El rock implícito
Diamante Eléctrico, trío integrado por Juan Galeano (voz, bajo y teclados), Daniel Álvarez (guitarra) y Andee Zeta (batería), le ganó el pulso a la industria al imponer el sonido de “B”, su más reciente registro.
JUAN CARLOS PIEDRAHÍTA B.
Diamante Eléctrico representa la frustración artística de tres músicos, pero al mismo tiempo significa su reconciliación con el trabajo arduo y a conciencia. En 2012, cuando Juan Galeano (voz, bajo y teclados), Daniel Álvarez (guitarra) y Andee Zeta (batería) se reunieron para pactar el comienzo de una propuesta sonora basada en el rock, compartían el mismo sentimiento de rabia por la industria musical en Colombia. Los tres trataban de obviar la atmósfera y no se daban cuenta de que precisamente eso era lo que esbozaban en sus canciones.
La gasolina para el arranque de ese vehículo impulsado por el blues, el rock y el pop hizo combustión con el desagrado, una emoción que se multiplicaba cada día gracias a las sugerencias (algunas bien intencionadas) de modificar ciertos componentes para ingresar en definitiva en el gusto masivo y conquistar las frecuencias de la radio comercial. Los integrantes de la banda se toparon, una y otra vez, con el “no”, ese catalizador que es capaz de devastar un terreno artístico fértil si no existe perseverancia, pero también otorga la fuerza para levantarse otra vez y seguir adelante.
Así como respiraban el mismo aire enrarecido, Galeano, Álvarez y Zeta también tenían claro que su deseo era hacer una banda de rock and roll. Su curiosidad estaba inclinada hacia el sonido de los 50 y 60, característica relacionada con la raíz bluesera del género. En los tres existía la necesidad de producir algo sencillo, sin pretensiones, pero bien fundamentado, y lo principal era la labor compositiva, un aspecto más relevante que la exhibición del virtuosismo instrumental.
“Ahora Diamante Eléctrico es como una gran pistola para todo este medio musical. Es, gráficamente, el dedo de la mitad extendido y los otros dos recogidos. Estábamos aburridos con todo lo que estaba pasando en el entorno y por eso al comienzo de nuestra historia ni siquiera queríamos tocar en vivo. Nos encerrábamos en un ensayadero los tres a multiplicar nuestro amor por la música y así nació el primer trabajo (Diamante Eléctrico. 2013). Con B cerramos ese ciclo de hacerle pistola al establecimiento y nos reconciliamos un poco más con la escena nacional”, dice Juan Galeano quien se encarga de la elaboración de casi todas las letras y melodías de la banda.
B es la segunda producción discográfica de Diamante Eléctrico. Es el eco evidente de la existencia de esta agrupación en un poco menos de cuatro años de ejercicio sonoro. Este álbum iba a hacer un EP, un registro corto de cinco canciones, pero al momento de utilizar el estudio el trío hizo rendir el tiempo empleado en frente de las consolas y la decisión fue sacarles provecho a esas horas de insonoridad para incrementar la propuesta. Sus integrantes siguieron explorando ideas existentes que fluyeron de manera muy sencilla. Nunca improvisada, pero sí muy natural. Gracias a esa inspiración realizaron un disco de ocho canciones que obtuvo un premio Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum Rock.
“La marea por haber ganado el Grammy Latino no ha bajado, a pesar del paso del tiempo. Todavía se siguen viendo las repercusiones en Colombia y en el exterior, y eso nos hace sentir muy bien. En su momento, recibimos la nominación como una sorpresa muy grande y ahora nos damos cuenta de la magnitud de lo que hemos logrado. Obtener este galardón no tiene precedentes en nuestro país, porque nunca un artista de rock nacional había llegado tan lejos, ni siquiera bandas que nos triplican en experiencia y en número de integrantes”, cuenta el bajista, cantante y compositor.
Un trío tiene una fuerza muy especial y eso se ha reflejado en propuestas como las de Cream, The Police, Rush, entre muchas otras iniciativas en las que el protagonismo está repartido en tres personajes sobre el escenario. En algunos conciertos, como en el de Foo Fighters realizado en Bogotá en enero de 2015, Diamante Eléctrico ha podido invitar a músicos amigos porque también les interesa el aporte desde afuera. Lo mejor de este formato básico del rock es que permite darle kilómetros libres a la improvisación.
“No hemos hecho ninguna concesión con respecto a nuestro sonido, ni a nuestro formato, ni a nada para ser más aceptados. Si a la radio y a la gente en general les gusta lo que hacemos, bienvenidos todos los oídos, pero quien se sienta con el derecho para venir a decirnos cómo debemos hacer las cosas, se va a encontrar con una pared. Eso está establecido. Nosotros no somos los más raros del mundo, hacemos rock, blues y pop. Nada fuera del planeta, sólo nos dejamos guiar por lo que vamos sintiendo”, comenta Juan Galeano.
A los integrantes de Diamante Eléctrico les gusta mezclar el blues del delta de los años 30 con sonidos más pesados, pero también se aproximan a baladas al estilo del 6X8, con lo que logran ampliar la paleta de colores. Su primer disco es mucho más frenético y agresivo, mientras que B confirma la tranquilidad de la reconciliación con sus propias creencias a través de temas como Kamikaze, Todo va a arder, Estos días y Olvidar es divino.
