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                                                                                                                                  Calixto Ochoa, el retratista de aquellos sabanales

                                                                                                                                  El cantante y acordeonero, célebre por sus canciones y por haber pertenecido a Los Corraleros de Majagual, murió ayer. Hace poco afirmó que sus creaciones favoritas siguen inéditas.

                                                                                                                                  Juan Carlos Piedrahíta B.

                                                                                                                                  Calixto Ochoa confesó que la medicina más afectiva para cualquier mal del cuerpo no se toma ni en cápsula ni en jarabe. Para él, la dosis exacta siempre estuvo acompañada con el hecho de saberse uno de los principales personajes del folclor en Colombia. Con ese conocimiento, y por supuesto con el medicamento aplicado en su cotidianidad, fue capaz de sobreponerse a los males que lo acompañaron durante los últimos años de existencia. (Vea en imágenes: La casa de Calixto Ochoa, un templo en honor al hombre de las 1.200 canciones)
                                                                                                                                   
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                                                                                                                                  A ella le tocó estar pendiente de la salud de Calixto de Jesús Ochoa Ocampo y, además, asumió la responsabilidad de responder buena parte de las entrevistas cuadradas con el cantante y acordeonero nacido en Valencia de Jesús, en el departamento del Cesar, en 1934. Para Dulzaide Bermúdez se volvió casi rutina contar la historia de que el maestro aprendió a tocar el instrumento mientras sus hermanos mayores se dedicaban a perfeccionar sus artes con el hacha y el machete, todo eso en la escenografía inconfundible de los infinitos sabanales a los que tantas creaciones les dedicó.
                                                                                                                                   
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                                                                                                                                  Calixto Ochoa confesó que la medicina más afectiva para cualquier mal del cuerpo no se toma ni en cápsula ni en jarabe. Para él, la dosis exacta siempre estuvo acompañada con el hecho de saberse uno de los principales personajes del folclor en Colombia. Con ese conocimiento, y por supuesto con el medicamento aplicado en su cotidianidad, fue capaz de sobreponerse a los males que lo acompañaron durante los últimos años de existencia. (Vea en imágenes: La casa de Calixto Ochoa, un templo en honor al hombre de las 1.200 canciones)
                                                                                                                                   
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                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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