Quitarse la ropa de Juanpis González
Alejandro Riaño aclara qué es lo que sucederá con su personaje más icónico. Explica las razones por las que no ha dado de baja al “rolo gomelo” que interpreta y cuenta qué otros planes tiene, entre ellos, escribir una película que no tendrá nada de humor.
Daniela Cristancho
“De pequeño tuve la oportunidad de dormir en el Palacio de Nariño, porque era amigo de uno de los hijos de uno de los presidentes de este país”, cuenta Alejandro Riaño. “En esos seis u ocho meses que duró esa amistad vi absolutamente todo con mis propios ojos. Cómo se mueve el mundo de la política, se reúnen los unos con los otros y al final todos terminan siendo amigos, y quienes estamos acá alzando la voz somos el pueblo, porque no entendemos lo que pasa allá arriba”, dice en el camerino del Teatro.co, el lugar donde recibe a las personalidades que entrevista Juanpis González, ese personaje que creó hace cinco años.
Riaño no tiene dificultad para encarnar a González. Se pone gel en el pelo, viste una camisa polo, un saco del mismo estilo, gafas de sol y exagera lo que él llama “el acento de un rolo gomelo”. Es un personaje que preparó toda su vida, lo conoció de primera mano, era un compañero del colegio. “Él hablaba todo el tiempo así: “Unos guaritos, quesitos, jamoncitos, unas hembritas”. Produje un personaje dentro de lo que conozco, pero lo hice un mal ser humano para mostrar cómo trabaja cierta gente desde las altas esferas de la sociedad. Siempre se habla desde el pueblo, desde el más jodido, desde el pobre, y los personajes se crean a partir de ahí, pero no había uno que hablara desde la maldad de un lugar privilegiado”.
El personaje se popularizó en 2018 después de una entrevista que le hizo al entonces candidato a la Presidencia Iván Duque. De ahí en adelante comenzó la bola de nieve. Creó un canal de Youtube, que hoy tiene casi 1,9 millones de suscriptores; el Juanpis Live Show, su programa de entrevistas; el Teatro.co, donde se opera Riaño Producciones; el JP Club, un restaurante y bar en el centro comercial Santafé; “Juanpis González”, la serie producida por Netflix, y hasta la JP Beer, la marca de cerveza de Juanpis.
“Le debo muchísimas cosas al personaje, prácticamente toda mi vida en la comedia. Me ha hecho entender la importancia de una herramienta tan poderosa como la comedia, pero que sí trae consigo una serie de problemas e incomodidades”.
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Hace un par de meses algunos medios de comunicación, luego de una serie de transmisiones que emitió desde sus redes sociales, afirmaron que “Juanpis González” llegaba a su final. No era cierto.
“Simplemente comenté que no es bueno quedarse en la zona de confort, pero no dije que el personaje tenía fecha y hora de caducidad. Nos falta una gira por Centroamérica, Suramérica, Estados Unidos, Europa y Australia. Como somos nuestros propios productores, esto lleva un tiempo, si digo que apenas se acaben las giras vamos a acabar con “Juanpis González”, esto puede ser casi que un año y medio o dos años después, pero la idea sí es desprendernos mucho del contenido del personaje”.
El fin de “Juanpis González”, tan tarde o temprano como eso pueda ser, no responde a un único motivo. “Es una necesidad personal, como ha sido todo en mi vida. Creo que todas las cosas cumplen un ciclo y se pierde el gusto si no se está en un constante cambio. Hay desmotivaciones en el camino y momentos familiares que hacen que uno se replantee muchas cosas, por ejemplo estar siempre trabajando hacia el público y no hacia uno”, asegura el comediante, quien durante unos meses el año pasado tuvo que hacer una pausa. Su mente no estaba enfocada en hacer reír a otras personas, sino en atravesar el divorcio con su exesposa y en que sus hijos sintieran el cambio de la forma menos abrupta posible.
“Veníamos de un estallido social muy fuerte y, aunque la gente lo crea o no, eso mentalmente es complejo en la vida de uno, porque se siente mucha presión constantemente. La gente está todo el tiempo diciendo, ‘De este gobierno no habla, qué pasó, ahora sí se quedó callado…’. A veces no se entiende que, aunque uno esté en la vida pública, también tiene derecho de descansar. Ya volvimos a salir un poco con contenido sobre lo que está pasando hoy en día en el país, pero fue necesario parar y estar conmigo”.
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El paulatino desprendimiento del personaje coincide con el nacimiento de una nueva ilusión: la dirección y la escritura. “Estudié teatro en la Casa del Teatro Nacional. Me formé como actor y el teatro es mi vida, pero estar actuando no me genera tanta pasión como creía. Voy a seguir trabajando desde el arte, pero me gusta más estar detrás de cámaras. Voy a empezar a escribir una película, mi ópera prima, que no tiene nada que ver con el humor, y es algo que me mueve muchísimo más y me ilusiona nuevamente”.
