnerable y con una vocación ampliamente inclusiva. La idea es desarrollar una educación superior orientada al valor agregado en términos de empleabilidad, ciudadanía y transformación del entorno.
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En su opinión, ¿cuáles son las ventajas que tiene estudiar en esta universidad?
La Universidad Tecnológica de Bolívar es ampliamente inclusiva, con un gran sello de emprendimiento, innovación y vinculación con el mundo empresarial, lo cual se refleja en la empleabilidad de los estudiantes. De acuerdo con las cifras del Observatorio Laboral de Educación (OLE), la tasa de empleabilidad de la UTB es de las más altas de la región Caribe y del país. Un porcentaje muy alto de los profesores cuenta con títulos de maestría y doctorado, y la estrategia de internacionalización ha sido muy valorada tanto por estudiantes como por los pares académicos.
¿Qué hace que una universidad se ubique entre las mejores de un país?
Lo principal son sus profesores, quienes tienen sobre sus hombros las tareas de docencia, investigación y extensión. No es concebible una universidad de calidad sin un cuerpo profesoral altísimamente calificado. Por otro lado, se requiere contar con un sistema interno de aseguramiento de la calidad, que garantice el efectivo cumplimiento de los propósitos y la misión universitaria, y pueda dar cuenta a la sociedad de este cumplimiento con indicadores precisos.
Ha sido miembro del Consejo Nacional de Acreditación, del Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) y de la Comisión Regional de Ciencia y Tecnología de la Región Caribe colombiana, ¿cuál es la importancia de la ciencia y la investigación en el campo educativo?
No hay verdadera universidad sin investigación de carácter científico. Esta es una institución del conocimiento y en ese compromiso se juega el verdadero papel que cumple en la sociedad. En Colombia no hemos logrado aún avanzar en una inversión suficiente del Estado y la sociedad en su conjunto en ciencia y tecnología, y eso es una limitación importante para el desarrollo de las universidades. Esto es más claro aún en las regiones, en donde estamos trabajando por consolidar una comunidad científica que pueda utilizar la ciencia como respuesta a los principales desafíos del desarrollo.
Su trayectoria siempre ha estado ligada a la educación, ¿por qué quiso dedicarse a la academia?
La verdad, no recuerdo haber contemplado de joven la idea de ser educador y dedicarme a la academia. Resulté siendo profesor casi por accidente. Sin embargo, fui cultivando lenta y evolutivamente una profunda pasión por la educación, hasta el punto de no poder contemplar para mí una posible vida distinta. La educación hoy, y en particular la vida universitaria, me ocupa y me reta diariamente, con la convicción de que no hay felicidad posible sin ella.
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Ha sido secretario general, director y vicerrector académico en distintas universidades desde hace varios años, ¿cómo ve que ha cambiado o evolucionado la educación universitaria en el país?
Es bueno resaltar que la educación superior de Colombia ha avanzado significativamente tanto en cobertura como en calidad. En los últimos años hemos logrado coberturas de más del 50 %, cuando a inicios del siglo rondábamos por el 30 %. Por otro lado, el Sistema Nacional de Acreditación, que inició sus actividades en 1995, ha producido un importante mejoramiento de calidad en muchas instituciones del país. Sin embargo, todavía existen múltiples desafíos. Muchísimos jóvenes colombianos talentosos, en particular en las regiones, se quedan por fuera del sistema, lo cual les quita buena parte de sus esperanzas de una mejor vida.
¿Cómo cree que la pandemia afectó los planteles educativos? ¿Disminuyó el número de estudiantes de pregrado?
Sí disminuyó, sobre todo en los sectores más vulnerables, pero esta disminución resultó inferior a la esperada. Pudimos registrar también un claro fenómeno de resiliencia y de apuesta por la educación superior por parte de los estudiantes y sus familias. En épocas de crisis, al parecer, los colombianos concentran sus esfuerzos en algo tan definitivo para el futuro como la educación. Por supuesto esta persistencia tuvo que ser apoyada con muchos recursos por parte de las instituciones para resolver, por ejemplo, los problemas de conectividad de los estudiantes y establecer líneas de apoyo financiero. Para esto último es muy diciente el apoyo de empresarios y otros sectores sociales.
Actualmente es rector de la Universidad Tecnológica de Bolívar, ¿cuál ha sido el mayor reto al asumir este rol?
El mayor reto ha sido brindar posibilidades de acceso a nuestros estudiantes cartageneros y de la región Caribe, que vienen de sectores vulnerables, pero que son jóvenes talentosos y llenos de anhelos de transformación personal y social. El desafío consiste en crear esquemas de financiamiento que nos permitan seguir consolidando una educación de altísima calidad en un entorno vulnerable y con una vocación ampliamente inclusiva. La idea es desarrollar una educación superior orientada al valor agregado en términos de empleabilidad, ciudadanía y transformación del entorno.
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En su opinión, ¿cuáles son las ventajas que tiene estudiar en esta universidad?
La Universidad Tecnológica de Bolívar es ampliamente inclusiva, con un gran sello de emprendimiento, innovación y vinculación con el mundo empresarial, lo cual se refleja en la empleabilidad de los estudiantes. De acuerdo con las cifras del Observatorio Laboral de Educación (OLE), la tasa de empleabilidad de la UTB es de las más altas de la región Caribe y del país. Un porcentaje muy alto de los profesores cuenta con títulos de maestría y doctorado, y la estrategia de internacionalización ha sido muy valorada tanto por estudiantes como por los pares académicos.
¿Qué hace que una universidad se ubique entre las mejores de un país?
Lo principal son sus profesores, quienes tienen sobre sus hombros las tareas de docencia, investigación y extensión. No es concebible una universidad de calidad sin un cuerpo profesoral altísimamente calificado. Por otro lado, se requiere contar con un sistema interno de aseguramiento de la calidad, que garantice el efectivo cumplimiento de los propósitos y la misión universitaria, y pueda dar cuenta a la sociedad de este cumplimiento con indicadores precisos.
Ha sido miembro del Consejo Nacional de Acreditación, del Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) y de la Comisión Regional de Ciencia y Tecnología de la Región Caribe colombiana, ¿cuál es la importancia de la ciencia y la investigación en el campo educativo?
No hay verdadera universidad sin investigación de carácter científico. Esta es una institución del conocimiento y en ese compromiso se juega el verdadero papel que cumple en la sociedad. En Colombia no hemos logrado aún avanzar en una inversión suficiente del Estado y la sociedad en su conjunto en ciencia y tecnología, y eso es una limitación importante para el desarrollo de las universidades. Esto es más claro aún en las regiones, en donde estamos trabajando por consolidar una comunidad científica que pueda utilizar la ciencia como respuesta a los principales desafíos del desarrollo.