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Hace ya más de 50 años cuando Jorge Oñate empezó a cantar vallenato y a punta de ganas y una fe que movió montañas y sacó de las cantinas la ranchera para introducir el folclor del Caribe, contribuyó para que con los años la música de la región se regara por la tierra como fruto fértil.
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A lo largo de tantos años nos tocó el corazón y nos puso tararear las alegrías y las penas del corazón.
Ausencia que me tiene solo
Que hasta tu recuerdo se aleja de mí
Nostalgia de mirar tus ojos
De sentir tu cuerpo, de tenerte aquí
Ausencia que seca mis ojos
Que inspiran mis versos por tu
Ausencia que me tiene solo.
Oñate, el Jilguero de América, nos defendió a capa y espada de esos amores que creíamos único, pero que no duraron nada y ante la pena nos enseñó a cantar que no comprendimos ese amor:
Nunca comprendí tu amor cuando llegó y se fue de pronto
Como nube pasajera así llegaste tú y te fuiste
Te agradezco los momentos que a tu lado me ofreciste
Sólo quisiste divertirte conmigo un rato
Luego todas mis ilusiones las dejaste a un lado
Porque alguien cercano a mí te calentó el oído
Te sentías muy orgullosa de tener mil pretendientes
Los nombrabas cada rato como si fueras la reina
En tu lista figuraba mi nombre en letricas negras
Yo que me estaba enamorando de ti locamente
Tanto, tanto tiempo tenía de no ser tan alegre
Ciego yo me encontraba que casi al abismo caigo.
Fue Jorge Oñate, que nos dijo que el amor debe prevalecer y que las canciones entregadas por los grandes compositores del vallenato, tenían que cantarse con el corazón y brotar del alma para que se hicieran inmortales, él el Ruiseñor de mi Valle, nos llevó a decir poemas así no tuvieran ni si timbre perfecto, ni su mágica melodía, así en confianza amar a la mujer de tu pueblo a la paisana de la que te enamoraste para siempre, las Mary de la vida.
Yo no dejo de amarte
mientras exista en la tierra.
Yo no puedo olvidarte
porque muero de pena.
Mary tú eres mi pareja
me lo dice corazón. (bis)
tú tienes el alma buena,
sencilla, noble y sincera
por eso te di mi amor.
Tú serás mi compañera,
estirpe eres de mi tierra
ejemplo de mi región.
Si hay un episodio doloroso es cuando eres testigo de la muerte de tu padre, ese ser querido que te ha criado, guiado, verte crecer, y Jorge Oñate, nos enseñó hace 40 años a que esa pena fuera más llevadera, a cantarle al dolor en medio de lágrimas
Tan bueno y tan noble como era mi padre,
Y la muerte infame me lo arrebató,
Esos son los dolores y las penas tan grandes,
Que a sufrir en la vida le pone a uno Dios.
De luto el corazón, y vino la tristeza,
Una viuda llorando de luto me dijo:
De recuerdo grandioso dejó su nobleza
Y la lucha perenne de educar a sus hijos.
Mi padre fue mi gran amigo,
Mi padre fue mi amigo fiel. (bis)
Mi padre se jugaba conmigo
Y yo me jugaba con él.
Gustavo Gutiérrez Cabello, escogió la voz del maestro Jorge Oñate, para que ambos fueran de la mano a la inmortalidad, y entre los dos, nos enseñaron a valorar la amistad, a olvidar rencores, a sentirnos como hermanos, a brindarnos la paz. Fue la voz de Oñate y la letra de Gutiérrez que millones de veces se ha quebrado la guerra en favor de amor en medio de un Paisaje de Sol
Dame tu mano mi amigo
que quiero saludarte
desde hace un tiempo que busco
la forma para hablarte
ven y charlemos de cosas
que nos traerán recuerdos
coplas de viejos caminos
que enmarcan a mi pueblo.
Pueblo de mis cuitas de realidades que en ti creció
toda la grandeza de un gran destino que Dios te dio.
Que bello es el cielo
en la tierra mía
y el paisaje crece,
crece en lejanía.
Aquel paisaje nació sobre una tarde de sol
y allí el destino marcó el sendero de mi canción
y desde entonces yo soy romántico y soñador
porque no puedo cambiar la fuerza de mi expresión.
Jorge Oñate, tuvo muchos acordeoneros y la gran mayoría terminaron convertidos en reyes vallenatos, tenía el don del éxito, Álvaro López, Cristian Camilo, Julián Rojas, y a través de esa buena nota de acordeón nos dijo que había nacido para querer.
Hoy que amanecí con sentimiento
Porque mi alma está llena
Ay que cosa linda la que siento
Porque yo olvido las penas
Siento a cada instante tu presencia
Es la ilusión de tenerte
Mirar en tus ojos de pureza
Nací fue para quererte.
Oñate, nos regaló su fama, y nos entregó su amor, Oñate nos regaló su canto, sus risas y sus alegrías, Oñate nos entregó triunfos, su alma y hasta su propia vida, nos dijo que aunque era cómo era y no iba a cambiar, que muchas veces el precio de la fama lo alejaba de las cosas que amaba, se acordaba del ayer cuando no tenía nada.
