Alejandro Sanz, un personaje tocado por la música
El artista español, quien tiene cerca de tres décadas de actividad musical, fue declarado Personaje de 2017 por la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación.
Jahel Mahecha
Antes de cualquier pregunta, Alejandro Sanz advierte que una de las cosas que hace mal en su vida es hablar y por eso prefiere que su guitarra y su piano hablen por él. Es su lenguaje, la forma de comunicación que realmente siente genuina. Cada disco cuenta su historia, la de sus amigos, la del extraño, la de todos un poco. Sólo deja, según cuenta, que el inconsciente pinte las ideas que a través de su voz se expandirán hasta oídos ajenos.
Para el español, casi todo es transitorio: los momentos, las palabras, la gente, y cree que la música es lo único que queda, lo que permanece, así la vestimenta que tengan las canciones no sea la misma y los ritmos que las cobijen sean distantes entre sí. Esa es la razón fundamental para expresar lo que al parecer se convirtió en su filosofía hace un par de años: la música no se toca. Alejandro Sanz, cuyo nombre real es Alejandro Sánchez Pizarro, lleva tres décadas aferrado a su arte, y ese hecho lo hace pensar que la vida es un milagro y que la música se aferra muy bien a los recuerdos.
Guiado por ese pensamiento, el artista publicó hace unos años el álbum La música no se toca, realizado junto con el productor colombiano Julio Reyes Copello, a quien describe como un hombre paciente, talentoso y además muy orgulloso de sus raíces. “En todas las canciones siempre hizo sonar su arpa llanera o un instrumento que recordara su tierra. Así que fue un regalo haberle conocido y es un orgullo haber podido trabajar con él”, comentó en su momento Sanz, a quien la Academia de Grabación de la Música Latina postula como el Personaje del Año y quien fue nombre central en la gala previa a la entrega del galardón de los Grammy Latino.
Aunque confiesa que en discos anteriores, como Los chulos son pa’ cuidarlos (1989), Viviendo de prisa (1991), Si tú me miras (1993) y 3 (1995), procuraba improvisar las letras y las melodías, el alma de sus más recientes registros se gestó en una rueda de acordes y sobre ella buscó edificar el ritmo y la estructura de cada canción. Sanz resume su labor creativa con la frase “hay que tratar siempre que el traje salga con el sombrero”.
Alejandro Sanz, quien canta romances y vibra al ritmo de bulerías desde sus años de infancia, está en permanente análisis de su repertorio. De ahí que visite creaciones inolvidables para el público, como Amiga mía y Corazón partío, pero también comparta su voz en algunos sencillos de elaboración más reciente, como No me compares, Se vende y Mi marciana, canción con la que obtuvo en una de sus visitas a América doble disco de platino en Colombia, quíntuple disco de platino en España y disco de oro en Perú, Chile y Uruguay.
Desde su producción debut, en la que mostraba su interés adolescente y su figura juvenil, hasta el álbum Sirope, publicado en 2015, Alejandro Sanz se ha caracterizado por exhibir distintas aristas en sus propuestas sonoras. Se ha amoldado a sus propios gustos y esa capacidad de reinvención es la que lo ha conducido a ser una de las figuras más importantes de la música en castellano, porque, más allá de vender millones de discos y de llenar estadios en los escenarios más representativos de Iberoamérica, es capaz de aventurarse por fórmulas musicales que se alejan del mandato comercial, lo cual ha provocado, incluso, la deserción de algunos de sus seguidores.
En una de sus más recientes giras por Colombia, Alejandro Sanz afirmó que su visita tenía un propósito claro: “Demostrar que, a pesar de los cambios y de la velocidad con la que corre el mundo, la música no se vende. Es el alma de los principios perdidos”. Esa frase, y muchas otras que ha dejado consignadas en sus canciones y en sus opiniones sobre la realidad contemporánea, lo tienen hoy en el lugar de privilegio que ostenta. Así es Sanz, el hombre tocado por la música, así es el Personaje del Año para el espectro sonoro en América Latina.
