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César Mora: “A mí me gusta provocar a la gente para escuchar y aprender cosas”

El actor, compositor, cantante y director de orquesta, habló para Claro Oscuro, el formato de entrevistas de la sección de Entretenimiento de El Espectador. Está estrenando obra de teatro y cuenta cómo este nuevo personaje le ha hecho entender que el reconocimiento sirve para decir qué quiere hacer y qué no.

Tatiana Gómez Fuentes
19 de mayo de 2024 - 12:40 a. m.
El artista colombiano está estrenando obra de teatro y habla con El Espectador de la muerte, de su familia y de su carrera actoral y musical.
El artista colombiano está estrenando obra de teatro y habla con El Espectador de la muerte, de su familia y de su carrera actoral y musical.
Foto: Sebastián López /

“Quiero morirme de manera singular, quiero un adiós de carnaval, quiero tu voz negra canela escuchar con su frescura natural sincera. Quiero te quiero pregonando un ben-bén, no quiero velas, no quiero un sermón (¡oye bien!), quiero la voz de esa mulata y un trombón, morir en tiempo de son, bendición. Canela, canela, tu voz plañidera, regada en fragancia de ron sabrosón, tu canto, el bullicio, el barrio y el son serán mi dulce oración, cosa buena”.

¿Cuál es la mejor herencia que tiene de Cali?

La salsa, indudablemente, y toda la cultura que se ha creado a lo largo de los años con esta música. Mi padre era fanático de la Sonora Matancera y fue gracias a él que mi mamá y yo empezamos a escucharla. Me encanta la calentura que tiene ese género musical y el mejor recuerdo que tendré siempre es ver a mi madre cantando “Songo, le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé”, ella me enseñó esa canción, como la mayoría de las que me sé.

¿Por qué le gustaba disfrazarse de su papá cuando era niño?

La verdad nunca supe por qué hacía eso, supongo que era por la necesidad que teníamos en nuestra casa. Mi madre era una señora que servía tintos en las oficinas, después la fueron ascendiendo en otras labores en el distrito, ella no tenía un peso, así que nunca conocí lo que era un disfraz. Creo que por esa época no me quedaba de otra que pensar que era un bonito disfraz ponerme los chalecos, los sacos, los zapatos y las gafas de él. Yo era un payaso y por eso soporté mucho bullying en el colegio, creo que me veían como un man raro, pero era muy feliz con eso.

¿Es verdad que las gafas siempre han sido su escudo de defensa?

Sí, yo he usado gafas toda la vida porque era la forma de protegerme del bullying que me hacían, y aunque no me importaba lo que me dijeran, mientras yo las tuviera puestas, no me pasaba nada. Las empecé a usar desde pelado, y en el colegio se volvieron mi herramienta para superar cualquier desafío que se me fuera presentando.

¿Sigue siendo Antón Chéjov una inspiración para su carrera actoral?

Sí, indudablemente y creo que es la inspiración de muchos actores en formación que hemos vivido, crecido y formado en el teatro. Chéjov para mí es un masterclass, él limpia las malas costumbres que adquirimos los actores. Él es la belleza y la poética, la poesía del silencio, es mirarse a la cara, mirarse a los ojos y con pocos gestos, da a entender muchísimas cosas: pasión, envidia, amor sin necesidad… lo adoro.

¿Cómo ve en la acualidad “La jaula de las locas” en Colombia?

Me alegra mucho que eso ya no sea una discusión, que ya no tenga que esconderse nadie. A mí me tocó una época en la que eso era “pecado”. Cuando hice ese musical me acuerdo que fue tan exitoso que todo el tiempo daba de qué hablar. Pacheco era mi esposo allí, yo hacía a “Zaza”. La comunidad estaba tan feliz y agradecida por el respeto que mostramos cuando hicimos ese proyecto, que a mí me invitaron a cosas que eran restringidas para el momento, no dejaban entrar a nadie, como fue el caso de la elección de la reina gay en Bogotá.

