Arthur Hanlon viaja al pasado de la música latina
El pianista irlandés-estadounidense, considerado uno de los instrumentistas más exitosos de su generación, lanzó “Piano y mujer”, un álbum en el que interpreta obras atemporales, cantadas por talentos femeninos de la música latina.
Irlandés de nombre, estadounidense de nacimiento y latinoamericano de corazón, él es Arthur Hanlon. Es hijo de padres irlandeses, nació en Detroit, Míchigan, pero su verdadera pasión es la música latina. A los 17 años comenzó a tocar el piano y de allí surgió la inspiración para darle nombre al álbum Piano y mujer. Recuerda que tocaba en restaurantes, bares, fiestas o en cualquier cosa para ganar “veinte pesos”. Normalmente, si la gente no tiene para pagarle a la banda entera dicen: “Vamos a mandar a Arthur (Hanlon) con su piano y su mujer”.
Su gusto por el sonido latino es producto del tiempo que pasó en Nueva York, donde obtuvo su maestría como pianista concertista de la afamada Manhattan School of Music. Además, los clubes latinos se convirtieron en sus primeros escenarios, donde se enamoró de la música y la cultura desde México hasta Argentina.
Su nombre es sinónimo de un virtuoso del piano, compositor, arreglista y un reconocido de la música instrumental latina. Desde siempre su vida artística ha estado rodeada por voces femeninas, por esa razón decidió dedicar un solo álbum a esas artistas con quienes ha trabajado a lo largo de su carrera. En 2018, presentó No tuve la culpa junto a ChocQuibTown, un hit que permaneció durante 16 semanas en los charts de Billboard.
Piano y mujer tiene como invitadas a Kany García, Natalia Jiménez, Goyo (de ChocQuibTown), Nella Rojas y Evaluna Montaner. Cada una interpreta una versión de un clásico y una canción de su propio repertorio, con excepción de Evaluna, quien canta dos temas emblemáticos del cancionero anglo: Hallelujah y Amazing Grace.
Arthur Hanlon no solo toca el piano, sino que siente cada nota, cada melodía; es así como logra un trabajo discográfico con un repertorio de música atemporal variada, que incluye desde pop hasta salsa. Aunque la idea original era grabar cada quien desde casa solo, al final decidieron que era imposible.
“Eso fue algo raro de la pandemia. Siento que creó una energía tan rara, estaba corriendo de un lado para el otro y de pronto me encontré en la casa con mucho tiempo. Normalmente, una sesión en estudio es de tres a cuatro horas. Entonces me organicé con Goyo. Dijimos: ‘No hay nadie en estudio, vamos a grabar’ y empezamos a hablar. Yo le comenté a ella que uno de mis héroes en la música es Jairo Varela y ella me dijo que ese es su primo mayor”, cuenta el pianista.
En ese momento, Hanlon pensó que estaba bromeando… de la nada comenzó a tocar la intro en el piano. “Y ella empezó a decirme: ‘Vamos a agregarle a una parte esto de reguetón y empezamos así, lo hacemos de esta forma...’. Fue un disco con el que tuve mucho tiempo para pensar y para perfeccionar las cosas, entonces creo que resultó algo muy interesante”.
La sinergia y la compatibilidad estaban dadas, fue por esa razón que Hanlon llamó a sus amigas para desarrollar un proyecto con el que duró en total un año y un mes. “Empezamos este proyecto en marzo, fueron alrededor de cinco meses para presentar solo el audio y en octubre grabamos un especial que sale por HBO y por Sony”, asegura. El tiempo fue cómplice para un período que le permitió conectarse profundamente con lo que quería desarrollar. En simultáneo preparó un especial de televisión.
“Es un proyecto que grabamos en un espacio cerrado de un hotel con diez mujeres de una banda. Siento que estoy rodeado de mujeres, porque también están las del disco con las que hicimos las trece canciones. Hablamos de la música; yo tocaba, les enseñaba, les preguntaba qué les parecía. Fue muy orgánico”, comenta.
El encuentro de su piano con las voces latinas ha sido un proyecto con el que el autor considera sentirse “increíble”. Si bien es una mezcla de canciones icónicas aferradas al pasado, el pianista también desarrolla proyectos actuales que miran al futuro.
