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¿Cómo le propusieron hacer parte de “Nuevo rico, nuevo pobre”?
Me acuerdo perfectamente de ese momento, porque estaba grabado otra serie de Caracol, y llevaban casi una semana diciéndome que me presentara al casting, pero no tenía el tiempo para ir. Un día llegó el asistente de dirección y me dijo: “Caro, tienes una hora para preparar la prueba”, y yo estaba almorzando. Me fui para el canal, lo hice con John Álex Toro, y a los cuatro días me llamaron para decirme que el papel de Rosmery Peláez era mío.
¿Recuerda a Rosmery con cariño?
Muchísimo. Ha sido uno de los personajes más importantes para mí como actriz. Llegó en un momento tensionarte de mi vida a divertirme, hacerme feliz y entender que esto sí era lo mío, porque en esa época estaba dudando. Ella llegó a mostrarme que lo estaba haciendo bien, que iba por buen camino. Nuevo rico, nuevo pobre es una comedia, y ese género me encanta... además tuve la fortuna de compartir con grandes actores, así que este personaje para mí fue una gran enseñanza, y esta producción una gran escuela.
¿Qué fue lo que la atrapó de la historia de “Nuevo rico, nuevo pobre”?
La enseñanza, los valores y el gran mensaje que transmite: no todos los que tienen todo son felices, y los que no tenían nada, pero ahora lo tienen todo, tampoco son felices. Para mí la gran enseñanza de esta producción es que en la vida las cosas que te hacen feliz son las más simples, no tienes que ser millonario para ser feliz; si estás rodeado de amor y buenas personas, ese es el verdadero significado de la felicidad.
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La producción se estrenó hace trece años, ¿qué opina de la retransmisión que está haciendo Caracol Televisión?
Fue increíble que después de tantos años me llamaran a decirme que iban a volver a pasar Nuevo rico, nuevo pobre. Verlo al aire es muy emocionante, sobre todo porque está claro que, después de tantos años, es una novela que hicimos con tanto amor y disfrutamos tanto... verla de nuevo vigente y sentir que la grabamos ayer es una sensación hermosa. Me emociona mucho la respuesta de la gente, que me escribe diciéndome: “Me estoy repitiendo la novela”, o gente que nunca la vio y ahora está encantada con la historia. He visto muy buenos comentarios y eso me llena de felicidad.
¿Le gusta verse en pantalla interpretando a sus personajes?
Voy a confesar que la primera novela que vi completa fue Nuevo rico, nuevo pobre en Netflix. Usualmente no veo lo que hago, pero me encanta ver a Rosmery y cómo la historia está tan bien plasmada, la claridad de cada personaje, y lo bien escrita y dirigida que está. Me veo y me gusta lo que veo... un excelente trabajo por parte de todos.
Las plataformas permiten que nuevas generaciones conozcan estas producciones, ¿qué opina de eso?
Es increíble. Me escriben de Brasil. Alemania, Italia, España..., porque Nuevo rico, nuevo pobre estuvo en el top 6 mundial por varios días. Ver cómo el humor de la producción es tan simple que lo entienden en todas partes es algo maravilloso. La gente se conectó de una forma muy especial con la historia después de tantos años, y ahora en México está en el segundo lugar del top de Netflix... eso es para sentirse orgulloso.
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¿Cómo fue la construcción de su personaje de Rosmery Peláez?
Para la construcción de mis personajes siempre me inspiro en mujeres reales. Mis niñas de maquillaje y vestuario son un ejemplo... se levantaban a las cuatro de la mañana para llegar al set a las siete, eso para mí fue una gran inspiración. Además, el guion tenía un personaje muy claro y Andrés Marroquín me ayudó mucho. Mi inspiración para crear a Rosmery fueron todas las mujeres con las que nos cruzamos día a día en Bogotá. No tuve mucho tiempo para prepararlo, lo fui construyendo en el camino, y de ahí salió esta interpretación.
¿Qué cualidades admira de su personaje?
Amo su persistencia. Esas ganas de siempre estar bien siendo positiva, si se cae, vuelve y se levanta. Es una mujer tan feliz, que a veces yo quiero ser ella.
¿Cómo recuerda su relación con el elenco?
Nos volvimos muy amigos, nos hacíamos terapia de grupo y, de hecho, llegamos a ese punto en el que nos conocíamos tanto que no teníamos que hablar para entendernos... a ese nivel llegamos... nos dábamos tranquilidad, íbamos a jugar y a pasarla bueno. Pueden pasar años en los que no hablamos, pero cuando lo hacemos nos damos cuenta de que el amor y el cariño siguen intactos.
¿Hay alguna anécdota del rodaje que recuerde?
Una vez estábamos en la pensión grabando y nos entró un ataque de risa de esos que no puedes parar, de los que eran prohibidos en el colegio. No podíamos contenernos, era impresionante, esa escena fue muy especial y no la voy a olvidar nunca, sentía mucha angustia porque quería dejar de reírme y no podía.