Frank Martínez recuerda cuando una profesora del colegio lo mandó a matar

El humorista antioqueño dice que ese fue uno de los episodios que le “cruzó los cables” y por los que terminó siendo diagnosticado con depresión. Hoy pasa sus días entre la enfermedad y la comedia, pero entiende que es necesaria la terapia para convivir con ambas.

Joseph Casañas Angulo
29 de agosto de 2024 - 08:12 p. m.
El humorista antioqueño Frank Martínez en Claro Oscuro, el formato de entrevistas en video de la sección de Entretenimiento de El Espectador.
El humorista antioqueño Frank Martínez en Claro Oscuro, el formato de entrevistas en video de la sección de Entretenimiento de El Espectador.
Foto: Laura Salomó
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

¿Cuántos años cumplió?

Acabo de cumplir 40. Y tengo una angustia gigante. Me gustaría no decirlo, pero sí, cumplí 40.

¿Cómo lo están recibiendo esos 40?

Terrible. Yo no sabía que mi organismo me iba a empezar a fallar así. O sea, la semana previa comencé a sentir adrenalina, baja oxigenación, me recetaron otra vez las gafas, a pesar de que soy operado, me dio una gripa, que ya de verdad me estaba dando susto. A los 40 una gripa lo puede llevar a uno, pero logré sobrevivir.

Yo antes creía que todo me servía como material de comedia. Para las rutinas, cuanto más uno exagere todo, mejor, pero yo de verdad jamás me imaginé que los chistes que antes contaba ahora los estoy sufriendo.

¿Cómo lo ha transformado el humor?

Al principio vivía acelere para ser reconocido y para llenar teatros. Ahora siento que el humor es más para ayudar a pensar dentro de los shows. Ya no busco hacer reír cada diez segundos, sino que, en medio de la mamadera de gallo, busco presentar mis opiniones sobre lo que pienso.

A medida que pasan los años uno se va volviendo más relajadito y eso creo que me tranquiliza y me llena de emoción ver cómo la gente recibe lo que uno piensa sobre ciertas cosas.

¿Cuál fue el impacto de MasterChefCelebrity en su vida?

Luego de que estuve en el reality X, palabra prohibida (MasterChef Celebrity), ahí me cambió mucho la vida. Yo era conocido en Medellín y en Bogotá, ahí como suave, pero venía y siempre y llenaba, pero ya después del reality la vaina cambió. Fui dos veces de gira a Estados Unidos, llevo como diez giras acá en Colombia y empecé a vivir en Bogotá, pero viajaba casi día por medio a Cali o Bucaramanga a hacer shows y me descuidé mucho.

No comía en las horas adecuadas, no hacía ejercicio y me dediqué a aprovechar el momento y eso fue bueno para muchas cosas, pero también me afectó demasiado la salud en otras cosas y en el 2022 me dio una crisis.

Yo soy depresivo, pero depresivo de verdad, carnetizado. Y me dio una crisis muy maluca. Sentí que estaba colapsando. Me dio un ataque de pánico en plena función ante 1700 personas en un teatro en Medellín y ese fue como un campanazo. Ahí me tocó refugiarme en muchas cosas y a priorizar. O sea, puede que yo esté viviendo mi mejor momento, pero tengo que saberme cuidar porque yo quiero que el buen momento me llegue hasta viejito y no que por el acelere las cosas me mate a los 40.

Entonces troto, saco más tiempo para mí, ya estoy más tiempo con mis papás, trato de hacer cada cierto tiempo un viejecito, o sea, cosas que me distraigan la cabeza, que no todo el tiempo es pensando en comedia o en chistes, porque se vuelve uno como obsesivo.

¿Qué chistes no lo hacen reír?

Yo siento que dentro del humor uno sí puede tocar todos los temas. Ahí está la sabiduría de cada comediante para hablar de todos los temas y ver cómo transmite el mensaje, pero hay algo que en lo personal no disfruto y no me hace reír, igual respeto a todos los colegas que lo hacen, pero cuando hablan de los venezolanos no me hace gracia.

Además, porque siento que eso en cualquier momento se puede voltear la torta. Sobre todo, porque siento que es como un ataque al vulnerable, al débil. Dentro de la comedia, por lo general, está mejor visto cuando uno se la monta al poderoso, pero al débil es muy fácil. Por eso no hago chistes sobre venezolanos. Nunca los he hecho.

¿Hay corrección política a la hora de plantear sus rutinas de humor?

Yo creo que a veces sí. Hay un rasero de cosas que uno no comparte y alas que no disfruto hacerles chistes porque me afectan de alguna manera.

A medida que uno se va volviendo más popular, trata de cuidarse un poquito más. Mi principio es que, si la gente paga la boleta, es porque quiere reírse con un montón de temas.

Entonces, claro, yo tengo una estructura: siempre hay chistes sexuales, humor negro, observaciones, pero entonces ya trato de no mandar, por decir algo, todos los chistes de humor negro en un solo bloque. Y trato de arrojar reflexiones y evitar los comentarios facilistas, aunque todos tenemos por dentro un alma que le encanta hacer chistes sobre tragedias, sobre cosas incómodas. Yo trato de que la gente que va al show tenga como un equilibrio entre todos los temas. Si uno hace un show enteramente de humor negro, también es como cansón.

