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La historia comenzó con el mariachi. Las cuerdas, la trompeta y los cantos al amor, al desamor, a la tierra y a la mujer. También estaba el tequila para calentar la garganta, para hacer la nostalgia más llevadera en las noches largas de familia y amigos, de fiesta, de encuentro con la música y los recuerdos. Los trajes ajustados de charro con sus reconocibles sombreros que remiten a un solo lugar del México profundo, del México que suena en todo el mundo: Jalisco. Los conciertos, la fama y, con ella, las nuevas posibilidades y nuevos descubrimientos. El pop. Sí, el género más escuchado, la puerta de entrada a otras geografías. Un éxito asegurado, no obstante, ese pasado de tradiciones, de raíces, de lo propio, nunca se fue de su repertorio.
Alejandro Fernández entendió el momento perfecto para volver a prestar su voz suave, cálida y certera para entonar el himno de la figura de la mexicanidad. Así fue que nació Caballero, la canción que es la antesala al nuevo trabajo discográfico mariachi que ha estado preparando durante todo este año y que saldrá al público el próximo 2020. “Sentía que tenía el compromiso con mi público, cuando me di el permiso, o más bien, cuando me lo dieron ellos, de explorar en el pop, siempre dije y me comprometí a que no iba a dejar la música mexicana. Y a pesar de que no tenía un disco de este género o estaba sacando un tema pop, en mis conciertos solía llevar al mariachi y era impresionante la reacción”, dijo en exclusiva El Potrillo a El Espectador. También fue por su apellido, por la expectativa de unos aficionados que recibieron mucho del gran Vicente Fernández, su papá, que se retiró de los escenarios el 16 de abril de 2016 en el estadio Azteca, en Ciudad de México. “Este trabajo también lo hice por la obligación que siento de portar el Fernández”. Y el regreso al mariachi, a los años cuando se dio paso a la música, cuando trazó su propio camino de éxitos en la industria con canciones como Me dediqué a perderte, Como quien pierde una estrella, Se me va la voz, entre otras, lo hizo como si el tiempo no hubiese pasado, como si el pop hubiese sido la preparación y el proceso de maduración para abrirse un espacio como uno de los embajadores del símbolo musical de México en el siglo XXI. Con cierta mesura y timidez, Alejandro Fernández no se considera aún una figura muy cercana a lo que fue su papá, a lo que sigue siendo: el último de los representantes de la ranchera, entre los que se cuenta a Jorge Negrete, Pedro Infante, José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel. “Para allá voy, ese es mi tirada, mi objetivo, y lo seré con mucho honor y orgullo”.
Por eso la locación del video de Caballero debía ser en el estado de Jalisco, la tierra natal de su papá, en la suya, en donde nació el género, en donde sus nostalgias están ancladas y donde se repiten aún en la lejanía. “Tiene todo el sentido de la canción mexicana, mucha picardía, es muy fresca y no está trillada”, describió del sencillo compuesto por José Luis Roma y dirigido por Óliver Castro, de Amores perros, en un escenario que le hace apología a su “México lindo y querido”, como la canción de Chucho Monge, en la que la belleza de Tapalpa se combina con la de la mujer amada que a la vez es la prohibida, la que está con otro y está supeditada a ello. La sumatoria de la canción de mariachi por excelencia, la que viene del corazón.
Más allá de los escándalos en los que se ha visto envuelto, en los que el morbo de los medios callan su voz y nublan su talento, porque su apellido, en sí, es noticia por cualquier movimiento que haga, El Potrillo responde con más trabajo, más propuestas y ahora con más ranchera. “Mi niñez no fue nada fácil. No tuve muchos problemas, pero en la escuela me buleaban por ser hijo de mi padre. Aprendí a defenderme”, dice quien se ganó el título de heredero de Chente, el mismo que ha tratado de generar su propia marca. Pero no solo fueron los otros, pues él también tuvo una época en la que la indisciplina quizá fue un mecanismo de defensa, quizá de rebeldía. “En una ocasión estaba jugando con pirotecnia y aventé una luz de bengala y esta cayó en el techo de un carro convertible de mi papá. ¡Y se produjo un incendio! Y, claro, vino el regaño de él”.
Sus 17 álbumes de estudio, los más de 35 millones de discos vendidos, los dos Grammy Latino y los seis Premios Billboard dan cuenta de que provenir de la familia Fernández fue un trampolín y que su voz y talento son el impulso que catapultaron al éxito en la música. Ese impulso volvió a tomar vuelo con Caballero y su ascenso se ratificará cuando la historia del mariachi le dé el título de representante de la mexicanidad.
Sobre el álbum
Aún no hay nombre oficial para el álbum producido por Aureo Baqueiro, que recogerá a Caballero y a otras 11 canciones que serán interpretadas en su totalidad por Fernández. “Ha sido un trabajo en equipo, empezamos por la selección de compositores, que no fue nada fácil, nos llevó como 400 canciones para escucharlos”, cuenta sobre el proceso creativo. Además de José Luis Roma, en el disco también participan los autores mexicanos Christian Nodal, Luis Carlos Monroy, Jorge Massias y Chico Elizalde, y el colombiano Mauricio Rengifo. Los Ángeles, Nueva York y Barcelona han sido los lugares de grabación.
Para Fernández, el recién publicado tema es hasta ahora su canción favorita de todo su repertorio. “Siento que va a ser muy fuerte, que va a ser un clásico y va a durar muchos años”. No en vano, en su primer día de lanzamiento tuvo más de 600.000 reproducciones en Youtube.
*La periodista viajó a Los Ángeles
por invitación de Universal Music.