Gracias a Dios hoy ya no hay problema con ese tema, hemos avanzado, hay mucha gente de la comunidad que es inteligente, que le aporta al país, y que hoy afortunadamente ya no tiene que esconderse para mostrar lo que es.

Háblenos de su “Canela”

Es la historia de un borracho que llega al Chocó (yo) después de una juerga muy larga en la ciudad de Bogotá, en la Quinta, en la Teja Corrida, saliendo en la madrugada y yéndome con unos músicos en un charter especial que habían contratado para los músicos chocoanos que iban a tocar y tenían compromisos en los carnavales de San Pacho, en ese departamento. Hice que me llevaran, que me subieran al charter y cuando amanecí al otro día, una señora se me apareció y me dijo “¿usted sabe dónde está?”. Le respondí que no, ella me dijo que estaba en Quibdó y me reclamó por la forma en la que me dejé llevar.

No tenía muda de ropa para cambiarme ni nada. Recuerdo que fue un joven de la casa de esa señora el que me alojó; en este momento no tengo ni idea de quién era. Él me pidió el favor de que lo acompañara a dar un sentido pésame porque todo el mundo estaba de rumba por las fiestas y no había quien lo acompañara. Le dije, ‘¿usted me va a pedir eso luego de que me traen aquí y me tiran en este calor tan infernal?’, me respondió que sí porque se lo debía.

Nos fuimos y nos tomamos un poco de aguardiente para poder paliar eso. Lo que vi en ese funeral es lo que está plasmado en la canción. Cuando llegué y vi lo que había alrededor pensé que el muchacho me estaba engañando, parecía una comparsa de esas que hacen en los carnavales. Pensé que el del cajón era un tipo que se estaba haciendo el muerto, hasta que el joven me dijo que lo mirara y viera lo “tieso” que estaba.

El cajón estaba en una mesa de madera vieja, pero limpia, con un mantel cosido y me acuerdo que sobrepasaba las puntas de la mesa porque era muy pequeña. Todo era curioso y hermoso. Los niños jugaban, los ancianos jugaban dominó, las mujeres de la casa, familiares del muerto, salían con comida, repartían trago, y luego se paraban alrededor del cajón a cantar.

¿Cómo nació el nombre de la canción?

“Canela” es un nombre que inventé para describir la cantidad de mujeres que cantaban en ese momento. Cuando empecé a escribir la canción me fui para la casa de la señora donde estaba y le dije que me prestara algo para escribir. Recuerdo que ella sacó el cuaderno de su nieta, arrancó la hoja de la mitad y el título que le di fue “Quiero” porque la escribí en primera persona.

Siempre en mis conciertos digo que soy el único cantante que ya tiene epitafio hecho porque yo decía ‘Quiero morirme de manera singular, quiero un adiós de carnaval, quiero tu voz negra canela escuchar con su frescura natural sincera’, ahí fue que cambió el título y se volvió “Canela”.

¿Qué es lo primero que piensa cuando le nombran a Jaime Garzón?

Yo a Jaime tengo que agradecerle muchas cosas. Desafortunadamente con su muerte, “Canela” se convierte en un ícono de la salsa, hoy ya hace parte del repertorio salsero colombiano. Con Jaime Garzón, sí o sí, había que cantarla dos veces. Él llegaba a los sitios, se paraba al frente de la tarima y me decía “Mora, ya llegué”, había que cantarla. Y luego cuando se iba decía “Mora, ya me voy”, y no se quitaba de ahí hasta que no se la volviera a cantar.

Mi relación con él siempre fue alrededor de la música. Alguna vez tuvimos la idea de hacer un programa que finalmente terminé haciendo con José Gabriel Ortiz. Él quería hacer un programa de ese estilo donde yo hiciera la música, y cuando estábamos hablando de eso lo mataron. Jaime era un tipo brillante, todo lo que digan de él es cierto.

No me aburre que me hablen de él, porque éramos cercanos, y él le dio a mi canción un amor puro que sigue estando vigente, sin embargo, “Canela” se convirtió en una moneda de dos caras, en un arma de doble filo, la gente cree que yo la hice y me acosté a dormir, ella misma es la que no ha permitido que la gente oiga más cosas de mi repertorio y de lo que he escrito en mi carrera.

