Cuando Diomedes Díaz predijo lo que pasaría luego de su muerte
Su muerte, hace 10 años, produjo cuatro días de duelo y un movimiento multitudinario en Valledupar.
Alberto González Martínez
A Diomedes Díaz no le gustaba la idea de su muerte, aunque ya había pronosticado lo que sucedería los días posteriores a este suceso, que finalmente le llegó el 22 de diciembre del 2013. No solo fue un natural visionario con su música, sino que sus reflexiones jocosas y particulares le dieron el mérito de la sabiduría popular. Como filósofo costumbrista fue nombrado por sus seguidores.
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El día que murió Valledupar se quiso detener. Los comercios del centro de la ciudad estaban vacíos y solo se escuchaba su música, que por momentos se interrumpía para anunciar promociones. Se decretaron cuatro días de duelo por los cuatro días de velorio en la plaza central de la ciudad. En la Plaza Alfonso López, donde se han coronado reyes vallenatos, había todo un ritual por la muerte del Cacique.
El desfile hasta el cementerio recogió a más de 30 mil personas y en los barrios, populares o exclusivos, se escuchaba tan reiterativas sus canciones que el cantante parecía más vivo que muerto. “Fue una Navidad rara”, sentenció el escritor Alonso Sánchez Baute, quién días después publicó una reseña con los pormenores del suceso, llamada “Se fue el Cacique Diomedes Díaz”.
A sus familiares los registraban las cámaras de noticias con las caras adoloridas y otras personas que nunca lo habían visto en su vida, lloraban desenfrenadamente como si se tratara de su propio papá. En el texto de Sánchez Baute aparecen algunas voces de esas personas mientras se quejaban: “¿Por qué nos abandonaste?”, “¡Mi vida ya no tiene sentido!”, “Ya tengo algo importante para contarles a mis nietos”, decían.
En el periódico de la ciudad, El Pilón, también se registraron personas que llegaron de varias partes del país solo a ver su tumba. Era rodeada por visitantes, curiosos y vendedores vendedores ambulantes ofreciendo lo que tuvieran a mano. Sánchez asegura que, luego de su entierro en Jardines Del Ecce Homo, la tumba tuvo que ser protegida por la cuatro agentes de la Policía.
Su familia había denunciado que se estaban robando la tierra donde descansaba para venderla en bolsas de plástico por $10.000 y que alguien quiso profanar la tumba para arrancar uno de sus mechones de cabello que tenían supuestos efectos milagrosos. Algo que parecería increíble, si Gabo no hubiese demostrado que por esos lares cualquier cosa podía pasar.
La entrevista en la que Diomedes Díaz habló de su muerte
Ya todas estos sucesos pasaban por la cabeza de Diomedes veinte años antes de su muerte. El calor que debía haber tenido bajo tierra, los venteros ambulantes, las personas que lloraban, la multitud y más. Se lo dijo en una entrevista al periodista Ernesto McCausland y un fragmento de sus jocosas respuestas se volvió un meme que ha trascendido hasta estos días: “No sé, Ernesto, no sé”.
—Usted piensa en al muerte —le había preguntado el periodista barranquillero.
—Todos los días. A diario. Si fuera que yo supiera que uno sirviera más muerte que vivo te lo juro que sí. Pero imagínate uno enterra’o debajo de la tierra y con esos calores que hacen ahora —respondía mientras se escuchaban pequeñas risas en el fondo del video— Pero no sé, Ernesto, no sé.
—¿Cómo le gustaría morirse? —preguntó después.
—No me gustaría ni de viejo. La esperanza mía es que cuando llegue a viejo ya la ciencia esté avanzada. Claro que sí pinto mi entierro. Bonito. El cajón allá en el medio, los gamines vendiendo chicle, los otros vendiendo gaseosa o pastelito, la viuda con pastilla pa’ que no llore porque ya tiene plata, pero no hablemos de eso.
—¿La viuda y cuántas más? —insistió McCausland.
—Póngale una docena.
La fama también pasaba por haberse acostado con cerca de 400 mujeres, según lo dice Sánchez Baute en su texto. Hoy en día siguen saliendo personas que aseveran ser sus hijos, pero él solo reconoció a 18, los que le heredaron el lunar detrás de la oreja. Aún, diez años después de muerto, le adjudican poderes misteriosos. Su fecha de nacimiento en el chanche que algunas casas de apuestas han preferido vetar o su estatua en Valledupar que supuestamente tiene el poder de devolver la fertilidad a las mujeres. Diomedes es cacique, artista y mito, a la vez.
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A Diomedes Díaz no le gustaba la idea de su muerte, aunque ya había pronosticado lo que sucedería los días posteriores a este suceso, que finalmente le llegó el 22 de diciembre del 2013. No solo fue un natural visionario con su música, sino que sus reflexiones jocosas y particulares le dieron el mérito de la sabiduría popular. Como filósofo costumbrista fue nombrado por sus seguidores.
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El día que murió Valledupar se quiso detener. Los comercios del centro de la ciudad estaban vacíos y solo se escuchaba su música, que por momentos se interrumpía para anunciar promociones. Se decretaron cuatro días de duelo por los cuatro días de velorio en la plaza central de la ciudad. En la Plaza Alfonso López, donde se han coronado reyes vallenatos, había todo un ritual por la muerte del Cacique.
El desfile hasta el cementerio recogió a más de 30 mil personas y en los barrios, populares o exclusivos, se escuchaba tan reiterativas sus canciones que el cantante parecía más vivo que muerto. “Fue una Navidad rara”, sentenció el escritor Alonso Sánchez Baute, quién días después publicó una reseña con los pormenores del suceso, llamada “Se fue el Cacique Diomedes Díaz”.
A sus familiares los registraban las cámaras de noticias con las caras adoloridas y otras personas que nunca lo habían visto en su vida, lloraban desenfrenadamente como si se tratara de su propio papá. En el texto de Sánchez Baute aparecen algunas voces de esas personas mientras se quejaban: “¿Por qué nos abandonaste?”, “¡Mi vida ya no tiene sentido!”, “Ya tengo algo importante para contarles a mis nietos”, decían.
En el periódico de la ciudad, El Pilón, también se registraron personas que llegaron de varias partes del país solo a ver su tumba. Era rodeada por visitantes, curiosos y vendedores vendedores ambulantes ofreciendo lo que tuvieran a mano. Sánchez asegura que, luego de su entierro en Jardines Del Ecce Homo, la tumba tuvo que ser protegida por la cuatro agentes de la Policía.
Su familia había denunciado que se estaban robando la tierra donde descansaba para venderla en bolsas de plástico por $10.000 y que alguien quiso profanar la tumba para arrancar uno de sus mechones de cabello que tenían supuestos efectos milagrosos. Algo que parecería increíble, si Gabo no hubiese demostrado que por esos lares cualquier cosa podía pasar.
La entrevista en la que Diomedes Díaz habló de su muerte
Ya todas estos sucesos pasaban por la cabeza de Diomedes veinte años antes de su muerte. El calor que debía haber tenido bajo tierra, los venteros ambulantes, las personas que lloraban, la multitud y más. Se lo dijo en una entrevista al periodista Ernesto McCausland y un fragmento de sus jocosas respuestas se volvió un meme que ha trascendido hasta estos días: “No sé, Ernesto, no sé”.
—Usted piensa en al muerte —le había preguntado el periodista barranquillero.
—Todos los días. A diario. Si fuera que yo supiera que uno sirviera más muerte que vivo te lo juro que sí. Pero imagínate uno enterra’o debajo de la tierra y con esos calores que hacen ahora —respondía mientras se escuchaban pequeñas risas en el fondo del video— Pero no sé, Ernesto, no sé.
—¿Cómo le gustaría morirse? —preguntó después.
—No me gustaría ni de viejo. La esperanza mía es que cuando llegue a viejo ya la ciencia esté avanzada. Claro que sí pinto mi entierro. Bonito. El cajón allá en el medio, los gamines vendiendo chicle, los otros vendiendo gaseosa o pastelito, la viuda con pastilla pa’ que no llore porque ya tiene plata, pero no hablemos de eso.
—¿La viuda y cuántas más? —insistió McCausland.
—Póngale una docena.
La fama también pasaba por haberse acostado con cerca de 400 mujeres, según lo dice Sánchez Baute en su texto. Hoy en día siguen saliendo personas que aseveran ser sus hijos, pero él solo reconoció a 18, los que le heredaron el lunar detrás de la oreja. Aún, diez años después de muerto, le adjudican poderes misteriosos. Su fecha de nacimiento en el chanche que algunas casas de apuestas han preferido vetar o su estatua en Valledupar que supuestamente tiene el poder de devolver la fertilidad a las mujeres. Diomedes es cacique, artista y mito, a la vez.
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