El humor como terapia…

Si vos analizás un chiste, siempre hay un detalle trágico en él, porque eso es lo que mueve.

Yo he hecho rutinas hablando de mi rollo depresivo, de cómo es estar medicado, de cómo es ir hasta la angelología para averiguar qué es lo que me pasa. Y cuando cuento situaciones la gente se caga de la risa y es muy bacano sentir que a través del humor se pueden superar situaciones.

Entendí que cuando me burlo del problema, estoy por encima de él. El humor para mí ha sido una herramienta auto curativa para las cosas malucas.

¿Cómo encontró el camino del humor?

Mi depresión se inició cuando era adolescente. Pasaron muchas cosas en un corto periodo de tiempo: mi hermanito tenía como dos años de nacido cuando lo desahuciaron. Él tenía una enfermedad, que solo tenían como 15 niños en el mundo.

Luego una profesora en bachillerato me mandó a matar y la historia es de verdad.

**

Un paréntesis para recordar este episodio. Sucedió en Itagüí, Antioquia, cuando el hoy comediante estaba en bachillerato.

“Una profesora del colegio me mandó a matar. ¡Imagínense el calibre! Eso pasó en once y yo nunca lo había mencionado, traté de enterrarlo porque para mí fue muy traumático y solo lo sabían mis compañeros de aquel entonces.

Tuve que poner una denuncia en la secretaría de educación porque una vez me dijo ‘Ya compré el arma con la que te van a matar’, relató Frank en una charla con Juanpis González, el personaje que interpreta Alejandro Riaño.

“De la secretaría de educación me dijeron que no podía volver al colegio y que me pasaban de grado por haber sido el mejor ICFES de Itagüí”, relató Frank, quien agregó que su mamá se desmayó por la situación. “Estuve dos años desaparecido de Itagüí; a la profesora la internaron en una clínica mental porque, según el abogado, ella no estaba psicológicamente bien”.

**

Mi papá no estaba con nosotros en esa época. O sea, todo dio un rumbo terrible y ahí fue donde a mí los cables se me cruzaron.

En ese momento yo no encontraba explicación para muchas cosas, y aunque le dije a mis papás que me llevaran al sicólogo, pero ellos no vieron la necesidad.

Entonces para mí era angustiante y ahí me fui dando cuenta de que tenía que hacer cosas por mí. Y una de las cosas que descubrí justo en ese momento era que tenía una facilidad para hablar y poner temas de conversa, y la gente me contaba sus cosas y yo metía comentarios que hacían reír. Ahí empezó el camino.

Me sentía como superhéroe, porque yo iba de día a estudiar al colegio y yo allá era el mamador de gallo, el man más charro y llegaba a la casa a enfrentarme a todo lo que nos estaba pasando. Entonces yo decía que era como un superhéroe, el único superhéroe que trabajaba de día.

¿Por qué hacer pública la depresión?

A mí me parece muy teso, porque cuando decidí hacerlo público, como en el 2017 o 2018, me pareció increíble que tanta gente se sintiera identificada con lo que conté y abrí una puerta para que un montón de gente empezara a contarme sus rollos y eso me parecía muy delicado.

Una vez me pasó que una pelada de Huila me escribió diciéndome que sentía lo mismo que yo, pero que ya no tenía paciencia y que iba a tomar la decisión (de suicidarse) y era como esperando que yo le diera un mensaje. Lo vi a los dos días y nunca volvió a contestarme. Muy seguramente ya ella tomó esa decisión.

Entonces eso es muy delicado, por eso yo siempre recomiendo la terapia porque uno necesita una persona externa a la vida, que le hable a uno desde otro punto de vista. Por lo general uno busca a los amigos o a la familia, pero todos están condicionados y ese apoyo funciona, pero uno necesita ayuda profesional. Y buscar otras actividades.

Yo, por ejemplo, después de todo lo que pasó, hago deporte, que me parece que es una terapia que muy probablemente es gratuita y hace demasiado bien por uno.

La esperanza

Como buen depresivo, diría que siempre hay esperanza. Espero que la próxima crisis no vuelva, pero con el tiempo uno se va dando cuenta de que, si bien uno tiene la solución, no está bien el autoflagelo. En mi caso, hubo un tiempo en el que bebía mucho. Muy exagerado.

Aunque no tenga la solución, sé que no me debo hacer daño. Y como buen depresivo diría que siempre que salgo de una crisis, con los días vivo algo muy bacano. Y siento que valió la pena haber vivido, haber seguido, haber superado esa crisis.

Joseph Casañas Angulo

Por Joseph Casañas Angulo

Comunicador social y periodista egresado de la Universidad Los Libertadores con diez años de experiencia en medios de comunicación.@joseph_casanasjcasanas@elespectador.com

Temas recomendados:

 

RAFAEL(2gnsc)29 de agosto de 2024 - 08:37 p. m.
Honesto y valiente.Dios lo bendiga.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar