Arelys Henao y crecer en medio del conflicto armado: “Estoy viva de milagro”
La cantante de música popular es la protagonista de la más reciente entrega de “Claro Oscuro”, el formato de entrevistas en video de la sección de Entretenimiento de El Espectador. Habla de la fama, el éxito, las raíces de su canto y del reto de crecer en medio del conflicto armado.
Verónica Orozco como Arelys Henao en la novela de Caracol Televisión
Me gusta mucho el papel que ha hecho Verónica (Orozco). Sabíamos que si se quería mostrar lo que es mi vida ahora como una mujer adulta, necesitábamos una actriz que también diera un poquito de eso y creo que Verónica fue perfecta.
¿Cómo se definió que fuera ella?
A mí me gustan muchas actrices. Vimos en el casting a muchas, pero como que ninguna daba ese toque que se buscaba. Y cuando llegamos a Verónica Orozco, me dice Manuel Peñaloza, “ven, te muestro una foto que yo creo que te va a encantar esta actriz para que te represente en la serie”. Y cuando la vi entendí que era ella. Verónica es una mega estrella de la actuación. Una mujer que ha pasado por muchas montañas rusas en su vida. De la fama, de muchos temas personales, una mujer guerrera, una mujer valiente que viene de una familia actrices. Entonces confiamos en ella plenamente y creo que Colombia está respaldando ese trabajo en este momento.
El reto de encontrar a Verónica Orozco
Unas 20 actrices hicieron casting. Como todos saben, eso nunca lo he ocultado, mi sueño fue que Danna García me representara en una serie. Yo la admiro desde hace mucho tiempo, incluso tocamos su puerta y nos dijo que si le hubiéramos hablado dos meses antes, la hubiéramos tenido con nosotros, pero en ese momento estaba filmando una película en Nueva York y no pudo. Entonces como que me quedé con el sinsabor. Cuando vimos a Verónica nos gustó mucho desde la primera vez.
La charla con Verónica Orozco para construir el personaje
Yo estaba en un aeropuerto y tenía más o menos unas cinco horas el vuelo retrasado. La llamé y llegó con Santiago (Alarcón) y charlamos media hora. Fue una charla maravillosa.
Luego Verónica, a veces con alguna duda, me escribía por WhatsApp: “reina, cómo dices esto, cómo crees que debo hacer esto”. Y siempre estuvimos como muy de la mano. Le mandaba audios y así le ayudé en la construcción de ese personaje.
Su primera mirada con el canto...
Yo digo que yo no elegí ser artista. Yo digo que de que la música me eligió. El destino. Yo vengo de una familia de 14 hermanos, de los que ya murieron siete. De los 14 hermanos, ninguno, solo mi hermana, la que murió, también le decía a mi padre que quería ser cantante y cantaba en todas partes, pero cuando yo tenía cuatro años mi hermana murió.
Mi padre me cuenta que me quedaba dormida al lado de una radiola que tenían los trabajadores. Me quedaba dormida escuchando música en una emisora que llegaba allá a nuestra vereda que se llamaba la Emisora Sutatenza. Esa emisora nos acompañó toda la vida.
Mi padre decía: “¿Por qué esa niña, mientras los otros juegan, ella está escuchando música? ¿Será que esta niña va a ser cantora?”, decía mi papá, que de joven era cantante. Era un campesino analfabeta que se dedicó a criar a los hijos, a trabajar en el monte para darnos la comida y olvidó su guitarra.
Yo esa época no la recuerdo. Recuerdo que mi padre, ya por ahí, cuando tenía cinco o seis años, nos íbamos a coger café, porque mi padre siempre tuvo muy claro que nos tenía que enseñar a las mujeres a defendernos en el campo, porque él nunca pensó que íbamos a salir del campo y nunca se imaginó. Yo le decía: “papá, yo también quiero estudiar”. Y decía: No hija, hoy en día eso no se usa. Mire que yo no estudié. Quédese aquí, se casa con un buen muchacho y ya. Ser cantora es para los ricos, no para los pobres.
