“Carmesí” una celebración al amor: Vicente García
El cantante de “Te soñé” lanza su nueva canción, la cual se desprende de su segundo trabajo discográfico denominado “A la mar”
Un chat con...
¿Qué es lo nuevo de Vicente García?
En este momento estoy lanzando Carmesí, que viene incluida en mi segunda producción titulada A la mar. Esta canción es una bachata, aunque también tiene una versión en piano.
¿Cómo llegó a su mente “Carmesí”?
Como compositor siempre tengo notas guardadas, ideas sueltas que dejo por ahí, es parte de mi proceso. Desde hace algún tiempo viene divagando en mi mente esa palabra, la pronunciaba y me gustaba mucho cómo sonaba, su significado y me parece muy poética, entonces a partir de ahí empecé a crearla y así nació Carmesí.
¿La letra tiene que ver con alguna historia personal?
Sí, era lo que de alguna manera me estaba sucediendo en ese momento. Habla sobre la celebración al amor, la convivencia en pareja y la complicidad. Fui conectando lo que sentía con esa palabra y así fue el proceso.
En la primera frase habla sobre llenar de color el alma. ¿Para usted que es alma?
El alma lo es todo, es la esencia, lo otro es carne y físico. La vida y la persona están en el alma. Lo que te transmiten y lo que te hacen sentir lo percibes con el alma.
¿Las dos versiones de “Carmesí” le dicen al alma cosas distintas?
¡Sí, claro! Creo que eso es lo divertido de hacer esas cosas. Te soñé también tuvo dos versiones, pero en aquel entonces fue de una manera natural, estaba dedicado a la composición, subí un video en versión piano, y cuando la canción fue exitosa hice la bachata, pero no fue intencional. La buena noticia es que me quedó gustando y por ahí viene otra adaptación chévere. Les adelanto algo, es tropical, pero un poquito más sobria, más bolerosa.
¿En qué etapa se encuentra su segundo álbum como solista?
Está listísimo, loco por salir. Será un trabajo con mucho de la música afroantillana, caribeña, tiene un poco de pri pri, de villa mella, un toque haitiano. Empecé por República Dominicana, pero me fui abriendo por el Caribe, así es como llegó al Caribe colombiano y conozco a los Gaiteros de San Jacinto. Armé con el mapa un viajecito y eso para mí es A la mar.
¿Cuál es la relación entre el piano, la guitarra y su voz?
Cada uno tiene su propia personalidad, y lo que hago es expresarme a través de ellos. La guitarra para mí es lo más natural, con ella empecé a componer; el piano me lleva a un lugar más íntimo, siempre que lo toco salen baladas románticas, y la voz me hace sentir libre, no tengo fronteras, amo los cantos afroantillanos, la música folclórica, el canto de hacha, que es el canto de trabajo, y ella me lo permite.
En su investigación sobre las sonoridades de las regiones de su país, ¿qué conoció?
¡Mucho! Mi exploración fue inicialmente con la bachata, con este género sentí lo bonito que era llevar la cultura a través de la música, pero no quedó ahí, seguí buscando y me adentré en el campo, con las ganas de aprender sobre la música popular. No quería volverme folclorista, sino buscar las cosas que no están tan a la luz.
¿Qué encontró en la oscuridad?
Toques de palo, el pri pri, los congo de villa mella, el gaga -que es un ritmo que se comparte entre Haití y República Dominicana- y el bamboula. Cada región de mi país tiene un género y se caracteriza por un toque de tambor, descubrí uno que se toca sentado y con el pie. Traté a mi manera traer todo esto y meterlo en mi disco, sintetizarlo de tal manera que la gente pueda consumirlo.
Está radicado en Colombia. ¿Qué ha conocido de nuestra música?
Desde antes de venir había investigado mucho sobre la música del palenque, el bullerengue. Estando aquí en Bogotá me he interesado por la música andina, como el bambuco, me gustan mucho los tiempos 6 x 8; la música del Pacífico la conocí viviendo aquí, es más, ya compré mi tiquete para ir al Petronio Álvarez de este año, para investigar qué hay.
¿Qué géneros hacía antes de su investigación musical?
Funk, soul, rock pesado y a mis 27 años me di cuenta de que he sido tan ajeno a esas expresiones culturales, saber que hay tanta gente en la ciudad que no conoce sobre la música de nuestras culturas, que me dieron ganas de traerlo a la radio y a la televisión, que la gente conozca que hay géneros hermosos en los pueblos y en las regiones.
¿Alan Lomax inspiró en algo la búsqueda de nuevos sonidos?