La banda planea para el próximo año giras por México y Argentina, y tiene entre manos la realización de su tercer álbum. En Diamante Eléctrico el rock está implícito, mientras que el blues es una muestra de la opresión y, al mismo tiempo, la oportunidad de liberarse de las cadenas y seguir creyendo en lo genuino de una propuesta.
Diamante Eléctrico representa la frustración artística de tres músicos, pero al mismo tiempo significa su reconciliación con el trabajo arduo y a conciencia. En 2012, cuando Juan Galeano (voz, bajo y teclados), Daniel Álvarez (guitarra) y Andee Zeta (batería) se reunieron para pactar el comienzo de una propuesta sonora basada en el rock, compartían el mismo sentimiento de rabia por la industria musical en Colombia. Los tres trataban de obviar la atmósfera y no se daban cuenta de que precisamente eso era lo que esbozaban en sus canciones.
La gasolina para el arranque de ese vehículo impulsado por el blues, el rock y el pop hizo combustión con el desagrado, una emoción que se multiplicaba cada día gracias a las sugerencias (algunas bien intencionadas) de modificar ciertos componentes para ingresar en definitiva en el gusto masivo y conquistar las frecuencias de la radio comercial. Los integrantes de la banda se toparon, una y otra vez, con el “no”, ese catalizador que es capaz de devastar un terreno artístico fértil si no existe perseverancia, pero también otorga la fuerza para levantarse otra vez y seguir adelante.
Así como respiraban el mismo aire enrarecido, Galeano, Álvarez y Zeta también tenían claro que su deseo era hacer una banda de rock and roll. Su curiosidad estaba inclinada hacia el sonido de los 50 y 60, característica relacionada con la raíz bluesera del género. En los tres existía la necesidad de producir algo sencillo, sin pretensiones, pero bien fundamentado, y lo principal era la labor compositiva, un aspecto más relevante que la exhibición del virtuosismo instrumental.
“Ahora Diamante Eléctrico es como una gran pistola para todo este medio musical. Es, gráficamente, el dedo de la mitad extendido y los otros dos recogidos. Estábamos aburridos con todo lo que estaba pasando en el entorno y por eso al comienzo de nuestra historia ni siquiera queríamos tocar en vivo. Nos encerrábamos en un ensayadero los tres a multiplicar nuestro amor por la música y así nació el primer trabajo (Diamante Eléctrico. 2013). Con B cerramos ese ciclo de hacerle pistola al establecimiento y nos reconciliamos un poco más con la escena nacional”, dice Juan Galeano quien se encarga de la elaboración de casi todas las letras y melodías de la banda.
B es la segunda producción discográfica de Diamante Eléctrico. Es el eco evidente de la existencia de esta agrupación en un poco menos de cuatro años de ejercicio sonoro. Este álbum iba a hacer un EP, un registro corto de cinco canciones, pero al momento de utilizar el estudio el trío hizo rendir el tiempo empleado en frente de las consolas y la decisión fue sacarles provecho a esas horas de insonoridad para incrementar la propuesta. Sus integrantes siguieron explorando ideas existentes que fluyeron de manera muy sencilla. Nunca improvisada, pero sí muy natural. Gracias a esa inspiración realizaron un disco de ocho canciones que obtuvo un premio Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum Rock.
“La marea por haber ganado el Grammy Latino no ha bajado, a pesar del paso del tiempo. Todavía se siguen viendo las repercusiones en Colombia y en el exterior, y eso nos hace sentir muy bien. En su momento, recibimos la nominación como una sorpresa muy grande y ahora nos damos cuenta de la magnitud de lo que hemos logrado. Obtener este galardón no tiene precedentes en nuestro país, porque nunca un artista de rock nacional había llegado tan lejos, ni siquiera bandas que nos triplican en experiencia y en número de integrantes”, cuenta el bajista, cantante y compositor.
Un trío tiene una fuerza muy especial y eso se ha reflejado en propuestas como las de Cream, The Police, Rush, entre muchas otras iniciativas en las que el protagonismo está repartido en tres personajes sobre el escenario. En algunos conciertos, como en el de Foo Fighters realizado en Bogotá en enero de 2015, Diamante Eléctrico ha podido invitar a músicos amigos porque también les interesa el aporte desde afuera. Lo mejor de este formato básico del rock es que permite darle kilómetros libres a la improvisación.
“No hemos hecho ninguna concesión con respecto a nuestro sonido, ni a nuestro formato, ni a nada para ser más aceptados. Si a la radio y a la gente en general les gusta lo que hacemos, bienvenidos todos los oídos, pero quien se sienta con el derecho para venir a decirnos cómo debemos hacer las cosas, se va a encontrar con una pared. Eso está establecido. Nosotros no somos los más raros del mundo, hacemos rock, blues y pop. Nada fuera del planeta, sólo nos dejamos guiar por lo que vamos sintiendo”, comenta Juan Galeano.
A los integrantes de Diamante Eléctrico les gusta mezclar el blues del delta de los años 30 con sonidos más pesados, pero también se aproximan a baladas al estilo del 6X8, con lo que logran ampliar la paleta de colores. Su primer disco es mucho más frenético y agresivo, mientras que B confirma la tranquilidad de la reconciliación con sus propias creencias a través de temas como Kamikaze, Todo va a arder, Estos días y Olvidar es divino.
La banda planea para el próximo año giras por México y Argentina, y tiene entre manos la realización de su tercer álbum. En Diamante Eléctrico el rock está implícito, mientras que el blues es una muestra de la opresión y, al mismo tiempo, la oportunidad de liberarse de las cadenas y seguir creyendo en lo genuino de una propuesta.