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Graciela Sanabria tiene setenta años. Nació en Santander y creció con sus padres, una familia de agricultores, en Ocamonte, un municipio ubicado en la zona suroriental del departamento. Una región donde se cultiva café, maíz y caña de azúcar. Un pueblo en el que ella aprendió sus primeras lecciones del mundo.
De allí, viajó por el país (Antioquia, Boyacá y la Costa Atlántica) dictando clases a través de cartillas que enseñaban sobre salud, matemáticas y huertas orgánicas. Hasta que a sus 49 años se radicó en Charalá, un pueblo santandereano en el que descubrió la pasión que ha signado su vida en los últimos años: el tejido de algodón.
A través de Corpolienzo, un taller dedicado a rescatar este oficio tradicional, Graciela aprendió a tejer. Un proceso en el que el trabajo colaborativo es fundamental: está hecho de pasos, de manos que hacen aquello y que hacen lo otro. Todo inicia con la cosecha: compran el algodón orgánico a cultivadores de la zona. Luego, cincuenta mujeres hilan el algodón hasta volverlo una filigrana fina, maleable.
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Tras este proceso, otras doce mujeres tejen con paciencia, con dedicación. Después, viene el proceso del tinturado, que se hace con productos naturales: cebolla, para el amarillo; guayaba, para el gris; hoja de aro, para el verde; y cáscara de encino, para tonos ocres. Finalmente, artesanas como Graciela se encargan de la confección de piezas como camisas, pantalones, ruanas, bufandas, hamacas, cojines, cubrecamas, bolsos, carteras y monederos.
El tejido con algodón es solo una muestra de las artesanías representativas del país y sus 32 departamentos. Un trabajo artesanal que ahora tiene una nueva vitrina para comercializarse nacional e internacionalmente: Artesanías de Colombia creó una plataforma web permanente en la que artesanos y talleres pueden ofrecer sus piezas únicas. Porque el concepto que acoge y promociona esta iniciativa es contundente: “Lleva a Colombia donde estés”. Un espacio virtual capaz de reunir, con un solo clic, la tradición con la vanguardia, el espacio físico con el digital, al mundo con los artesanos colombianos.
En nuestra Constitución Política, Colombia es considerado un país pluriétnico y multicultural. Esto quiere decir que no hay un solo rasgo identitario que defina el ser “colombiano”, ni una muestra única cultural que aglomere en sí las diversas expresiones de los territorios. De este modo, cuando se habla de artesanías colombianas se habla, finalmente, de un universo: constelaciones hechas de infinidades de estrellas que brillan individual y grupalmente.
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Si bien la misión con la que nació en 1964 Artesanías de Colombia era el impulsar la comercialización de piezas artesanales, ésta cambió con el tiempo hasta la actual: “Contribuir al mejoramiento integral del sector artesanal y a la preservación, rescate y valoración del patrimonio cultural del país”. Para cumplirla hay estrategias como el acompañamiento constante y gratuito a los artesanos colombianos en todo el territorio nacional.
Un acompañamiento cuyo objetivo es fortalecer las capacidades en diseño, producción y comercialización de los artesanos, a través de los Laboratorios de diseño e innovación, y los programas de Moda y Joyería, Diseño Colombia, Etnias, Atención a Poblaciones Víctimas Vulnerables, Generación de Oportunidades Comerciales, Asesorías Puntuales, entre muchas otras.
El gran reto es: ¿cómo traer estos conocimientos ancestrales y artesanos a las dinámicas del siglo XXI?, ¿cómo reactivar la economía del sector artesanal después de los estragos de la pandemia? Ahí es donde se vio la necesidad de crear una plataforma web permanente a través de la cual promocionar este tipo de trabajos y de piezas únicas.
La página, que se puede visitar en el enlace www.artesaniasdecolombiatienda.com.co, está dividida en colecciones y categorías como Mesa y Cocina; Hogar y Decoración; Instrumentos Musicales, Juguetería e Infantiles; Moda y Accesorios; Joyería, Souvenirs y Oficina. Allí, los compradores encontrarán, a la fecha, un catálogo con 1.100 referencias, elaboradas por 184 artesanos, y sus talleres, que con sus ventas beneficiarán a más de 2 mil artesanos, provenientes d:e 26 departamentos y Bogotá.
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Cada artesanía está acompañada con fotos, descripción con el nombre del artesano que la elaboró, la comunidad y taller al que pertenece, el oficio y la técnica, las medidas, una guía de tallas, los colores disponibles, el valor y un carrito de compras. Porque no es solo comprar por comprar: al adquirir una artesanía se adquieren también las historias que hay detrás de ella.
“Comprar una artesanía es hacer una compra solidaria y sostenible. Es apoyar a un artesano, a una familia y a una comunidad, y fomentar los conocimientos tradicionales que hacen parte del patrimonio cultural de los colombianos, de nuestra identidad. Los artesanos tejen su conocimiento, plasman su pensamiento y lo dejan consignado en las artesanías. Su inspiración es su pasado y su entorno” dice Ana María Fríes, gerente de Artesanías de Colombia.
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La participación de los artesanos vinculados será gratuita. Artesanías de Colombia pondrá a su disposición la plataforma, el desarrollo y su sostenimiento técnico y logístico. También producirá los contenidos y hará los envíos, nacionales e internacionales, con todas las medidas de bio seguridad. Paralelamente, viene acompañando a los expositores para mejorar sus capacidades en lo digital y para brindarles herramientas para afrontar los desafíos tecnológicos del comercio electrónico, con 36 cursos y 90 asesorías personalizadas. Así, los ingresos que se obtengan de las ventas serán directos para los artesanos y sus familias.
Historias como la de Jhonnys Pedrozo, que mantiene viva la tradición joyera y de filigrana artesanal de su Mompox, Bolívar. Un proceso que conlleva trabajar con minerales con suma paciencia; o como la de Francisco Silva, quien elabora cestas de fique en Guacamayas, Boyacá, introduciendo innovaciones como diseños, colores y materiales en su empresa Creaciones Guacamayas. Todos estos proyectos hoy tienen una nueva vitrina virtual para mostrar sus encantos al mundo entero. Para que cualquiera pueda llevarse un pedacito de Colombia, sin importar dónde esté.