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"Cada línea de mi poema es un plato"

La francesa es reconocida por ser la primera mujer en América en obtener dos estrellas Michelin. Actualmente es dueña del reconocido restaurante Atelier Crenn. Admira a la chef colombiana Leonor Espinosa y cree que las mujeres son mejores para la cocina.

El Espectador
08 de septiembre de 2014 - 02:00 a. m.
Dominique Crenn, en el café Devotion del hotel Hilton en Bogotá, afirma que la comida es la identidad de cada cultura. / Cristian Garavito - El Espectador
Dominique Crenn, en el café Devotion del hotel Hilton en Bogotá, afirma que la comida es la identidad de cada cultura. / Cristian Garavito - El Espectador

Haber sido la primera mujer en América en obtener dos estrellas Michelin hace del logro algo más importante?

No es sobre mí, es sobre algo más grande. Siendo una mujer, fue una plataforma para inspirar a mujeres chefs jóvenes.

Hemos escuchado el término "Gastronomía molecular" y "cocina tecno-emocional", ¿cómo se clasifica su cocina?

Creo ser una chef a la que le gusta evolucionar, uso muchas técnicas modernas y busco empujar los límites para encontrar mejores maneras de hacer las cosas.

Estudió economía ¿Porqué no iniciar con la gastronomía?

Sabía a los ocho años que quería ser chef, pero era muy difícil en Francia, como mujer, el estudiarlo o serlo, así que decidí continuar mis estudios y titularme en negocios internacionales y una licenciatura en economía y luego la cocina.

¿Quiénes fueron sus influencias?

Mi madre y mi padre. Él me enseñó del mundo, cómo tratar a la gente, la diversidad, la humildad y la vida como un viaje, para compartir y tratar de inspirar a otras personas.

¿Por qué decidió escribir su menú como poesía?

Escribo poesía desde los cuatro años. El mundo es un poema, y cuando comes hay mucha emoción, cada línea de mi poema es un plato, y el plato tiene una historia. Creo que es una manera de conectarme con la gente.

¿Qué opina de la cocina colombiana?

Colombia es un país muy rico en ingredientes, tienen la montaña, el mar, la tierra y el clima, pero mucha gente tiene miedo de cocinar comida colombiana aquí, todo es muy internacional, y no es lo mejor, porque cada cultura tiene como núcleo la comida y en ella se encuentra la identidad.

¿Influye el género a la hora cocinar o depende del chef?

Depende del chef, aunque las mujeres y los hombres llevan cosas distintas a la cocina, pero creo que las chefs son mejores.

¿Hay un chef colombiano que admire?

Sí, Leonor Espinosa. Está haciendo una gran labor.

Los cocineros suelen preparar cosas muy complejas en el trabajo, pero en casa no, ¿es este su caso?

En casa y para mis amigos hago sándwiches de brioche: es francés, con queso cottage, tomate y aguacate.

Un plato que le recuerde su infancia.

“Walk in the forest” me recuerda a mi padre y que solía llevarme al bosque de pequeña a recoger moras o champiñones. Y “Grain and seed” me acuerda que mi madre me hacía comer cereal. Cada textura te activa algo en la mente y te lleva de vuelta al lugar donde estuviste.

Un ingrediente para el amor.

Chocolate.

¿Y cuál no puede faltar en su cocina?

Sal de mar y vinagre francés.

¿Escucha música al cocinar?

Sí, Mozart, amo la música clásica. Jazz, blues, Dina Washington o Ella Fitzgerald, música que me tranquilice.

¿Tiene otras pasiones?

Sí, la fotografía, ir de excursión, y mi perro, amo los animales.

¿Perro?

Un chihuahua. Se llama Maximus Julius César y se apellida Crenn, es el mejor.

De ser fotógrafa, ¿qué clase de fotografía haría?

Sería una fotoperiodista, para capturar lo que siente la gente. Soy muy visual y creo que una imagen puede contar muchas cosas.

Si fuera su último día, ¿cuál sería su cena final?

Ostras con vino, amo las ostras.

Una frase.

El mundo debe aprender a amarse unos a otros y llegar a ser uno.

Por El Espectador

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