Yo no sé papi si voy a ser rica o pobre, yo solo sé que voy a ser cantora, le decía. Entonces él me decía: juguemos, pues, a ser cantores. Y mi papá me enseñó a cantar sextiado. Mi papá me enseñó a matizar la voz. Fue mi primer profesor.
La música popular en la clase popular
No sé, yo he visto llorar a mujeres de la clase alta, pero las mujeres de la clase alta son más orgullosas de corazón y no muestran su dolor ante la sociedad.
Obviamente, los estratos uno, dos y tres, la gente joven desplazada, que viene con un dolor, se apropia de la música popular porque te va directo al grano, es el sentir del pueblo. Son nuestras raíces, pero también he estado en eventos donde he visto a mujeres de clase alta sufrir aún más que las clases bajas.
Nosotros no tenemos plata, pero tenemos libertad. Somos libres de pensar, de actuar, de mostrar lo que queremos decir, pero he conocido muchas mujeres de la clase alta sumisas a un tipo millonario solo porque tiene dinero, escondiendo lo que quiere, escondiendo lo que siente, escondiendo maltrato, escondiendo humillación. O sea, eso lo veo a diario. Entonces yo siento que la música popular identifica a todo el pueblo.
¿Usted se ha sentido discriminada en algún momento por su origen humilde?
Obviamente, me encontré con muchas piedras en el camino. Mucha gente me dijo: usted no tiene glamour, mírese al espejo, esto no es para mujeres como usted. Siga adelante.
Me decía, mija, para ser cantante usted tiene que ser flaca, esbelta. Mostrar. Ser muy sexy.
Yo dije bueno, es que eso no lo determina un hombre, eso lo determina Dios. Si no hubiera pasado eso, quizás no hubieran sacado las novelas. Si no hubiera pasado eso, no sería la mujer de carácter de una postura como la que tengo ahora.
Toma guerrillera
Una profesora nos llevó a un corregimiento que se llama El Junto para presentarnos en unos actos culturales. Yo tenía más o menos de 12 o 13 años y resulta que cuando llegamos al parque donde íbamos a cantar yo empecé a ver por ahí 300 personas con una pañoleta roja.
Empezamos a cantar las primeras canciones y nos llevaron a una reunión y empezaron a hablar de cosas que uno a esa edad no entiende.
Luego la profesora logró que nos dejaran entrar a una casa y ahí empezó el combate más impresionante. Nos tiramos al piso, debajo de las camas de esa casita. Y ahí estuvimos de 5:30 p.m. a 05:30 a.m. Doce horas tiradas en el piso, las bombas por encima, el techo encima era, mejor dicho, un acabe de mundo. Yo reconozco que eso me hizo mucho en la vida.
Y mi papá, dizque decía en la finca: “Oiga, Dios mío, se tomaron a Liborina, se tomaron a Sabanalarga. Como fuera, un hijo de una en la mitad del combate” Y yo en la mitad de la boca del lobo. Estoy viva de milagro.
Yo sí escuchaba que decía el comandante del ejército: “Aquí hay niños, aquí hay niños, aquí hay niños”. O sea, el ejército siempre estuvo en pos de nosotros. Sabía que estábamos ahí, pero igual tiraban las balas de montaña a montaña. Esa noche mataron unas 150 personas del grupo armado. A mí me da mucho pesar cuando pasa eso.
La fama y el éxito
Para mí la fama no existe. Existe un reconocimiento y un amor del pueblo que hay que alimentarlo. Yo creo que el artista que se crea famoso y que lo ha logrado todo ya, ya fracasó. La fama es algo muy efímero, algo que no queda en el corazón de la gente.
