Fito Páez, la voz de la conciencia
El artista argentino debuta en la narración audiovisual con un documental que, desde el aire, muestra la diversidad natural, histórica y cultural de Suramérica.
“Fui expulsado de todas las artes. Primero de la música, después del cine… ahora me están abriendo una posibilidad como actor de doblaje”, dice entre risas Fito Páez sobre su debut como narrador de documentales.
El cantante argentino, recordado por canciones como El amor después del amor o Al lado del camino, entre otras, empieza una nueva etapa en su vida laboral al prestar su voz en la serie documental Sobrevolando.
Esta, una producción latina de National Geographic disponible en Disney+, aplicación que desde esta semana está disponible en Latinoamérica, presenta al público la historia y diversidad natural y cultural de ocho regiones del continente.
La novedad es que esta vez la carga narrativa no recae en el típico explorador que recorre la selva o navega el río, sino en Fito Páez, pues su voz acompaña las imágenes captadas por drones e invita al espectador a volar.
Según el artista, el documental, más allá de presentar el espectáculo de la naturaleza, tiene un “carácter humanista, porque nos dice ‘ey, mirá dónde estamos viviendo, mirá lo que estamos haciendo’”.
Pero el guion no recurre a lo negativo, sino a lo bello, para “mostrar la maravilla natural que hay y cómo los humanos pueden disfrutar y vivir con esa tierra. Por supuesto, se abren un montón de ventanas para pensar y reflexionar”, sostiene.
Ventanas de la conciencia es a lo que se refiere Páez, un cantante, escritor y director de cine que siempre en su obra aboga por la libertad, la paz y el amor.
“Este tipo de documentales ayudan a tomar conciencia sobre otras dimensiones de la conciencia en las cuales entraría el territorio que habitamos, cómo es y qué especificidades tiene. No es la misma tradición del Carnaval de Cusco (Perú) y la de otra festividad. Hay que entender cómo habla determinada población y cómo se vincula el río con las piedras en un lugar específico”, agrega.
Sobrevolando se estrena en un año en el que el mundo tuvo la posibilidad de parar el ritmo y reflexionar sobre la vida misma. Así que, si alguien con esa sensibilidad ve algunos de los capítulos, es una oportunidad maravillosa para que “los seres humanos tengamos la posibilidad de tomar conciencia de que existe algo superior a nosotros”, comenta Páez, quien recuerda que la sociedad actual tiene una perspectiva distinta de la vida y “ahora tenemos que defender la tierra que cultivamos”.
Todo ese contexto le pareció “interesantísimo”, y por eso decidió unirse al proyecto. La experiencia de televidente le había dado pistas de cómo debería ser la locución, pero no por eso dejó de trabajar con su profesora de canto “para poner en escena nuevas formas para utilizar la voz”.
Páez, quien admite conocer bastante bien el continente, especialmente la parte sur, reconoce que durante la narración tuvo que parar varias veces, porque “no podía creer lo que estaba viendo o las historias que estaba leyendo”.
Y como si se tratara de una canción escrita y compuesta por él, le tocó tomarse el tiempo para conectar con la imagen para seguir “locutando”.
Pero locutar o narrar no sería el verbo correcto, porque uno de los grandes aciertos de Sobrevolando es que, además de apostarle a la imagen aérea, cuenta con la voz de Fito Páez, quien con su tono y entonación aporta emoción porque no lee, interpreta con el sello grueso y carrasposo que cualquiera de sus fans identifica inmediatamente.
El argentino, con modestia, dice que solo siguió las enseñanzas de los profesores de declamación sobre cómo enunciar un texto de tal manera u otra. Eso sí, reconoce que, aunque siguió las indicaciones del director, se tomó la libertar para cambiar “textos de aquí para allá, unos punteos de aquí para allá y creo que la cosa terminó funcionando muy bien”.
Sobrevolando no cuenta con música de Fito Páez porque rescata las melodías que funcionan desde hace años en el género documental. Sin embargo, el cantante abre la posibilidad para participar en un proyecto en el que, desde el principio, pueda componer, porque es un “artista muy pasional”.
El 2020 fue un año duro para muchos, pero no tanto para el argentino. No niega que la situación de encierro no es agradable, pero sabe que tuvo suerte de pasar el momento en su casa “con una ducha y dos comidas al día”.
Además, aprovechó lo que llama las mieles del oficio para completar el guion del filme que tentativamente se llama La pasión según las mujeres, el cual espera grabar apenas lo permitan los protocolos sanitarios.
También realizó una gira virtual de conciertos con la que promocionó el álbum La conquista del espacio, que lanzó en marzo pasado y con el que el pasado jueves ganó dos premios Grammy Latinos (Mejor álbum pop/rock y Mejor canción pop/rock por La canción de las bestias).
El tiempo en casa también lo aprovechó para escribir el primer volumen de su autobiografía que abarca hasta los 30 años, y para componer “los huesos” de las canciones que presentará entre febrero y marzo de 2021.
La libertad de la soledad del confinamiento no llevó a Fito Páez por los caminos de la depresión ni de la angustia. Al contrario, le permitió reflexionar y le dio la posibilidad de darle alas a su arte y ponerlo a volar.
