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El peor enemigo de Draco Rosa siempre ha sido él mismo. Durante su adolescencia le huía a la figura del ídolo, y mientras más fastidio le tomaba al éxito, su popularidad con el grupo Menudo se incrementaba. Lo mismo sucedió después, cuando intentó evadir la producción de material relacionado con las propuestas de música anglo por estar metido de cabeza en el material de la Fania, y lo que recibía a manos llenas eran opciones cercanas al pop y al rock. Hace cuatro años, sin duda habría dejado pasar la oportunidad de hacer discos de duetos, pero en la actualidad su condición es distinta. Hoy, su propósito diario con la música es sintonizarse con su inmensa facilidad de provocar alegrías ajenas.
Luego de enrutarse en el camino, obligado por supuesto por un cáncer agresivo que le diagnosticaron en 2011, llegó la idea de cerrar un capítulo en su vida y la mejor forma de hacerlo fue mostrar que la música, además de ser el lenguaje primario, de tener el poder sanador y de convocar a las multitudes, podía transformarse en sinónimo de solidaridad y amistad. Gracias a esas dos palabras comprometió su reconocimiento como productor, compositor y cantante en la realización de Vida, su más reciente trabajo discográfico, en el que canta algunas de sus creaciones más famosas al lado de personalidades como Juan Luis Guerra, José Feliciano, Shakira, Alejandro Sanz, Rubén Blades, Tego Calderón, Marc Anthony y Juanes.
“El disco nace después de una crisis de salud y a Angelo Medina, un amigo de viajes, se le ocurrió esa idea para apoyarme en mis tratamientos, que en ese entonces no estaban funcionando tan bien. Vida surgió del amor, tiene cierta pureza. No fue el afán de ‘oye, tenemos unas ventas bajas, juntémonos para hacer algo’, como un montaje de la industria. Aquí no. Es una movida de amor, de cariño. Si yo no me enfermo, jamás hubiera hecho un disco de duetos”, asegura Draco Rosa, cuyo verdadero nombre es Robert Edward Rosa Suárez y quien ha hecho varios desarrollos artísticos incluyendo elementos electrónicos bajo el seudónimo de Ian Blake, que en el último tiempo ha modificado hasta convertirlo en Mr. Blake.
Además del impulso que le ha querido dar a su nuevo registro, en el que incluye arreglos novedosos para piano, un completo ensamble de cuerdas y formatos de vientos, Draco Rosa quiere centrar su actividad en promover materiales exclusivos para la música electrónica, objetivo por el que decidió reducir su figuración en tiendas virtuales como iTunes y así incrementar la venta independiente y física de acetatos. Para él, esa visión nostálgica de las artes sonoras se desprende también de su enfermedad.
“Superar mi enfermedad ha sido un proceso diario. Significa mantener el norte, estar positivo y conservar el nivel más alto de alegría, tratar de disfrutar cada momento. Y ahora tengo un propósito en la vida que va más allá de la música. Traté de evitar la quimioterapia, me incorporé a todas las comunidades de salud y de ciencia, consumí todos los libros en español y en inglés sobre las células y su memoria, pero con la muerte de Steve Jobs abrí los ojos y entendí que necesitaba de la medicina tradicional. En este momento tengo un centímetro de mi cuerpo con células malignas y me tocó recurrir a la quimioterapia”, asegura Draco Rosa con resignación.
Para el artista de origen puertorriqueño nacido en Nueva York, el disco más espontáneo de toda su carrera ha sido Vida. Dejó que cada uno de sus 16 invitados de lujo asimilara su canción de la manera en la que mejor la sentía. Los dejó proponer el ritmo, sugerir el estilo y determinar la intencionalidad. Ya con la voz en su estudio, Draco Rosa se encargó de los detalles y de la vestimenta.
“Lo que más me gusta de este disco es que muestro madurez, otro tipo de creación. Con mi reciente proceso musical estoy encantado de la vida. Me pareció fantástica la visita de todos estos amigos, pero me gustó mucho el reencuentro con algunas de mis canciones. Incluso creo que algunas han quedo mejor que la versión original”, concluye el artista, para el que Vida implica la culminación de unas páginas importantes en su historia, pero, al mismo tiempo, su renacimiento. Su trabajo discográfico originó una reconciliación con él mismo, con su peor enemigo.