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¿Qué relación tienen “Moria” con su niñez en La Candelaria?
En la película hay lugares comunes y personajes que vi a lo largo de mi vida, porque se rodó en la casa en la que crecí con mis abuelos. La historia es anacrónica y de alguna manera siempre fue una especie de portal, un mundo distinto. El haber grabado en La Candelaria cerró un ciclo del lugar donde me crié, de una forma de ser y de ver el barrio como aislado en el tiempo y de las circunstancias, como un pequeño pueblo que era mi ventana al mundo, pero a la vez era mi propio mundo. De niño lo echaron de seis colegios. ¿Por qué?
La razón principal fue que nunca me fue fácil adaptarme a lo que se decía que era correcto o incorrecto, porque tuve muchos problemas por ser muy vago y digamos que mi nivel académico y disciplinario era bastante deficiente, es decir, era un desastre. Comencé en un colegio en el norte a vender droga y me echaron. Después conseguí cupo en otro colegio cuando tenía 14 años y también me echaron, y estuve en otro colegio en el que duré sólo tres meses porque también me echaron, entonces entré a hacer teatro gracias a que mi papá lo decidió, y cuando tenía 15 años empecé a estudiar teatro de tiempo completo.
¿Su familia ha influido en su carrera?
Es curioso porque mi abuelo era poeta, mi papá cinematógrafo y mi tío escritor. Esas son mis influencias. No sé si quiero emular, pero sí continuar un legado, aunque no como un propósito consciente. Para mí es un deleite ser espectador y en este caso organizar, diseñar, soñar, concebir y estructurar, pintar, literalmente hacer y presentar. Es decir, es un mundo tan complejo que su arquitectura me descresta.
¿Qué tipo de cine le interesa?
Yo consumo de todo, lo devoro de una forma enfermiza. Me gusta muchísimo ver pop corn gringo bien hecho, pero también tengo una visión profunda por ciertos directores documentales, como Wong Kar-wai, un director que, más que encantarme, me inquieta siempre, porque tiene un estilo tan personal, sin deseo de agradar al público, y amo las películas de Martín Scorsese, porque lo considero un director completo.
¿Qué tan difícil ha sido conseguir los fondos?
He hecho dos películas. Moria, mi ópera prima, y una novela que adapté el año pasado, y han sido proyectos distintos. En Moria me lancé muy irresponsablemente a financiar gran parte de mi propio bolsillo, cosa que difícilmente volvería a hacer, pero sucedió algo muy bonito y fue que mucha gente se sumó y me dio la mano, lo que es un testimonio del deseo, el talento y la enorme necesidad de la gente por crear. En el caso de Virginia, fue distinto porque teníamos una idea que tiene unas posibilidades comerciales, que nos permitió conseguir financiación de afuera.
¿Cuál fue el papel de su esposa en la realización de la película?
Fue invaluable. Patricia la produjo, administró el dinero, organizó la arquitectura para que pudiéramos llegar a feliz término, y además de eso revisó varias de las cosas que escribí y así me permitió entender que para escribir una película hay que ser riguroso, porque no es escribir en una servilleta cosas bonitas, sino que es una labor de disciplina, de rigurosidad autocrítica severa.
¿Qué disfruta de la música?
Una buena sesión de jazz o un buen concierto. Me disfruto también el rock y la salsa vieja.
¿Qué pinta?
Figuras humanas y retratos. Pinto sin ninguna pretensión, porque no tengo el menor talento para hacerlo, y como no tengo nada que perder, ni espero nada de ella, me libero a hacer lo que me salga.
¿Cómo ha superado la depresión y el alcoholismo?
Pasé por momentos difíciles, pero más que eso son cosas de las que no me arrepiento, porque sin ellos no sería la persona que soy, lo cual no quiere decir ni bueno ni malo. Creo que tuve la oportunidad de decidir si quería seguir lastimándome y a quienes me quieren, o no hacerlo más, y conté con la fortuna de que la solución llegó a mi vida y ahora puedo mirar hacia atrás y ver que hay un camino largo que me separa de ese antes y ahora ahora me permite vivir tranquilo.
¿Cómo define a “Moria”?
Moria tiene varios significados: es un trastorno de personalidad, también lo definen en el universo del Señor de los Anillos como las ruinas en la que los enanos al cavar demasiado profundo encontraron un demonio antiguo que los terminó consumiendo por su ambición, y en el Elogio de la locura de Erasmo de Róterdam, es locura, sabiduría, profundidad, y lo que dio el título a todo esto y que resonó en mi cabeza y pegó como si un perro me hubiera mordido o un parásito se me hubiera metido en mis pensamientos: “Como podrán ver yo soy aquella verdadera aturdidora de bienes, llamada por los latinos Stultitia y por los griegos Moria”.
¿Qué cine le gustaría hacer?
No creo que sea director, ni siquiera creo que me va bien con cierto tipo de proyectos en los que puedo proyectar mis propuestas independientemente del género que sea. En este momento me siento cómodo con proyectos en los que puedo manifestar mis propias inquietudes y en donde no quiero competir en ninguna forma con el cine comercial, porque finalmente mi oficio, en el cual soy capaz de trabajar, es la actuación. Es un camino que espero seguir desarrollando y un camino por el que quiero seguir transitando, yo empecé a hacer cine para empezar a trabajar en los proyectos que me interesan, para mostrar mi visión de las cosas, y no bajo un esquema que nadie me imponga.