Antes de cualquier pregunta, Alejandro Sanz advierte que una de las cosas que hace mal en su vida es hablar y por eso prefiere que su guitarra y su piano hablen por él. Es su lenguaje, la forma de comunicación que realmente siente genuina. Cada disco cuenta su historia, la de sus amigos, la del extraño, la de todos un poco. Sólo deja, según cuenta, que el inconsciente pinte las ideas que a través de su voz se expandirán hasta oídos ajenos.
Para el español, casi todo es transitorio: los momentos, las palabras, la gente, y cree que la música es lo único que queda, lo que permanece, así la vestimenta que tengan las canciones no sea la misma y los ritmos que las cobijen sean distantes entre sí. Esa es la razón fundamental para expresar lo que al parecer se convirtió en su filosofía hace un par de años: la música no se toca. Alejandro Sanz, cuyo nombre real es Alejandro Sánchez Pizarro, lleva tres décadas aferrado a su arte, y ese hecho lo hace pensar que la vida es un milagro y que la música se aferra muy bien a los recuerdos.
Guiado por ese pensamiento, el artista publicó hace unos años el álbum La música no se toca, realizado junto con el productor colombiano Julio Reyes Copello, a quien describe como un hombre paciente, talentoso y además muy orgulloso de sus raíces. “En todas las canciones siempre hizo sonar su arpa llanera o un instrumento que recordara su tierra. Así que fue un regalo haberle conocido y es un orgullo haber podido trabajar con él”, comentó en su momento Sanz, a quien la Academia de Grabación de la Música Latina postula como el Personaje del Año y quien fue nombre central en la gala previa a la entrega del galardón de los Grammy Latino.
Aunque confiesa que en discos anteriores, como Los chulos son pa’ cuidarlos (1989), Viviendo de prisa (1991), Si tú me miras (1993) y 3 (1995), procuraba improvisar las letras y las melodías, el alma de sus más recientes registros se gestó en una rueda de acordes y sobre ella buscó edificar el ritmo y la estructura de cada canción. Sanz resume su labor creativa con la frase “hay que tratar siempre que el traje salga con el sombrero”.
Alejandro Sanz, quien canta romances y vibra al ritmo de bulerías desde sus años de infancia, está en permanente análisis de su repertorio. De ahí que visite creaciones inolvidables para el público, como Amiga mía y Corazón partío, pero también comparta su voz en algunos sencillos de elaboración más reciente, como No me compares, Se vende y Mi marciana, canción con la que obtuvo en una de sus visitas a América doble disco de platino en Colombia, quíntuple disco de platino en España y disco de oro en Perú, Chile y Uruguay.
Desde su producción debut, en la que mostraba su interés adolescente y su figura juvenil, hasta el álbum Sirope, publicado en 2015, Alejandro Sanz se ha caracterizado por exhibir distintas aristas en sus propuestas sonoras. Se ha amoldado a sus propios gustos y esa capacidad de reinvención es la que lo ha conducido a ser una de las figuras más importantes de la música en castellano, porque, más allá de vender millones de discos y de llenar estadios en los escenarios más representativos de Iberoamérica, es capaz de aventurarse por fórmulas musicales que se alejan del mandato comercial, lo cual ha provocado, incluso, la deserción de algunos de sus seguidores.
En una de sus más recientes giras por Colombia, Alejandro Sanz afirmó que su visita tenía un propósito claro: “Demostrar que, a pesar de los cambios y de la velocidad con la que corre el mundo, la música no se vende. Es el alma de los principios perdidos”. Esa frase, y muchas otras que ha dejado consignadas en sus canciones y en sus opiniones sobre la realidad contemporánea, lo tienen hoy en el lugar de privilegio que ostenta. Así es Sanz, el hombre tocado por la música, así es el Personaje del Año para el espectro sonoro en América Latina.