Sí. Muchos trabajos antropológicos y, sobre todo, los de este norteamericano, me inspiraron. Fradique Lizardo fue un antropólogo muy reconocido, documentó los cantos y toques de mi país, y de esas investigaciones que hizo saqué una canción que se llama “She”, de una historia que él cuenta también muchísimas cosas.
¿Para su vida artística qué representa el proceso de composición?
Para mí la composición es igual o un poquito más importante que pararme en un escenario. Amo estar en un escenario, lo que siento cuando canto y ver a la gente sintiendo conmigo. Eso es hermoso, pero es circunstancial. Me gusta más la constancia de estar en el estudio creando y evolucionando como compositor, terminar una canción, pararte y escucharlo bebiéndote una cerveza, eso no tiene comparación.
¿Hubo diferencia en trabajar en solitario a hacerlo con un grupo?
No fue fácil, tenía sentimientos encontrados, había una parte que era muy chévere, que decía esto es lo que tiene que ir, así me lo imagino, punto. Pero también había momento difícil en donde como banda nos ayudábamos, afortunadamente superé los impasses y entré en la nueva dinámica de estar sólo para lo bueno y lo malo.
¿Cómo fue su infancia en República Dominicana?
Crecí rodeado de mucha música, mi papá oía mucho jazz y mi relación con él era a través de la música por alguna razón u otro eso era lo que nos conectaba siempre, por otro lado mi madre una artista plástica que me enseñó a observar, a sensibilizarme, a no fijarme en cosas materiales. Últimamente siento que me cansé un poco de decir te amo y te extraño, lo que me ha llevado a evocar paisajes en mis letras, de que se vea lo que canto, creo que eso me lo transmitió ella.
¿Por qué estudió ingeniería electrónica y no música?
Mi idea era estudiar ingeniería de sonido, pero en aquel entonces no existía la carrera en Santo Domingo, había terminado el colegio de 16 años, así que era muy pequeño como para irme de allá, entonces empecé a estudiar ingeniería electrónica y telecomunicaciones, porque supuestamente se parecía a la carrera que quería, parecido no entré ninguno, pero hoy puedo decir que sí tiene parecido.
¿Para qué artistas ha escrito canciones?
Colaboré con Mario Domm, de Camila, hicimos cuatro canciones y dos quedaron para su disco actual, compuse para Adolescentes Orquesta, Santiago Cruz y la cubana Diana Fuentes, entre otros.
¿Qué es lo nuevo de Vicente García?
En este momento estoy lanzando Carmesí, que viene incluida en mi segunda producción titulada A la mar. Esta canción es una bachata, aunque también tiene una versión en piano.
¿Cómo llegó a su mente “Carmesí”?
Como compositor siempre tengo notas guardadas, ideas sueltas que dejo por ahí, es parte de mi proceso. Desde hace algún tiempo viene divagando en mi mente esa palabra, la pronunciaba y me gustaba mucho cómo sonaba, su significado y me parece muy poética, entonces a partir de ahí empecé a crearla y así nació Carmesí.
¿La letra tiene que ver con alguna historia personal?
Sí, era lo que de alguna manera me estaba sucediendo en ese momento. Habla sobre la celebración al amor, la convivencia en pareja y la complicidad. Fui conectando lo que sentía con esa palabra y así fue el proceso.
En la primera frase habla sobre llenar de color el alma. ¿Para usted que es alma?
El alma lo es todo, es la esencia, lo otro es carne y físico. La vida y la persona están en el alma. Lo que te transmiten y lo que te hacen sentir lo percibes con el alma.
¿Las dos versiones de “Carmesí” le dicen al alma cosas distintas?
¡Sí, claro! Creo que eso es lo divertido de hacer esas cosas. Te soñé también tuvo dos versiones, pero en aquel entonces fue de una manera natural, estaba dedicado a la composición, subí un video en versión piano, y cuando la canción fue exitosa hice la bachata, pero no fue intencional. La buena noticia es que me quedó gustando y por ahí viene otra adaptación chévere. Les adelanto algo, es tropical, pero un poquito más sobria, más bolerosa.
¿En qué etapa se encuentra su segundo álbum como solista?
Está listísimo, loco por salir. Será un trabajo con mucho de la música afroantillana, caribeña, tiene un poco de pri pri, de villa mella, un toque haitiano. Empecé por República Dominicana, pero me fui abriendo por el Caribe, así es como llegó al Caribe colombiano y conozco a los Gaiteros de San Jacinto. Armé con el mapa un viajecito y eso para mí es A la mar.
¿Cuál es la relación entre el piano, la guitarra y su voz?