Vámonos compadre (intro), Evidencias (Kany García), Cielo rojo (Natalia Jiménez), Gotas de lluvia (Goyo), Me llaman Nella (Nella), Paraíso (instrumental), Amazing Grace (Evaluna Montaner), Creo en mí (Natalia Jiménez), Nuquí - Te quiero para mí (Goyo), Hallelujah (Evaluna Montaner), Caballo viejo (Nella), Hoy ya me voy (Kany García), Oye cómo va (outro) fueron los temas escogidos por el pianista para realizar su reinterpretación.
Hasta al mismo Hanlon le pareció loco que en medio de la pandemia, cuando todo estaba cerrado, decidió comenzar un disco con el que había soñado desde hacía mucho. “Fue muy duro grabar cuando la pandemia estaba, pero salió Piano y mujer. Siempre recuerdo que cuando iniciamos el proyecto yo iba con dos máscaras (tapabocas) y veo a Goyo. Ambos nos miramos solo a los ojos y siento que conectamos pensando: ‘¿qué estamos haciendo? Estamos locos, ¡es en plena pandemia!’. Cuando nos quitamos la máscara y comenzamos la sesión surgió una energía especial rarísima”.
Esa sensación, también la siente cuando interpreta y toca cada tecla de su instrumento sagrado. Se ha dado a conocer como un pianista que no canta con su voz, pero interpreta a la perfección con sus manos. “Cuando estoy con el piano siento que estoy con mi mejor amigo, mi novia, mi amante, mi esposa y mi psicólogo. Es todo y más que cuando yo digo que voy a tocar una canción no es como que me pongo y comienzo a tocar y listo, sino que es un vehículo. También quiero transportar a la gente cuando la escuche, ya sea el futuro o al pasado. Ese es mi reto”, agrega.
Cada parte de Piano y mujer es un viaje a sus inicios, hace cerca de veinte años, cuando logró conectarse con el español en un barrio de boricuas, dominicanos y colombianos. Su inspiración nació con el merengue, la salsa y la bachata. Hoy reúne en un solo álbum a una boricua, una mexicana, una venezolana y una colombiana. Artistas que para Hanlon tienen en común el talento, aunque sean diferentes y ahí es donde nace la magia de un registro como Piano y mujer.
Irlandés de nombre, estadounidense de nacimiento y latinoamericano de corazón, él es Arthur Hanlon. Es hijo de padres irlandeses, nació en Detroit, Míchigan, pero su verdadera pasión es la música latina. A los 17 años comenzó a tocar el piano y de allí surgió la inspiración para darle nombre al álbum Piano y mujer. Recuerda que tocaba en restaurantes, bares, fiestas o en cualquier cosa para ganar “veinte pesos”. Normalmente, si la gente no tiene para pagarle a la banda entera dicen: “Vamos a mandar a Arthur (Hanlon) con su piano y su mujer”.
Su gusto por el sonido latino es producto del tiempo que pasó en Nueva York, donde obtuvo su maestría como pianista concertista de la afamada Manhattan School of Music. Además, los clubes latinos se convirtieron en sus primeros escenarios, donde se enamoró de la música y la cultura desde México hasta Argentina.
Su nombre es sinónimo de un virtuoso del piano, compositor, arreglista y un reconocido de la música instrumental latina. Desde siempre su vida artística ha estado rodeada por voces femeninas, por esa razón decidió dedicar un solo álbum a esas artistas con quienes ha trabajado a lo largo de su carrera. En 2018, presentó No tuve la culpa junto a ChocQuibTown, un hit que permaneció durante 16 semanas en los charts de Billboard.
Piano y mujer tiene como invitadas a Kany García, Natalia Jiménez, Goyo (de ChocQuibTown), Nella Rojas y Evaluna Montaner. Cada una interpreta una versión de un clásico y una canción de su propio repertorio, con excepción de Evaluna, quien canta dos temas emblemáticos del cancionero anglo: Hallelujah y Amazing Grace.
Arthur Hanlon no solo toca el piano, sino que siente cada nota, cada melodía; es así como logra un trabajo discográfico con un repertorio de música atemporal variada, que incluye desde pop hasta salsa. Aunque la idea original era grabar cada quien desde casa solo, al final decidieron que era imposible.