¿Por qué no simplemente soltar a Juanpis?, le pregunto. “Juanpis sostiene todo esto”, dice señalando hacia arriba, donde se encuentra el escenario. “No he podido soltarlo precisamente para no tener que sacar a todo el mundo. Es doloroso, uno no puede descansar, sino que realmente me toca seguir sí o sí para que el proyecto continúe funcionando, esa es otra cosa que la gente ni siquiera entiende”.
Además de eso que señala, ¿hay otro miedo al ir dejando a un lado a Juanpis, por ejemplo, que siempre relacionen a Alejandro Riaño con Juanpis González?
“No, realmente nunca he tenido miedo de que me encasillen, porque ahí estaría siendo un poco el personaje. Juanpis trabaja por el qué dirán, por el apellido, por la opinión ajena. Entonces no, realmente eso lo entendí desde muy pequeño, uno vino a vivir su propia vida, no la de los demás. Si realmente tengo que seguir el personaje o dejarlo, es mi vida y decido sobre ella qué quiero hacer”.
Hablamos sobre Andrés Parra, quien estudiaba en el mismo colegio que Riaño y quien a sus ojos es el mejor actor de Colombia. Tras encarnar a Pablo Escobar, Parra tuvo una serie de retos para despegarse del personaje, para literalmente quitarse su ropa. “Entiendo perfectamente lo que le pasó a él. Cuando empecé a estudiar teatro, también aprendí desde algún lugar a soltarlos. Parra se dedica 100 % a eso, es su vida. A mí me ha costado menos el proceso de soltar el personaje, pero el humor sí está todo el tiempo acá, ese nunca se abandona”.
Quizá se trate de una comparación injusta, ya que la vida de Alejandro Riaño no guardaba las distancias que sí tenía Parra con su personaje. “Realmente he sido una persona privilegiada desde que nací, nunca me ha faltado absolutamente nada. He tenido casi que los mismos privilegios del personaje, pero en este trasegar de la vida me empecé a dar cuenta del mundo tan banal en el que vivía, los lugares a los que pertenecía, los comentarios de la gente. Siempre tuve mucho contacto con las personas que trabajaron en el lugar donde viví, entonces nunca me creí más que nadie, pero hubiese podido terminar siendo como Juanpis. No termino de entender por qué soy así, solo que muchos factores me han llevado a denunciar lo que pasa ahí en ese mundo”.
“De pequeño tuve la oportunidad de dormir en el Palacio de Nariño, porque era amigo de uno de los hijos de uno de los presidentes de este país”, cuenta Alejandro Riaño. “En esos seis u ocho meses que duró esa amistad vi absolutamente todo con mis propios ojos. Cómo se mueve el mundo de la política, se reúnen los unos con los otros y al final todos terminan siendo amigos, y quienes estamos acá alzando la voz somos el pueblo, porque no entendemos lo que pasa allá arriba”, dice en el camerino del Teatro.co, el lugar donde recibe a las personalidades que entrevista Juanpis González, ese personaje que creó hace cinco años.
Riaño no tiene dificultad para encarnar a González. Se pone gel en el pelo, viste una camisa polo, un saco del mismo estilo, gafas de sol y exagera lo que él llama “el acento de un rolo gomelo”. Es un personaje que preparó toda su vida, lo conoció de primera mano, era un compañero del colegio. “Él hablaba todo el tiempo así: “Unos guaritos, quesitos, jamoncitos, unas hembritas”. Produje un personaje dentro de lo que conozco, pero lo hice un mal ser humano para mostrar cómo trabaja cierta gente desde las altas esferas de la sociedad. Siempre se habla desde el pueblo, desde el más jodido, desde el pobre, y los personajes se crean a partir de ahí, pero no había uno que hablara desde la maldad de un lugar privilegiado”.
El personaje se popularizó en 2018 después de una entrevista que le hizo al entonces candidato a la Presidencia Iván Duque. De ahí en adelante comenzó la bola de nieve. Creó un canal de Youtube, que hoy tiene casi 1,9 millones de suscriptores; el Juanpis Live Show, su programa de entrevistas; el Teatro.co, donde se opera Riaño Producciones; el JP Club, un restaurante y bar en el centro comercial Santafé; “Juanpis González”, la serie producida por Netflix, y hasta la JP Beer, la marca de cerveza de Juanpis.
“Le debo muchísimas cosas al personaje, prácticamente toda mi vida en la comedia. Me ha hecho entender la importancia de una herramienta tan poderosa como la comedia, pero que sí trae consigo una serie de problemas e incomodidades”.