“Fui expulsado de todas las artes. Primero de la música, después del cine… ahora me están abriendo una posibilidad como actor de doblaje”, dice entre risas Fito Páez sobre su debut como narrador de documentales.
El cantante argentino, recordado por canciones como El amor después del amor o Al lado del camino, entre otras, empieza una nueva etapa en su vida laboral al prestar su voz en la serie documental Sobrevolando.
Esta, una producción latina de National Geographic disponible en Disney+, aplicación que desde esta semana está disponible en Latinoamérica, presenta al público la historia y diversidad natural y cultural de ocho regiones del continente.
La novedad es que esta vez la carga narrativa no recae en el típico explorador que recorre la selva o navega el río, sino en Fito Páez, pues su voz acompaña las imágenes captadas por drones e invita al espectador a volar.
Según el artista, el documental, más allá de presentar el espectáculo de la naturaleza, tiene un “carácter humanista, porque nos dice ‘ey, mirá dónde estamos viviendo, mirá lo que estamos haciendo’”.
Pero el guion no recurre a lo negativo, sino a lo bello, para “mostrar la maravilla natural que hay y cómo los humanos pueden disfrutar y vivir con esa tierra. Por supuesto, se abren un montón de ventanas para pensar y reflexionar”, sostiene.
Ventanas de la conciencia es a lo que se refiere Páez, un cantante, escritor y director de cine que siempre en su obra aboga por la libertad, la paz y el amor.
“Este tipo de documentales ayudan a tomar conciencia sobre otras dimensiones de la conciencia en las cuales entraría el territorio que habitamos, cómo es y qué especificidades tiene. No es la misma tradición del Carnaval de Cusco (Perú) y la de otra festividad. Hay que entender cómo habla determinada población y cómo se vincula el río con las piedras en un lugar específico”, agrega.
Sobrevolando se estrena en un año en el que el mundo tuvo la posibilidad de parar el ritmo y reflexionar sobre la vida misma. Así que, si alguien con esa sensibilidad ve algunos de los capítulos, es una oportunidad maravillosa para que “los seres humanos tengamos la posibilidad de tomar conciencia de que existe algo superior a nosotros”, comenta Páez, quien recuerda que la sociedad actual tiene una perspectiva distinta de la vida y “ahora tenemos que defender la tierra que cultivamos”.
Todo ese contexto le pareció “interesantísimo”, y por eso decidió unirse al proyecto. La experiencia de televidente le había dado pistas de cómo debería ser la locución, pero no por eso dejó de trabajar con su profesora de canto “para poner en escena nuevas formas para utilizar la voz”.
Páez, quien admite conocer bastante bien el continente, especialmente la parte sur, reconoce que durante la narración tuvo que parar varias veces, porque “no podía creer lo que estaba viendo o las historias que estaba leyendo”.
Y como si se tratara de una canción escrita y compuesta por él, le tocó tomarse el tiempo para conectar con la imagen para seguir “locutando”.
Pero locutar o narrar no sería el verbo correcto, porque uno de los grandes aciertos de Sobrevolando es que, además de apostarle a la imagen aérea, cuenta con la voz de Fito Páez, quien con su tono y entonación aporta emoción porque no lee, interpreta con el sello grueso y carrasposo que cualquiera de sus fans identifica inmediatamente.
El argentino, con modestia, dice que solo siguió las enseñanzas de los profesores de declamación sobre cómo enunciar un texto de tal manera u otra. Eso sí, reconoce que, aunque siguió las indicaciones del director, se tomó la libertar para cambiar “textos de aquí para allá, unos punteos de aquí para allá y creo que la cosa terminó funcionando muy bien”.
Sobrevolando no cuenta con música de Fito Páez porque rescata las melodías que funcionan desde hace años en el género documental. Sin embargo, el cantante abre la posibilidad para participar en un proyecto en el que, desde el principio, pueda componer, porque es un “artista muy pasional”.
El 2020 fue un año duro para muchos, pero no tanto para el argentino. No niega que la situación de encierro no es agradable, pero sabe que tuvo suerte de pasar el momento en su casa “con una ducha y dos comidas al día”.
Además, aprovechó lo que llama las mieles del oficio para completar el guion del filme que tentativamente se llama La pasión según las mujeres, el cual espera grabar apenas lo permitan los protocolos sanitarios.
También realizó una gira virtual de conciertos con la que promocionó el álbum La conquista del espacio, que lanzó en marzo pasado y con el que el pasado jueves ganó dos premios Grammy Latinos (Mejor álbum pop/rock y Mejor canción pop/rock por La canción de las bestias).
El tiempo en casa también lo aprovechó para escribir el primer volumen de su autobiografía que abarca hasta los 30 años, y para componer “los huesos” de las canciones que presentará entre febrero y marzo de 2021.
La libertad de la soledad del confinamiento no llevó a Fito Páez por los caminos de la depresión ni de la angustia. Al contrario, le permitió reflexionar y le dio la posibilidad de darle alas a su arte y ponerlo a volar.