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Fue un showman. Un entendido dijo que “el mejor de Colombia”. Todavía es un showman cuando se sube al escenario. Casi cincuenta años después de ser la voz colombiana en el Festival de la OTI en 1972, que lo lanzó a la notoriedad. Canta, baila, anima e interactúa con el público, que se mueve con él. Como en la canción que resultó su mayor éxito, “estuvo en la cima”, y hoy es leyenda, memoria musical de este país.
Su nombre de pila es Haldor Christopher García, pero no mucha gente lo conoce así. Cuando empezó su carrera musical en 1968, decidió solo usar Christopher, por la sonoridad del nombre.
Nació en la isla de San Andrés, y aunque solo vivió allí hasta los cuatro años, resalta que sus raíces caribeñas y raizales influyeron en su vida musical. A los cinco años se mudó, junto a su familia, a Cartagena. En La Heroica cursó sus estudios de primaria y bachillerato, y a los quince años empezó sus pinitos en la música. “Cuando salía del colegio a las 5:00 p.m. me iba a clases de piano y canto en Bellas Artes. Simultáneamente asistía con mi familia a la Iglesia Bautista y allí empecé a cantar en el coro”, cuenta.
A medida que fue creciendo y tomando clases de canto y solfeo para mejorar su técnica y respiración, se preguntaba cuál era el camino que quería seguir. Disfrutaba cantar en la iglesia, pero sabía que para crecer musicalmente debía explorar otras opciones. “Si en ese momento hubiera existido la escena de música cristiana tan fuerte que existe hoy, tal vez yo hubiese seguido ese camino, pero las cosas eran muy diferentes”. Por esta razón, en sus inicios, su familia no lo apoyó del todo con su proyecto musical, pues querían que solo cantara para Dios.
Su primer acercamiento a la música de forma profesional fue en 1968, cuando participó en el concurso radial nacional más importante de la época: La Orquídea de Plata Phillips, organizado por Caracol. Christopher representó a Cartagena, interpretando la canción Ave María —de Manuel Alejandro, que Raphael popularizó— y ocupó el segundo lugar. Como premio grabó sus primeros sencillos con el sello musical Phillips.
En 1970 se mudó a Bogotá y tocó la puerta de Alfonso Lizarazo, quien luego se convertiría en su mentor. “Él siempre tuvo un ojo clínico para descubrir artistas: Óscar Golden, Claudia de Colombia, Emilce, a casi todos nos descubrió”. En varias ocasiones se acercó a su oficina para tratar de hablar con él, hasta que un día Lizarazo lo recibió y lo escuchó.
Desde ese momento lo empezó a guiar en su carrera artística, en la selección de su repertorio y en los artistas en los que debía inspirarse para su show. “Él me decía que, por mi apariencia y mi voz, debía inspirarme en Tom Jones y James Brown”. El primer proyecto con Lizarazo fue la segunda gira nacional de Milo a Go-go. Eran conciertos que hacían parte de la campaña de Nestlé con los que llenaron muchos estadios del país.
En 1972 lanzó su primer elepé con el sello Famoso (de Codiscos) llamado Christopher, en el que incluyó canciones como Ven sin temor, Lamento llanero y Ve con él. Luego llegó un momento que marcó la trayectoria del intérprete: su participación en el Festival de la OTI de 1972. Para representar a Colombia en Madrid, donde se llevó a cabo el festival ese año, Christopher tuvo que competir contra grandes cantantes colombianos de la época. A pesar de ser novato en la materia, ganó con la canción Volverás a mis brazos, del compositor Eduardo Cabas de la Espriella, que él define como “la canción más hermosa que ha interpretado”.
Al año siguiente, Humberto Mole, productor de Codiscos, le comentó sobre una canción “que lo iba a llevar al estrellato”. Se trataba de El hombre de la cima, escrita por Édgar Alexánder, quien quería que un colombiano la interpretara. El éxito de la versión grabada por Christopher fue mayor del esperado, ya que a pesar de que existen versiones de artistas como José Luis Rodríguez el Puma, Richie Ray y Bobby Cruz, y Eddy Herrera, los colombianos se apropiaron de la versión del sanandresano.
“Estaban buscando a alguien que lo interpretara con ese feeling que la canción necesita y yo lo hice. Contamos con la participación de Armando Velásquez como arreglista musical y de allí salió una producción que me dio mucho y me llevó lejos”.
Con el éxito de El hombre de la cima su carrera empezó a fluir. Realizó varias giras nacionales e internacionales y siguió asistiendo a festivales. Un periodista lo llamó “el conquistador de coliseos”, porque en cada concierto lograba ganarse el cariño de la gente e interactuar con ellos al punto de conquistarlos. En 1976, con la disquera Daro Internacional, lanzó un elepé titulado El showman colombiano.
Además de tener una voz potente, un talento innato, es capaz de interpretar múltiples géneros como boleros, soul, calypso, balada, pop e incluso reggae. Se apropia de las composiciones y logra transmitir lo que dicen las letras sin necesidad de haberlas escrito.
La música es su gran amor, pero a su vida llegó la oportunidad de la pantalla chica. Como actor empezó con papeles menores. De la mano de Mario García, de la programadora Cromavisión, ganó el casting para la serie sobre la esclavitud La cabaña del tío Tom (1983), convirtiéndose en el primer protagónico negro de la televisión colombiana.
Luego participó en producciones como Revivamos nuestra historia, Juicios enfrentados (1986), El Show de Jimmy (1970-1990), Traga maluca (2001), la película La toma de la Embajada Dominicana (2000) y una de sus más recientes participaciones actorales, la serie Celia (2015), en la que interpretó a un babalao, personaje que predecía el futuro de la protagonista.
Mas no todo en la historia del artista ha sido color de rosa. Aunque hoy lo recuerda con tranquilidad, no olvida lo difícil que fue enfrentar el racismo de algunas personas durante su carrera. Varios no querían que un negro representara a Colombia en el Festival de la OTI, pero gracias al apoyo de Alfonso Lizarazo y de otros artistas, como Matilde Díaz de Lleras, pudo asistir por primera vez en 1972. Iría por segunda vez, en dueto con la cantante Ximena, en 1984.
Si hay un artista que haya inspirado a Christopher es Tom Jones. Logró verlo en concierto en dos ocasiones: Bogotá (1973) y Palma de Mallorca (2017), y asegura que en el escenario tiene una energía con la que se identifica. Tanto así que el sanandresano quiere seguir los pasos del cantante galés, que a sus ochenta años sigue activo. Christopher quiere continuar compartiendo su singular energía en los escenarios hasta que la vida y el público se lo permitan.
*De la Fundación Color de Colombia.