El mundo ilustrado de Catalina Estrada
Esta colombiana radicada en Barcelona está dando de que hablar. Las grandes marcas internacionales se interesan cada vez más por sus creaciones y diseños.
Carolina Abad
Su infancia en una pintoresca casa en las afueras de Medellín, rodeada de árboles y de flores, donde el único ruido era el del cantar de los pájaros, marcaría su destino definitivamente.
Un poco alejada de otros niños de su edad, pero acompañada por la exuberante belleza de la naturaleza, envuelta en la magia de los cuentos que les leía su abuela, asombrada por el color del arte que se respiraba por todos los rincones de la casa y extasiada por la complicidad que compartía con su hermano, Catalina Estrada alojó para siempre aquellos recuerdos felices en su memoria.
Los días transcurrían entre las dos casas contiguas en donde vivían sus abuelos y su tía, y la que compartía con sus padres y su hermano Nicolás. Era un espacio sano, colmado de amor y de fantasías que hoy son motivo de inspiración para la artista. “Son recuerdos llenos de color de naturaleza. Esa herencia materna de amor por la belleza ha sido definitiva. Es una noción muy personal, porque lo que para muchos no es bonito, mi mamá encuentra la manera de hacerlo estético y tiene una forma muy especial de combinar los colores, cuida mucho su jardín y la decoración de su casa”, cuenta Catalina.
A finales de los 90, graduada con honores en diseño gráfico en la Universidad Pontificia Bolivariana y con algunos trabajos como ilustradora en su hoja de vida, viajó a París a estudiar francés en la Sorbona. Un semestre después, antes de regresar a su ciudad, decidió pasar por Barcelona para averiguar por un curso de ilustración y se matriculó en la tradicional Escuela Llotja, la misma institución de artes y diseño por donde pasaron, entre otros, Picasso y Miró. “Quería despegarme un poco del computador y volver a soltar la mano. Entonces estudié artes plásticas con especialidad en litografía o grabado en piedra”.
Y ahí comenzó un ir y venir entre Medellín y Barcelona que la fue absorbiendo sin que ella misma pudiera darse cuenta, hasta cuando conoció a Pancho Tolchinsky, un fotógrafo nacido en México y criado en Israel, de quien se enamoró y con quien fijó su residencia en Cataluña. Han pasado desde entonces 8 años, durante los cuales Estrada ha trabajado ininterrumpidamente para grandes marcas del mundo entero. Sin embargo, abrirse un espacio en el mundo del arte en Barcelona fue difícil, porque en ese momento lo que predominaba en las galerías era arte abstracto y lo suyo era definitivamente figurativo. “Más en ese entonces, cuando estaba reconciliándome con mis recuerdos, con las cosas de mi infancia, con mis vivencias en Colombia. Era un trabajo muy personal y sentimental. Fue difícil ganarme la vida, hasta que decidí comprarme un computador y volver a hacer trabajos de diseño gráfico”.
Poco a poco, Catalina Estrada se fue metiendo por el mundo gráfico de los DJs de las fiestas, quienes admirados por el universo de color que ella trabajaba, comenzaron a buscarla para que les diseñara sus flyers de promoción. Realizaba también diseños voluntarios para organizaciones sin ánimo de lucro en Colombia a los que, como siempre, les ponía el corazón pero que, como no tenían una dirección, podía realizar a su gusto para luego ponerlos en su portafolio y mostrárselos a potenciales clientes.
Fue así como surgió su primera gran oportunidad con una editorial alemana, con la cual tuvo cabida en unos libros de diseño de gran categoría en el medio. Pocos meses después, y cuando adelantaba todos los preparativos para su matrimonio, ellos mismos volvieron a llamarla, esta vez para encargarle la ilustración de Aladino y la lámpara maravillosa, como parte de una recopilación de los cuentos de Las mil y una noches. Este trabajo, que fue visto por millones de personas en toda Europa, marcó el principio de una exitosa carrera en la cual se ha ganado un nombre al ser considerada una de las ilustradoras más interesantes del momento.
“Creo que lo que gusta de mi trabajo es que tengo un lenguaje propio y me buscan por lo que hago. Además, encontré una galería que se interesó por mi arte y que ahora me representa. Así que los dos campos, tanto la ilustración como las artes plásticas, comenzaron a surgir paralelamente”, comenta emocionada. Todas las semanas, Catalina Estrada recibe propuestas de diferentes clientes de todas partes del mundo interesados en ella. No tiene que salir a buscarlos. La calidad de su página web y las experiencias de trabajo son su mejor carta de presentación.