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Hace un par de meses algunos medios de comunicación, luego de una serie de transmisiones que emitió desde sus redes sociales, afirmaron que “Juanpis González” llegaba a su final. No era cierto.
“Simplemente comenté que no es bueno quedarse en la zona de confort, pero no dije que el personaje tenía fecha y hora de caducidad. Nos falta una gira por Centroamérica, Suramérica, Estados Unidos, Europa y Australia. Como somos nuestros propios productores, esto lleva un tiempo, si digo que apenas se acaben las giras vamos a acabar con “Juanpis González”, esto puede ser casi que un año y medio o dos años después, pero la idea sí es desprendernos mucho del contenido del personaje”.
El fin de “Juanpis González”, tan tarde o temprano como eso pueda ser, no responde a un único motivo. “Es una necesidad personal, como ha sido todo en mi vida. Creo que todas las cosas cumplen un ciclo y se pierde el gusto si no se está en un constante cambio. Hay desmotivaciones en el camino y momentos familiares que hacen que uno se replantee muchas cosas, por ejemplo estar siempre trabajando hacia el público y no hacia uno”, asegura el comediante, quien durante unos meses el año pasado tuvo que hacer una pausa. Su mente no estaba enfocada en hacer reír a otras personas, sino en atravesar el divorcio con su exesposa y en que sus hijos sintieran el cambio de la forma menos abrupta posible.
“Veníamos de un estallido social muy fuerte y, aunque la gente lo crea o no, eso mentalmente es complejo en la vida de uno, porque se siente mucha presión constantemente. La gente está todo el tiempo diciendo, ‘De este gobierno no habla, qué pasó, ahora sí se quedó callado…’. A veces no se entiende que, aunque uno esté en la vida pública, también tiene derecho de descansar. Ya volvimos a salir un poco con contenido sobre lo que está pasando hoy en día en el país, pero fue necesario parar y estar conmigo”.
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El paulatino desprendimiento del personaje coincide con el nacimiento de una nueva ilusión: la dirección y la escritura. “Estudié teatro en la Casa del Teatro Nacional. Me formé como actor y el teatro es mi vida, pero estar actuando no me genera tanta pasión como creía. Voy a seguir trabajando desde el arte, pero me gusta más estar detrás de cámaras. Voy a empezar a escribir una película, mi ópera prima, que no tiene nada que ver con el humor, y es algo que me mueve muchísimo más y me ilusiona nuevamente”.
¿Por qué no simplemente soltar a Juanpis?, le pregunto. “Juanpis sostiene todo esto”, dice señalando hacia arriba, donde se encuentra el escenario. “No he podido soltarlo precisamente para no tener que sacar a todo el mundo. Es doloroso, uno no puede descansar, sino que realmente me toca seguir sí o sí para que el proyecto continúe funcionando, esa es otra cosa que la gente ni siquiera entiende”.
Además de eso que señala, ¿hay otro miedo al ir dejando a un lado a Juanpis, por ejemplo, que siempre relacionen a Alejandro Riaño con Juanpis González?
“No, realmente nunca he tenido miedo de que me encasillen, porque ahí estaría siendo un poco el personaje. Juanpis trabaja por el qué dirán, por el apellido, por la opinión ajena. Entonces no, realmente eso lo entendí desde muy pequeño, uno vino a vivir su propia vida, no la de los demás. Si realmente tengo que seguir el personaje o dejarlo, es mi vida y decido sobre ella qué quiero hacer”.
Hablamos sobre Andrés Parra, quien estudiaba en el mismo colegio que Riaño y quien a sus ojos es el mejor actor de Colombia. Tras encarnar a Pablo Escobar, Parra tuvo una serie de retos para despegarse del personaje, para literalmente quitarse su ropa. “Entiendo perfectamente lo que le pasó a él. Cuando empecé a estudiar teatro, también aprendí desde algún lugar a soltarlos. Parra se dedica 100 % a eso, es su vida. A mí me ha costado menos el proceso de soltar el personaje, pero el humor sí está todo el tiempo acá, ese nunca se abandona”.
Quizá se trate de una comparación injusta, ya que la vida de Alejandro Riaño no guardaba las distancias que sí tenía Parra con su personaje. “Realmente he sido una persona privilegiada desde que nací, nunca me ha faltado absolutamente nada. He tenido casi que los mismos privilegios del personaje, pero en este trasegar de la vida me empecé a dar cuenta del mundo tan banal en el que vivía, los lugares a los que pertenecía, los comentarios de la gente. Siempre tuve mucho contacto con las personas que trabajaron en el lugar donde viví, entonces nunca me creí más que nadie, pero hubiese podido terminar siendo como Juanpis. No termino de entender por qué soy así, solo que muchos factores me han llevado a denunciar lo que pasa ahí en ese mundo”.