¿Cuál es el mensaje que le daría al César Mora de hace unos años cuando hizo “El confesor”?

Que no se arrepienta, que fue una buena decisión. Pudo haber sido mala porque que yo era actor del Teatro Libre y eso significa abandonar mi casa, mi escuela, en esa época tenían una política que no dejaba que los actores trabajaran en otros proyectos. Recuerdo que un día me llamó Jenniffer Steffens, ella en ese momento era la esposa de Pepe Sánchez, me contó de la serie, me dijo que Pepe quería que yo fuera el personaje principal y me enviaron los libretos en un sobre de manila.

En aquellos días estábamos pasando por un momento económico muy malo, a mis hijas las devolvían del colegio porque no pagaban la pensión. Mi hija mayor andaba con los zapatos llenos de huecos, y los arreglábamos con cartón, mi mamá me ayudaba a verlas, así que me tocaba tomar la decisión por el bien de mi familia, y el mío, claro. Siempre pensé si había tomado el camino correcto y hoy con total certeza le digo a ese César Mora que había que hacerlo, que no había de otra.

Con este proyecto me pasó que entré a la televisión y me gané el premio en Simón Bolívar por interpretar a ese personaje, fue muy divertido. Fanny Mikey, fue la persona que me dio la mano en ese momento, ella fue mi salvación, me ayudó a curar este mal que tenía de conciencia y de vanidad.

¿Para qué sirven la fama y el reconocimiento?

Pues uno podría decir que, para ganarse respeto, pero no siempre lo respetan a uno, eso es mentira, no siempre se da. A este país todavía le falta aprender mucho a querer a su gente, a sus artistas, a sus ciclistas, a sus jugadores de fútbol, a la gente que hace que la imagen de Colombia sea diferente. Por donde voy recibo amor, afecto y respeto, y eso me emociona mucho todavía, así que para eso creo que ha servido la fama.

También sirve para otras cosas de las que intento no abusar, como ir a un banco y pasar de primeras o entrar a lugares más rápido, sin embargo, no me gusta brincarme esos procesos, me da pena, siento pudor por eso, pero cuando pasa soy muy agradecido.

¿Qué es el “Retrato inconcluso de mujer”?

Es lo más hermoso y grande que me ha caído en las manos. Hacía mucho tiempo que no recibía un premio de esos. Es una obra de Fernando Schmidt, uruguayo. Es una obra muy bella, muy etérea, es una visión de su escritor, creo que ni él mismo sabe la belleza que escribió. Él no sabe lo que hay en escena, no la ha visto, y esta es la primera vez que se hace el montaje de esta, de su libreto y de su guion, en Colombia.

Lo que ha producido esta obra de teatro es mágico, la gente sale muy conmovida, especulando qué fue lo que pasó en cada escena. No quiero hacer spoiler, pero hay un semidesnudo de una actriz que se para con toda la propiedad del caso en esta obra, se trata Diana Belmonte, una actriz de lo mejor que yo he visto y que le agradezco a la vida que me haya tocado hacer este proyecto con ella.

Soy su pintor, ella es mi modelo y es una interacción constante ente los dos. Es una obra de la necesidad, de la orfandad, de amor, de conversación y de muerte. Es arte implícito en la obra, hay mucha estética y lo digo con la boca llena porque no temo equivocarme en eso. A mi edad busco este tipo de proyectos, y creo que hablando de la pregunta anterior de para qué sirve la fama o el reconocimiento es para eso, para decir qué quieres hacer y qué no.

¿Tiene similitudes con su personaje “Miguel Perines”?

Muchas, primero, tengo la edad, segundo a mí me gusta provocar a la gente para escuchar y aprender cosas, a veces no puedo conseguirlo si no es haciendo crisis, esa es una contradicción y me la enseñó el teatro. Hay que llevar la crisis hasta lo profundo, para ver qué surge de ahí en los personajes, en los ensayos, es una maravilla poder irse a la crisis, y provocarla en el otro, para que resuelva y afloren una cantidad de cosas que están ahí, escondidas y que no salen, si no es por la provocación.