En el último tiempo trabajó para la multinacional Coca Cola, para la cual realizó las ilustraciones de la botella, una valla, un afiche y la caja de una edición especial para la campaña de Pascua de la gaseosa en Australia. Para el reconocido diseñador inglés Paul Smith, quien le pidió que le colaborara con las ilustraciones de los diseños de su colección Pink, creada para mujeres jóvenes y basada en los animales que se podrían encontrar en un parque de Londres.
Realizó la ilustración de una caja de los famosos chocolates suizos Lindt, inspirada en las musas para el lanzamiento de un chocolate relleno de mousse. También participó en el diseño de un modelo de zapato de la reconocida marca Camper en la celebración de sus 33 años y en las Bodas de Plata de los tenis Nike Vintage, para los cuales se inspiró en el parque que más le gusta de Barcelona, el de la Ciudadela. Como si fuera poco, ya está a la venta en librerías la Agenda 2009 de Paulo Coelho, quien personalmente le encargó el diseño de la solapa.
Su propuesta, encasillada en el ahora tan nombrado surrealismo pop, la ha llevado a diferentes ámbitos, como el de la publicidad, el diseño industrial, la moda y el editorial. Sin embargo, ella define su trabajo como kitsch y principalmente como visual, lleno de detalles y muy ceñido al arte folclórico de Latinoamérica y de Asia del sureste en general. “Mi arte tiene fuerza de color y de forma y muchos detalles. Es algo que tiene un impacto visual muy fuerte y cuando lo ves, o te gusta o no. No hay que leer tratados para entenderlo, porque no es tan conceptual y es un arte inmediato”.
En el último tiempo, Catalina Estrada también ha entrado con fuerza al escenario artístico con exposiciones en galerías de gran prestigio, como Jonathan Le Vine, La luz de Jesús y Roq La Rue en Estados Unidos y la galería Iguapop, la cual la representa, en Barcelona.
Está concentrada en un trabajo para Levi´s Latinoamérica que la ilusiona porque llevará su nombre y biografía por todos los países, incluido Colombia. “Nunca me sueño ningún trabajo, porque cuando me llegan siempre pienso que ese es el soñado. A diario estoy en algo que me entretiene y que me mantiene ocupadísima. Soy feliz en lo que hago. Todo lo que me ha pasado ni siquiera me lo soñaba”.
Su infancia en una pintoresca casa en las afueras de Medellín, rodeada de árboles y de flores, donde el único ruido era el del cantar de los pájaros, marcaría su destino definitivamente.
Un poco alejada de otros niños de su edad, pero acompañada por la exuberante belleza de la naturaleza, envuelta en la magia de los cuentos que les leía su abuela, asombrada por el color del arte que se respiraba por todos los rincones de la casa y extasiada por la complicidad que compartía con su hermano, Catalina Estrada alojó para siempre aquellos recuerdos felices en su memoria.
Los días transcurrían entre las dos casas contiguas en donde vivían sus abuelos y su tía, y la que compartía con sus padres y su hermano Nicolás. Era un espacio sano, colmado de amor y de fantasías que hoy son motivo de inspiración para la artista. “Son recuerdos llenos de color de naturaleza. Esa herencia materna de amor por la belleza ha sido definitiva. Es una noción muy personal, porque lo que para muchos no es bonito, mi mamá encuentra la manera de hacerlo estético y tiene una forma muy especial de combinar los colores, cuida mucho su jardín y la decoración de su casa”, cuenta Catalina.
A finales de los 90, graduada con honores en diseño gráfico en la Universidad Pontificia Bolivariana y con algunos trabajos como ilustradora en su hoja de vida, viajó a París a estudiar francés en la Sorbona. Un semestre después, antes de regresar a su ciudad, decidió pasar por Barcelona para averiguar por un curso de ilustración y se matriculó en la tradicional Escuela Llotja, la misma institución de artes y diseño por donde pasaron, entre otros, Picasso y Miró. “Quería despegarme un poco del computador y volver a soltar la mano. Entonces estudié artes plásticas con especialidad en litografía o grabado en piedra”.
