El tango argentino, según el barítono alemán Benjamin Appl
El músico de la escena académica protagoniza el documental "Breaking Music”, en el que, con el pretexto de establecer semejanzas entre el lied y el tango, lleva al espectador a un viaje cultural, histórico y musical.
Benjamin Appl recibió una propuesta poco usual: explorar el tango argentino. La oferta era rara porque él, un barítono alemán de formación clásica y enfocado en el lied (género en el que se canta un poema, generalmente en compañía de la música del piano), no sabía nada de tango.
Sin embargo, el ofrecimiento de un mecenas desconocido le pareció interesante, la aceptó y entre enero y febrero de 2020 viajó a Buenos Aires. Todo este proceso quedó registrado en el documental Breaking Music, que el domingo 25 de octubre estrenará el canal Film&Arts.
Lo primero que debe tener claro el espectador es que no se enfrentará a un documental musical tradicional, sino a una narración audiovisual en la que Benjamin Appl, su traductor en Buenos Aires, la música, la forma de aprender e interpretar la melodía y la letra, y las tradiciones argentinas y alemanas, son protagonistas.
Tras hacer la investigación, Appl la comparte con su público en Alemania y así es como comienza Breaking Music. Parado en el escenario del Theater im Delphi, el artista narra y canta su experiencia en el formato del lied. De la mano de un pianista argentino (José Gallardo) comienza su relato con la decepción que sintió en el aeropuerto de Buenos Aires al conocer a su guía y traductor, Isidro, un “milenniall no interesado en nada”, que no sabía de tango.
Por su formación musical clásica, Benjamin Appl sabía que el tango es melancólico y triste, y que trata sobre la pérdida, el sufrimiento y la traición. En un principio lo relacionó con el lied de Adolf Strauss que grabó hace un tiempo, Lo sé seguro, te veré de nuevo, una canción al estilo tango habanera.
Sin embargo, una vez supera la actitud de Isidro y la desilusión de saber que en Argentina no todo el mundo “respira tango”, pide ayuda a su equipo en Alemania y logra contactarse con expertos del tango argentino: un coleccionista y un guía musical, y a partir de ahí empieza una verdadera clase de historia, cultura y música tanto para el barítono como para el televidente.
Con el coleccionista se ven artículos que pertenecieron a Carlos Gardel, un amante de las carreras de caballo que adquirió el gusto por la interpretación cuando trabajó como utilero en un teatro, y que le sirvió cuando fue cantante, porque le dio al tango un estilo particular.
Pero fue el guía de tango, Pastor, el que realmente le permitió al alemán acercarse a ese género musical que llegó de Europa y que en el sur de Latinoamérica adquirió un nuevo sentimiento gracias a la migración y el arraigo en una nueva tierra. Este hombre lo llevó a las tanguerías o milongas y le presentó a músicos de tango.
En los bares y con los músicos populares aprendió más de lo imaginado y entendió que, a diferencia de la música clásica, el tango debe ser pasional y que para interpretarlo magistralmente no es necesario haber pasado por una academia.
El tango, le dicen, es una ópera de tres minutos que comienza con fuerza, que la invade en el medio la nostalgia y que concluye con fe. En definitiva, es mucho más que la milonga y el bandoneón.
A los argentinos y al espectador, Benjamin Appl explica que Goethe y Schiller, compositores alemanes, escribieron poesías a las que luego se les incorporó la música, gracias a Schumann o Schubert, y que eso es el lied.
A pesar de la diferencia cultural e idiomática, este barítono ganador del Premio Gramophone en la categoría Young Artist en 2016, cantó con los músicos argentinos Yo beso su mano, señora, tango alemán que Gardel grabó en español en 1930, y Serenata, de Schubert.
Al final entonan el poema de Goethe, Aquel que a la soledad se entrega, en versión tango, como si estuvieran en la Alemania de los años 20, y es así como todos son testigos de un viaje cultural que permitió establecer un maridaje musical que, seguramente al ser presentado en televisión, permitirá que nuevas generaciones sientan curiosidad por estos géneros que, de cierto modo, han sido relegados por los ritmos contemporáneos.