Soy muy provocador, soy canceriano y soy provocador en el buen sentido, no soy peleonero, no matoneo a nadie, me gusta provocar, ver cosas, entonces, creo que tengo eso de Perines. En este momento vivo la serenidad que tiene Perines, la calma para ver las cosas, me tomo el tiempo para ver y escuchar a la gente, y eso es el personaje.

¿Quién es su señora suerte?

Mi partner, mi amiga, mi amante, mi mejor parche, se llama María Fernanda Palacio, la mujer a la que le he dedicado muchas canciones de amor, a ella le escribo, ella es mi dama.

¿El Deportivo Cali, es su matrimonio a término indefinido?

Total, en eso ahí no hay discusión de ninguna clase, pero, hago la salvedad, no soy un fanático de la violencia, la detesto y no me gusta el fanatismo con violencia. Me gusta ser fan, más no fundamentalista, no fanático violento, no creo en eso, porque eso justamente está sacando a la gente de los estadios. Creo en el fútbol que lleva a las familias a ver el juego, el que lleva a la mamá, al hijo, al papá, al tío, a la tía, al abuelo.

Ahora ya la gente no quiere ir porque están esperando que en cualquier momento se “agarren” los aficionados, saquen los cuchillos, vuelen las botellas, etc. Creo en el Deportivo Cali a morir, a pesar de que en este momento, no quiero hablar de él porque estamos, como dice mi hijo, en la inmunda.

¿Le teme a la muerte?

La muerte es algo a lo que los artistas le tenemos pavor, no hay artista que no le tema a la muerte, porque el artista linda con la inmortalidad, se cree Dios, ¿cierto?, porque está siempre expuesto al halago, y a que le digan que es un monstruo, una maravilla, y él va subiendo y va subiendo hasta que se da cuenta de que no lo está haciendo. Entonces empieza a dolerle el estómago, y el médico le dice que tiene que dejar las harinas, porque está llegando a la diabetes, y que se puede morir de prostatitis, etcétera, etcétera, etcétera, y se da cuenta de que no es Dios.

rato de prepararme para eso, y la única forma de hacerlo es no pensando en eso, sino en vivir el presente con inteligencia, y ¿qué es vivirlo con inteligencia?, comer bien, cuidarme de los excesos, y disfrutar mucho lo que hago. Esto se acentuó en mi vida a partir de la pandemia, esta crisis me enseñó a no pensar en el futuro, sino a vivir el día y a gozármelo como si fuera el último.

Trato de preparar a mi gente para ese momento, a los que están a mi alrededor, al hijo, a la mujer, a los que quedan, porque uno se muere y se va, pero para el que se queda puede ser muy duro y desestabilizador, así que le pido a Dios que me prepare y los prepare para eso, pero sin ponerle mucha trascendencia a ese asunto, porque entonces me tocaría pagar psicólogo, psiquiatra, y nos tocaría ponernos a todos en tratamiento, y mejor no, lo mejor es no pensar en la muerte y disfrutar que nos tenemos por ahora.

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Enrique(35479)19 de mayo de 2024 - 02:02 a. m.
También le gusta decir mentiras en Citytv....., que se baña en un minuto.......el ecologista este
Mar(60274)19 de mayo de 2024 - 02:01 a. m.
Siempre que pienso en Cesar Mora lo hago con cariño y alegría y siempre lo recuerdo en el programa de José Gabriel cantando junto a Jaime Garzón, "Quiero morirme de manera singular, quiero un adiós de carnaval..." ❤️
-(-)19 de mayo de 2024 - 02:01 a. m.
Este comentario fue borrado.
Carlos(92784)19 de mayo de 2024 - 12:54 a. m.
El Confesor , extraordinaria, más o menos 1988 u 89 , además de Romeo y Buseta, consagratorias para un ser auténtico como Cesar Mora. Felicitaciones
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