Yo prefiero que me quieran, Yo prefiero que el pueblo me quiera, que me recuerde por un legado que me recuerde, por un testimonio de vida, por una inspiración a las mujeres, a las niñas que están empezando, que no solo mostrando el cuerpo se logran los sueños.
Verónica Orozco como Arelys Henao en la novela de Caracol Televisión
Me gusta mucho el papel que ha hecho Verónica (Orozco). Sabíamos que si se quería mostrar lo que es mi vida ahora como una mujer adulta, necesitábamos una actriz que también diera un poquito de eso y creo que Verónica fue perfecta.
¿Cómo se definió que fuera ella?
A mí me gustan muchas actrices. Vimos en el casting a muchas, pero como que ninguna daba ese toque que se buscaba. Y cuando llegamos a Verónica Orozco, me dice Manuel Peñaloza, “ven, te muestro una foto que yo creo que te va a encantar esta actriz para que te represente en la serie”. Y cuando la vi entendí que era ella. Verónica es una mega estrella de la actuación. Una mujer que ha pasado por muchas montañas rusas en su vida. De la fama, de muchos temas personales, una mujer guerrera, una mujer valiente que viene de una familia actrices. Entonces confiamos en ella plenamente y creo que Colombia está respaldando ese trabajo en este momento.
El reto de encontrar a Verónica Orozco
Unas 20 actrices hicieron casting. Como todos saben, eso nunca lo he ocultado, mi sueño fue que Danna García me representara en una serie. Yo la admiro desde hace mucho tiempo, incluso tocamos su puerta y nos dijo que si le hubiéramos hablado dos meses antes, la hubiéramos tenido con nosotros, pero en ese momento estaba filmando una película en Nueva York y no pudo. Entonces como que me quedé con el sinsabor. Cuando vimos a Verónica nos gustó mucho desde la primera vez.
La charla con Verónica Orozco para construir el personaje
Yo estaba en un aeropuerto y tenía más o menos unas cinco horas el vuelo retrasado. La llamé y llegó con Santiago (Alarcón) y charlamos media hora. Fue una charla maravillosa.
Luego Verónica, a veces con alguna duda, me escribía por WhatsApp: “reina, cómo dices esto, cómo crees que debo hacer esto”. Y siempre estuvimos como muy de la mano. Le mandaba audios y así le ayudé en la construcción de ese personaje.
Su primera mirada con el canto...
Yo digo que yo no elegí ser artista. Yo digo que de que la música me eligió. El destino. Yo vengo de una familia de 14 hermanos, de los que ya murieron siete. De los 14 hermanos, ninguno, solo mi hermana, la que murió, también le decía a mi padre que quería ser cantante y cantaba en todas partes, pero cuando yo tenía cuatro años mi hermana murió.
Mi padre me cuenta que me quedaba dormida al lado de una radiola que tenían los trabajadores. Me quedaba dormida escuchando música en una emisora que llegaba allá a nuestra vereda que se llamaba la Emisora Sutatenza. Esa emisora nos acompañó toda la vida.
Mi padre decía: “¿Por qué esa niña, mientras los otros juegan, ella está escuchando música? ¿Será que esta niña va a ser cantora?”, decía mi papá, que de joven era cantante. Era un campesino analfabeta que se dedicó a criar a los hijos, a trabajar en el monte para darnos la comida y olvidó su guitarra.
Yo esa época no la recuerdo. Recuerdo que mi padre, ya por ahí, cuando tenía cinco o seis años, nos íbamos a coger café, porque mi padre siempre tuvo muy claro que nos tenía que enseñar a las mujeres a defendernos en el campo, porque él nunca pensó que íbamos a salir del campo y nunca se imaginó. Yo le decía: “papá, yo también quiero estudiar”. Y decía: No hija, hoy en día eso no se usa. Mire que yo no estudié. Quédese aquí, se casa con un buen muchacho y ya. Ser cantora es para los ricos, no para los pobres.
