“Boom”: conocimiento y diversión, la nueva apuesta de Caracol Televisión
El barranquillero Mario Espitia, de 34 años, presenta el nuevo concurso que acompañará a los televidentes los sábados, después de “La Red”. Nos contó detalles del programa y de sus proyectos como actor.
El Espectador
¿Cómo llegó a “Boom”?
Estuve por fuera un tiempo, grabando una serie en Miami. Volví a Colombia, viajé de nuevo para estudiar inglés y reentrenarme un poco en el arte dramático, hasta que hace cuatro meses volví a instalarme en Bogotá. Me llamaron a un casting para este programa. A los pocos días vi el set y comencé. Fue muy bonito el proceso porque significó regresar al país y a Caracol, donde trabajé cerca de cinco años antes de irme.
¿En qué consiste “Boom”?
Es un programa con un solo concurso donde la gente se enfrenta a tres fases. La primera tiene cuatro bombas negras, la segunda es la bomba decisiva, porque el que falle pierde todo y el que gane avanza al tercer nivel, que es la bomba plateada, que comienza con un acumulado de $20 millones. El equipo que llegue a la bomba dorada, que es la última, y no gane, vuelve al siguiente programa a competir con un nuevo equipo retador. La bomba representa una pregunta y los cables las respuestas.
¿Qué tiene de diferente este concurso?
No sólo es de conocimiento y de jugar con la mente, sino que también tienes una acción, que es cortar los cables con una pinza. Tener una bomba enfrente o cualquier elemento que te va a generar un sonido o impacto asusta. Esa tensión a su máxima potencia genera la diferencia del programa, creo yo.
¿Por qué invita a la gente a que se conecte cada sábado con “Boom”?
Creo que este formato es interesante porque las personas podrán jugar desde sus casas y verlo en familia, conectarse con los participantes y con los sueños que tienen de ganar el dinero. Además de retar su conocimiento respondiendo las trivias. Mi invitación es a intimar con las personas que están en Boom.
¿Qué le pareció la experiencia de compartir con los participantes?
Presentar un formato así no es fácil, pero sí divertido. Hay que mantener una conexión con ellos porque la mayoría llegan nerviosos y mi misión es lograr que estén tranquilos. El reto más grande es mantener la energía arriba para contagiar al espectador.
¿Cómo lo logró?
Eso viene en el carisma, la hiperactividad y el espíritu de uno. Es algo que está innato en mí y es cuestión de exteriorizarlo un poco más para contagiar a los concursantes y televidentes.
También del espíritu de su región. Usted es de la Costa.
El barranquillero y el costeño en general tienen un movimiento y un sabor diferente. Si logras canalizarlo para un personaje que no necesariamente tiene que ser costeño, o para presentar, consigues atrapar a la gente.
¿Tiene nuevos proyectos después de “Boom”?
Por ahora no, sólo lo que Dios quiera para mí. Si Dios quiere que presente un programa ahora, lo haré. Donde él me quiera tener. Me ha puesto, me ha llevado y donde me ha tenido ha sido el lugar correcto.
Usted es creyente, le entrega su destino a Dios.
Creo en Dios y en Jesús, es mi mejor amigo. Él enderezó mi vida y me ha llevado de la mejor manera de su mano para que cristalice mis sueños en el orden correcto. Todo el mundo en mi familia cree en Dios. Mi mamá y mi hermana siempre han estado muy conectadas, las veía con esa pasión y me contagié. Hoy puedo decir que él es mi mejor amigo. No veo a Dios como algo ajeno, yo hablo con él.
¿Cómo llegó a “Boom”?
Estuve por fuera un tiempo, grabando una serie en Miami. Volví a Colombia, viajé de nuevo para estudiar inglés y reentrenarme un poco en el arte dramático, hasta que hace cuatro meses volví a instalarme en Bogotá. Me llamaron a un casting para este programa. A los pocos días vi el set y comencé. Fue muy bonito el proceso porque significó regresar al país y a Caracol, donde trabajé cerca de cinco años antes de irme.
¿En qué consiste “Boom”?
Es un programa con un solo concurso donde la gente se enfrenta a tres fases. La primera tiene cuatro bombas negras, la segunda es la bomba decisiva, porque el que falle pierde todo y el que gane avanza al tercer nivel, que es la bomba plateada, que comienza con un acumulado de $20 millones. El equipo que llegue a la bomba dorada, que es la última, y no gane, vuelve al siguiente programa a competir con un nuevo equipo retador. La bomba representa una pregunta y los cables las respuestas.
¿Qué tiene de diferente este concurso?
No sólo es de conocimiento y de jugar con la mente, sino que también tienes una acción, que es cortar los cables con una pinza. Tener una bomba enfrente o cualquier elemento que te va a generar un sonido o impacto asusta. Esa tensión a su máxima potencia genera la diferencia del programa, creo yo.
¿Por qué invita a la gente a que se conecte cada sábado con “Boom”?
Creo que este formato es interesante porque las personas podrán jugar desde sus casas y verlo en familia, conectarse con los participantes y con los sueños que tienen de ganar el dinero. Además de retar su conocimiento respondiendo las trivias. Mi invitación es a intimar con las personas que están en Boom.
¿Qué le pareció la experiencia de compartir con los participantes?
Presentar un formato así no es fácil, pero sí divertido. Hay que mantener una conexión con ellos porque la mayoría llegan nerviosos y mi misión es lograr que estén tranquilos. El reto más grande es mantener la energía arriba para contagiar al espectador.
¿Cómo lo logró?
Eso viene en el carisma, la hiperactividad y el espíritu de uno. Es algo que está innato en mí y es cuestión de exteriorizarlo un poco más para contagiar a los concursantes y televidentes.
También del espíritu de su región. Usted es de la Costa.
El barranquillero y el costeño en general tienen un movimiento y un sabor diferente. Si logras canalizarlo para un personaje que no necesariamente tiene que ser costeño, o para presentar, consigues atrapar a la gente.
¿Tiene nuevos proyectos después de “Boom”?
Por ahora no, sólo lo que Dios quiera para mí. Si Dios quiere que presente un programa ahora, lo haré. Donde él me quiera tener. Me ha puesto, me ha llevado y donde me ha tenido ha sido el lugar correcto.
Usted es creyente, le entrega su destino a Dios.
Creo en Dios y en Jesús, es mi mejor amigo. Él enderezó mi vida y me ha llevado de la mejor manera de su mano para que cristalice mis sueños en el orden correcto. Todo el mundo en mi familia cree en Dios. Mi mamá y mi hermana siempre han estado muy conectadas, las veía con esa pasión y me contagié. Hoy puedo decir que él es mi mejor amigo. No veo a Dios como algo ajeno, yo hablo con él.