“Eso fue algo raro de la pandemia. Siento que creó una energía tan rara, estaba corriendo de un lado para el otro y de pronto me encontré en la casa con mucho tiempo. Normalmente, una sesión en estudio es de tres a cuatro horas. Entonces me organicé con Goyo. Dijimos: ‘No hay nadie en estudio, vamos a grabar’ y empezamos a hablar. Yo le comenté a ella que uno de mis héroes en la música es Jairo Varela y ella me dijo que ese es su primo mayor”, cuenta el pianista.
En ese momento, Hanlon pensó que estaba bromeando… de la nada comenzó a tocar la intro en el piano. “Y ella empezó a decirme: ‘Vamos a agregarle a una parte esto de reguetón y empezamos así, lo hacemos de esta forma...’. Fue un disco con el que tuve mucho tiempo para pensar y para perfeccionar las cosas, entonces creo que resultó algo muy interesante”.
La sinergia y la compatibilidad estaban dadas, fue por esa razón que Hanlon llamó a sus amigas para desarrollar un proyecto con el que duró en total un año y un mes. “Empezamos este proyecto en marzo, fueron alrededor de cinco meses para presentar solo el audio y en octubre grabamos un especial que sale por HBO y por Sony”, asegura. El tiempo fue cómplice para un período que le permitió conectarse profundamente con lo que quería desarrollar. En simultáneo preparó un especial de televisión.
“Es un proyecto que grabamos en un espacio cerrado de un hotel con diez mujeres de una banda. Siento que estoy rodeado de mujeres, porque también están las del disco con las que hicimos las trece canciones. Hablamos de la música; yo tocaba, les enseñaba, les preguntaba qué les parecía. Fue muy orgánico”, comenta.
El encuentro de su piano con las voces latinas ha sido un proyecto con el que el autor considera sentirse “increíble”. Si bien es una mezcla de canciones icónicas aferradas al pasado, el pianista también desarrolla proyectos actuales que miran al futuro.
Vámonos compadre (intro), Evidencias (Kany García), Cielo rojo (Natalia Jiménez), Gotas de lluvia (Goyo), Me llaman Nella (Nella), Paraíso (instrumental), Amazing Grace (Evaluna Montaner), Creo en mí (Natalia Jiménez), Nuquí - Te quiero para mí (Goyo), Hallelujah (Evaluna Montaner), Caballo viejo (Nella), Hoy ya me voy (Kany García), Oye cómo va (outro) fueron los temas escogidos por el pianista para realizar su reinterpretación.
Hasta al mismo Hanlon le pareció loco que en medio de la pandemia, cuando todo estaba cerrado, decidió comenzar un disco con el que había soñado desde hacía mucho. “Fue muy duro grabar cuando la pandemia estaba, pero salió Piano y mujer. Siempre recuerdo que cuando iniciamos el proyecto yo iba con dos máscaras (tapabocas) y veo a Goyo. Ambos nos miramos solo a los ojos y siento que conectamos pensando: ‘¿qué estamos haciendo? Estamos locos, ¡es en plena pandemia!’. Cuando nos quitamos la máscara y comenzamos la sesión surgió una energía especial rarísima”.
Esa sensación, también la siente cuando interpreta y toca cada tecla de su instrumento sagrado. Se ha dado a conocer como un pianista que no canta con su voz, pero interpreta a la perfección con sus manos. “Cuando estoy con el piano siento que estoy con mi mejor amigo, mi novia, mi amante, mi esposa y mi psicólogo. Es todo y más que cuando yo digo que voy a tocar una canción no es como que me pongo y comienzo a tocar y listo, sino que es un vehículo. También quiero transportar a la gente cuando la escuche, ya sea el futuro o al pasado. Ese es mi reto”, agrega.
Cada parte de Piano y mujer es un viaje a sus inicios, hace cerca de veinte años, cuando logró conectarse con el español en un barrio de boricuas, dominicanos y colombianos. Su inspiración nació con el merengue, la salsa y la bachata. Hoy reúne en un solo álbum a una boricua, una mexicana, una venezolana y una colombiana. Artistas que para Hanlon tienen en común el talento, aunque sean diferentes y ahí es donde nace la magia de un registro como Piano y mujer.