Benjamin Appl recibió una propuesta poco usual: explorar el tango argentino. La oferta era rara porque él, un barítono alemán de formación clásica y enfocado en el lied (género en el que se canta un poema, generalmente en compañía de la música del piano), no sabía nada de tango.
Sin embargo, el ofrecimiento de un mecenas desconocido le pareció interesante, la aceptó y entre enero y febrero de 2020 viajó a Buenos Aires. Todo este proceso quedó registrado en el documental Breaking Music, que el domingo 25 de octubre estrenará el canal Film&Arts.
Lo primero que debe tener claro el espectador es que no se enfrentará a un documental musical tradicional, sino a una narración audiovisual en la que Benjamin Appl, su traductor en Buenos Aires, la música, la forma de aprender e interpretar la melodía y la letra, y las tradiciones argentinas y alemanas, son protagonistas.
Tras hacer la investigación, Appl la comparte con su público en Alemania y así es como comienza Breaking Music. Parado en el escenario del Theater im Delphi, el artista narra y canta su experiencia en el formato del lied. De la mano de un pianista argentino (José Gallardo) comienza su relato con la decepción que sintió en el aeropuerto de Buenos Aires al conocer a su guía y traductor, Isidro, un “milenniall no interesado en nada”, que no sabía de tango.
Por su formación musical clásica, Benjamin Appl sabía que el tango es melancólico y triste, y que trata sobre la pérdida, el sufrimiento y la traición. En un principio lo relacionó con el lied de Adolf Strauss que grabó hace un tiempo, Lo sé seguro, te veré de nuevo, una canción al estilo tango habanera.
Sin embargo, una vez supera la actitud de Isidro y la desilusión de saber que en Argentina no todo el mundo “respira tango”, pide ayuda a su equipo en Alemania y logra contactarse con expertos del tango argentino: un coleccionista y un guía musical, y a partir de ahí empieza una verdadera clase de historia, cultura y música tanto para el barítono como para el televidente.
Con el coleccionista se ven artículos que pertenecieron a Carlos Gardel, un amante de las carreras de caballo que adquirió el gusto por la interpretación cuando trabajó como utilero en un teatro, y que le sirvió cuando fue cantante, porque le dio al tango un estilo particular.
Pero fue el guía de tango, Pastor, el que realmente le permitió al alemán acercarse a ese género musical que llegó de Europa y que en el sur de Latinoamérica adquirió un nuevo sentimiento gracias a la migración y el arraigo en una nueva tierra. Este hombre lo llevó a las tanguerías o milongas y le presentó a músicos de tango.
En los bares y con los músicos populares aprendió más de lo imaginado y entendió que, a diferencia de la música clásica, el tango debe ser pasional y que para interpretarlo magistralmente no es necesario haber pasado por una academia.
El tango, le dicen, es una ópera de tres minutos que comienza con fuerza, que la invade en el medio la nostalgia y que concluye con fe. En definitiva, es mucho más que la milonga y el bandoneón.
A los argentinos y al espectador, Benjamin Appl explica que Goethe y Schiller, compositores alemanes, escribieron poesías a las que luego se les incorporó la música, gracias a Schumann o Schubert, y que eso es el lied.
A pesar de la diferencia cultural e idiomática, este barítono ganador del Premio Gramophone en la categoría Young Artist en 2016, cantó con los músicos argentinos Yo beso su mano, señora, tango alemán que Gardel grabó en español en 1930, y Serenata, de Schubert.
Al final entonan el poema de Goethe, Aquel que a la soledad se entrega, en versión tango, como si estuvieran en la Alemania de los años 20, y es así como todos son testigos de un viaje cultural que permitió establecer un maridaje musical que, seguramente al ser presentado en televisión, permitirá que nuevas generaciones sientan curiosidad por estos géneros que, de cierto modo, han sido relegados por los ritmos contemporáneos.