Y ahí comenzó un ir y venir entre Medellín y Barcelona que la fue absorbiendo sin que ella misma pudiera darse cuenta, hasta cuando conoció a Pancho Tolchinsky, un fotógrafo nacido en México y criado en Israel, de quien se enamoró y con quien fijó su residencia en Cataluña. Han pasado desde entonces 8 años, durante los cuales Estrada ha trabajado ininterrumpidamente para grandes marcas del mundo entero. Sin embargo, abrirse un espacio en el mundo del arte en Barcelona fue difícil, porque en ese momento lo que predominaba en las galerías era arte abstracto y lo suyo era definitivamente figurativo. “Más en ese entonces, cuando estaba reconciliándome con mis recuerdos, con las cosas de mi infancia, con mis vivencias en Colombia. Era un trabajo muy personal y sentimental. Fue difícil ganarme la vida, hasta que decidí comprarme un computador y volver a hacer trabajos de diseño gráfico”.
Poco a poco, Catalina Estrada se fue metiendo por el mundo gráfico de los DJs de las fiestas, quienes admirados por el universo de color que ella trabajaba, comenzaron a buscarla para que les diseñara sus flyers de promoción. Realizaba también diseños voluntarios para organizaciones sin ánimo de lucro en Colombia a los que, como siempre, les ponía el corazón pero que, como no tenían una dirección, podía realizar a su gusto para luego ponerlos en su portafolio y mostrárselos a potenciales clientes.
Fue así como surgió su primera gran oportunidad con una editorial alemana, con la cual tuvo cabida en unos libros de diseño de gran categoría en el medio. Pocos meses después, y cuando adelantaba todos los preparativos para su matrimonio, ellos mismos volvieron a llamarla, esta vez para encargarle la ilustración de Aladino y la lámpara maravillosa, como parte de una recopilación de los cuentos de Las mil y una noches. Este trabajo, que fue visto por millones de personas en toda Europa, marcó el principio de una exitosa carrera en la cual se ha ganado un nombre al ser considerada una de las ilustradoras más interesantes del momento.
“Creo que lo que gusta de mi trabajo es que tengo un lenguaje propio y me buscan por lo que hago. Además, encontré una galería que se interesó por mi arte y que ahora me representa. Así que los dos campos, tanto la ilustración como las artes plásticas, comenzaron a surgir paralelamente”, comenta emocionada. Todas las semanas, Catalina Estrada recibe propuestas de diferentes clientes de todas partes del mundo interesados en ella. No tiene que salir a buscarlos. La calidad de su página web y las experiencias de trabajo son su mejor carta de presentación.
En el último tiempo trabajó para la multinacional Coca Cola, para la cual realizó las ilustraciones de la botella, una valla, un afiche y la caja de una edición especial para la campaña de Pascua de la gaseosa en Australia. Para el reconocido diseñador inglés Paul Smith, quien le pidió que le colaborara con las ilustraciones de los diseños de su colección Pink, creada para mujeres jóvenes y basada en los animales que se podrían encontrar en un parque de Londres.
Realizó la ilustración de una caja de los famosos chocolates suizos Lindt, inspirada en las musas para el lanzamiento de un chocolate relleno de mousse. También participó en el diseño de un modelo de zapato de la reconocida marca Camper en la celebración de sus 33 años y en las Bodas de Plata de los tenis Nike Vintage, para los cuales se inspiró en el parque que más le gusta de Barcelona, el de la Ciudadela. Como si fuera poco, ya está a la venta en librerías la Agenda 2009 de Paulo Coelho, quien personalmente le encargó el diseño de la solapa.
Su propuesta, encasillada en el ahora tan nombrado surrealismo pop, la ha llevado a diferentes ámbitos, como el de la publicidad, el diseño industrial, la moda y el editorial. Sin embargo, ella define su trabajo como kitsch y principalmente como visual, lleno de detalles y muy ceñido al arte folclórico de Latinoamérica y de Asia del sureste en general. “Mi arte tiene fuerza de color y de forma y muchos detalles. Es algo que tiene un impacto visual muy fuerte y cuando lo ves, o te gusta o no. No hay que leer tratados para entenderlo, porque no es tan conceptual y es un arte inmediato”.
En el último tiempo, Catalina Estrada también ha entrado con fuerza al escenario artístico con exposiciones en galerías de gran prestigio, como Jonathan Le Vine, La luz de Jesús y Roq La Rue en Estados Unidos y la galería Iguapop, la cual la representa, en Barcelona.
Está concentrada en un trabajo para Levi´s Latinoamérica que la ilusiona porque llevará su nombre y biografía por todos los países, incluido Colombia. “Nunca me sueño ningún trabajo, porque cuando me llegan siempre pienso que ese es el soñado. A diario estoy en algo que me entretiene y que me mantiene ocupadísima. Soy feliz en lo que hago. Todo lo que me ha pasado ni siquiera me lo soñaba”.