Cada uno tiene su propia personalidad, y lo que hago es expresarme a través de ellos. La guitarra para mí es lo más natural, con ella empecé a componer; el piano me lleva a un lugar más íntimo, siempre que lo toco salen baladas románticas, y la voz me hace sentir libre, no tengo fronteras, amo los cantos afroantillanos, la música folclórica, el canto de hacha, que es el canto de trabajo, y ella me lo permite.
En su investigación sobre las sonoridades de las regiones de su país, ¿qué conoció?
¡Mucho! Mi exploración fue inicialmente con la bachata, con este género sentí lo bonito que era llevar la cultura a través de la música, pero no quedó ahí, seguí buscando y me adentré en el campo, con las ganas de aprender sobre la música popular. No quería volverme folclorista, sino buscar las cosas que no están tan a la luz.
¿Qué encontró en la oscuridad?
Toques de palo, el pri pri, los congo de villa mella, el gaga -que es un ritmo que se comparte entre Haití y República Dominicana- y el bamboula. Cada región de mi país tiene un género y se caracteriza por un toque de tambor, descubrí uno que se toca sentado y con el pie. Traté a mi manera traer todo esto y meterlo en mi disco, sintetizarlo de tal manera que la gente pueda consumirlo.
Está radicado en Colombia. ¿Qué ha conocido de nuestra música?
Desde antes de venir había investigado mucho sobre la música del palenque, el bullerengue. Estando aquí en Bogotá me he interesado por la música andina, como el bambuco, me gustan mucho los tiempos 6 x 8; la música del Pacífico la conocí viviendo aquí, es más, ya compré mi tiquete para ir al Petronio Álvarez de este año, para investigar qué hay.
¿Qué géneros hacía antes de su investigación musical?
Funk, soul, rock pesado y a mis 27 años me di cuenta de que he sido tan ajeno a esas expresiones culturales, saber que hay tanta gente en la ciudad que no conoce sobre la música de nuestras culturas, que me dieron ganas de traerlo a la radio y a la televisión, que la gente conozca que hay géneros hermosos en los pueblos y en las regiones.
¿Alan Lomax inspiró en algo la búsqueda de nuevos sonidos?
Sí. Muchos trabajos antropológicos y, sobre todo, los de este norteamericano, me inspiraron. Fradique Lizardo fue un antropólogo muy reconocido, documentó los cantos y toques de mi país, y de esas investigaciones que hizo saqué una canción que se llama “She”, de una historia que él cuenta también muchísimas cosas.
¿Para su vida artística qué representa el proceso de composición?
Para mí la composición es igual o un poquito más importante que pararme en un escenario. Amo estar en un escenario, lo que siento cuando canto y ver a la gente sintiendo conmigo. Eso es hermoso, pero es circunstancial. Me gusta más la constancia de estar en el estudio creando y evolucionando como compositor, terminar una canción, pararte y escucharlo bebiéndote una cerveza, eso no tiene comparación.
¿Hubo diferencia en trabajar en solitario a hacerlo con un grupo?
No fue fácil, tenía sentimientos encontrados, había una parte que era muy chévere, que decía esto es lo que tiene que ir, así me lo imagino, punto. Pero también había momento difícil en donde como banda nos ayudábamos, afortunadamente superé los impasses y entré en la nueva dinámica de estar sólo para lo bueno y lo malo.
¿Cómo fue su infancia en República Dominicana?
Crecí rodeado de mucha música, mi papá oía mucho jazz y mi relación con él era a través de la música por alguna razón u otro eso era lo que nos conectaba siempre, por otro lado mi madre una artista plástica que me enseñó a observar, a sensibilizarme, a no fijarme en cosas materiales. Últimamente siento que me cansé un poco de decir te amo y te extraño, lo que me ha llevado a evocar paisajes en mis letras, de que se vea lo que canto, creo que eso me lo transmitió ella.
¿Por qué estudió ingeniería electrónica y no música?
Mi idea era estudiar ingeniería de sonido, pero en aquel entonces no existía la carrera en Santo Domingo, había terminado el colegio de 16 años, así que era muy pequeño como para irme de allá, entonces empecé a estudiar ingeniería electrónica y telecomunicaciones, porque supuestamente se parecía a la carrera que quería, parecido no entré ninguno, pero hoy puedo decir que sí tiene parecido.
¿Para qué artistas ha escrito canciones?
Colaboré con Mario Domm, de Camila, hicimos cuatro canciones y dos quedaron para su disco actual, compuse para Adolescentes Orquesta, Santiago Cruz y la cubana Diana Fuentes, entre otros.