Yo no sé papi si voy a ser rica o pobre, yo solo sé que voy a ser cantora, le decía. Entonces él me decía: juguemos, pues, a ser cantores. Y mi papá me enseñó a cantar sextiado. Mi papá me enseñó a matizar la voz. Fue mi primer profesor.
La música popular en la clase popular
No sé, yo he visto llorar a mujeres de la clase alta, pero las mujeres de la clase alta son más orgullosas de corazón y no muestran su dolor ante la sociedad.
Obviamente, los estratos uno, dos y tres, la gente joven desplazada, que viene con un dolor, se apropia de la música popular porque te va directo al grano, es el sentir del pueblo. Son nuestras raíces, pero también he estado en eventos donde he visto a mujeres de clase alta sufrir aún más que las clases bajas.
Nosotros no tenemos plata, pero tenemos libertad. Somos libres de pensar, de actuar, de mostrar lo que queremos decir, pero he conocido muchas mujeres de la clase alta sumisas a un tipo millonario solo porque tiene dinero, escondiendo lo que quiere, escondiendo lo que siente, escondiendo maltrato, escondiendo humillación. O sea, eso lo veo a diario. Entonces yo siento que la música popular identifica a todo el pueblo.
¿Usted se ha sentido discriminada en algún momento por su origen humilde?
Obviamente, me encontré con muchas piedras en el camino. Mucha gente me dijo: usted no tiene glamour, mírese al espejo, esto no es para mujeres como usted. Siga adelante.
Me decía, mija, para ser cantante usted tiene que ser flaca, esbelta. Mostrar. Ser muy sexy.
Yo dije bueno, es que eso no lo determina un hombre, eso lo determina Dios. Si no hubiera pasado eso, quizás no hubieran sacado las novelas. Si no hubiera pasado eso, no sería la mujer de carácter de una postura como la que tengo ahora.
Toma guerrillera
Una profesora nos llevó a un corregimiento que se llama El Junto para presentarnos en unos actos culturales. Yo tenía más o menos de 12 o 13 años y resulta que cuando llegamos al parque donde íbamos a cantar yo empecé a ver por ahí 300 personas con una pañoleta roja.
Empezamos a cantar las primeras canciones y nos llevaron a una reunión y empezaron a hablar de cosas que uno a esa edad no entiende.
Luego la profesora logró que nos dejaran entrar a una casa y ahí empezó el combate más impresionante. Nos tiramos al piso, debajo de las camas de esa casita. Y ahí estuvimos de 5:30 p.m. a 05:30 a.m. Doce horas tiradas en el piso, las bombas por encima, el techo encima era, mejor dicho, un acabe de mundo. Yo reconozco que eso me hizo mucho en la vida.
Y mi papá, dizque decía en la finca: “Oiga, Dios mío, se tomaron a Liborina, se tomaron a Sabanalarga. Como fuera, un hijo de una en la mitad del combate” Y yo en la mitad de la boca del lobo. Estoy viva de milagro.
Yo sí escuchaba que decía el comandante del ejército: “Aquí hay niños, aquí hay niños, aquí hay niños”. O sea, el ejército siempre estuvo en pos de nosotros. Sabía que estábamos ahí, pero igual tiraban las balas de montaña a montaña. Esa noche mataron unas 150 personas del grupo armado. A mí me da mucho pesar cuando pasa eso.
La fama y el éxito
Para mí la fama no existe. Existe un reconocimiento y un amor del pueblo que hay que alimentarlo. Yo creo que el artista que se crea famoso y que lo ha logrado todo ya, ya fracasó. La fama es algo muy efímero, algo que no queda en el corazón de la gente.
Yo prefiero que me quieran, Yo prefiero que el pueblo me quiera, que me recuerde por un legado que me recuerde, por un testimonio de vida, por una inspiración a las mujeres, a las niñas que están empezando, que no solo mostrando el cuerpo se logran los sueños.