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Dijo que podía venir mil diluvios que él cogía su arca como hizo Noé y que llegaban huracanes que no tenía miedo y se iba con su amor. Nos enseñó que la nobleza del hombre es un arma feliz y el escudo más noble de la humanidad que la grandeza y la fama no vivían en él porque así como llegan así mismo se van.
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En medio de las guerras del corazón, Oñate nos enseñó a grito a todo pulmón que nos devolvieran los sentimientos, a fin de empezar de nuevo luego de un desamor
Tiene novio nuevo y faltas no haces ninguna
No puedes borrar con lápiz lo que yo escribí con pluma
Borrarme de Whatsapp que chiquillada es eso
Pero no podrás borrarme de tu pecho
Bloquearme en Instagram, pero igual me seguirás
Porque una de tus amigas te prestara el celular
Y las noticias en el barrio corren a diario
Necesitabas amor y elegiste un monetario
Haz lo que creas necesario pa olvidame
Lo necesario pa borrame
De hace tiempo yo lo veo
No crees en el amor tu crees en el dinero.
Fue Jorge Oñate el que nos enseñó que el corazón es el más fuerte de todos los órganos y aunque había que sufrir había que aguantar
Sufro de nuevo corazón
Como la vez aquella
Como la vez aquella
Llenan de herida a mi amor
Como la vez aquella
Como la vez aquella
Que entregue toda el alma y el amor más puro
Y cometí un error y se me cayó el mundo
Y fue que entre la espada y la pared me hallaba
Y no pudiste ver que así cualquiera falla
Como duele perder así
Dándote todo y no veas nada
Sentenciado dejas decir
Llevo pesada cruz en mi alma
Hoy sólo me pregunto ¿qué hago?
Si las benditas penas me obligan a actuar
En contra de mi vida que dolor me da
Tan sólo ella se fija que tuve un error.
Estas y tantas cosas más hoy todo un país que se diga vallenato, que se identifique con la poesía cantada por Jorge Oñate, el Ruiseñor del Cesar, el Jilguero de América, el más grande entre los grandes, deberá rendirle honores, deberá brotar una lágrima, deberá darle gracias y recordar más que nunca esa otra canción de Gustavo Gutierrez, El cariño de mi pueblo, donde se refleja todo lo que estamos seguro Jorge Oñate desde el cielo querrá que se le recuerde.
El que toda la gente me quiera,
Es un placer que me da la vida,
Que muchos desearían,
El que todos los amigos míos,
Se llenen de infinita ternura,
Con las canciones mías.
He recorrido muchos caminos,
De esos que largos tiene el destino,
Ilusiones perdidas,
Pero es muy justo reconocerlo,
he tenido momentos felices,
de esos que no se olvidan.
Cuando pasan los años, uno va comprendiendo
Que lo mas bello, que lo más bello,
Es regalar ternura, es sentir el cariño,
De los amigos y de la gente de mi pueblo.
Adiós maestro, un hasta luego, usted sigue siendo el más fuerte, aunque en la canción del maestro Aurelio Núñez, usted de manera sincera nos mostrará las debilidades de su corazón ante la ausencia del ser amado.
De qué sirve la fuerza
Que tu amor me relata
De qué sirve tener
Lo más fuerte del mundo
Y vivir sin tu amor
De qué sirve el cabello
Si en el fondo lo bello
No tiene que ver
Dónde está la razón
Dónde está mi potencia
Que no da pa’ tenerte
Si tan sólo con verte
Dejó de ser fuerte
Te digo verdad
Dónde está mi presencia
Tan sensible a tu vida
Tan sensible al amor
De qué sirve mi fuerza
Si ya está resentida
Y así pierde Sansón
Al más fuerte le miento
Todo tiene su tiempo
Pa’ llegar a una ilusión.
Jorge Oñate, ha muerto, Jorge Oñate vive y nos lleva a ese pasado del primer amor, tal como lo recordó al principio de esta nota el Jefe de Redacción de El Espectador Elber Gutiérrez, porque siempre, siempre en nuestras vidas habrá un dilema si se trata del corazón y de eso si que sabía Jorge Oñate.
Paz en su tumba.
Fue mi novia desde niña, mi vecina mi paisana
Y aquella muchacha sana fue después mi encrucijada
Fue en el dilema de mi vida.
Inmaduro por la edad fui vacilante
Claudique porque mi vieja se oponía
Mi constancia terminó con el romance
Y yo como ella sufría
Vienen diciembres y van, y en su vida hay otro amor
Y yo con celo y dolor, tenía que callarme
Desafiante es el que abre, laberintos de mi vida
Decidir entre una madre y una novia bien querida
Yo nunca la olvidé y sé que a ella le pasaba igual
Después de un tiempo la fui a buscar
Y su cariño encontré otra vez
Cuanto gusto me dio, hallarla igual, aún era la misma
Volvió el noviazgo, pero a escondidas
Y comprensiva ella lo aceptó.
* Especial para El Espectador.