Harvey Weinstein: la peor película de Hollywood
El nombre de este productor está asociado con más de 300 nominaciones y 81 trofeos, llevando a la gloria a famosos como Quentin Tarantino, John Travolta, Renee Zellwegger y Catherine Zeta Jone, pero las denuncias en su contra no dejan de aparecer.
Fabián W. Waintal
No es ficción. Nunca lo fue. Los abusos sexuales en Hollywood y el mundo del cine fueron siempre tan comunes que entre bromas llegaron a bautizar con el apodo de Casting Couch a ciertas pruebas de selección de actrices que necesitan pasar por un sillón, en vez de una silla. Pero esta vez la comunidad de Hollywood parece haber dicho basta a los abusos con el escándalo que dejó al descubierto el acoso sexual de uno de los más prestigiosos productores de cine: Harvey Weinstein. El nombre a lo mejor no suena tan conocido para el público en general, pero dentro del universo del espectáculo él es sinónimo del Óscar (en la ceremonia figura entre los apellidos más agradecidos, después de Spielberg y… Dios). Desde la época en que fundó los estudios Miramax que vendió en US$80 millones a Disney, para crear después los Estudios Weinstein, parecían haber descifrado la secreta clave del premio más codiciado del cine. Seduciendo al resto de los miembros de la Academia con fiestas privadas o envíos personales de DVD, su nombre está asociado con más de 300 nominaciones y 81 trofeos, llevando a la gloria a famosos como Quentin Tarantino o John Travolta, con Pulp Fiction; además del Óscar de Renee Zellwegger, con Cold Mountain, o Catherine Zeta Jones, con Chicago; Nicole Kidman, con The Hours; Cate Blanchett, con The Aviator, y Gwyneth Paltrow, con Shakespeare in Love. Hasta Penélope Cruz le agradeció su estatuilla, cuando ganó con Vicky Cristina Barcelona, la misma noche en que Kate Winslet lo ignoró cuando también ganó con el mismo estudio que produjo The Reader.
Lo curioso es que recién ahora resulta que nunca fue un secreto el rumor que supuestamente aseguraba que para llegar a muchas de las películas de Weinstein había que pasar por el casting couch. En 2013, cuando Jennifer Lawrence ganó con Silver Lining Playbook hasta el conductor del Óscar, Seth MacFarlane, llegó a decir al anunciar a las nominadas “Felicitaciones señoras, ya no tienen que pretender que les atrae Harvey Weinstein”. Parecía ser el precio que había que pagar. Era una regla normal del terrible mundo machista en que vivimos… hasta ahora.
La gran puerta del escándalo la abrió el diario The New York Times, cuando después de cuatro meses de una investigación periodística publicó los resultados con el título Harvey Weinstein pagó por décadas a quienes lo acusaron de acoso sexual. Como si fuera el principio de la peor película de Hollywood, la nota empezaba contando una anécdota de 20 años atrás, cuando la actriz Ashley Judd estaba filmando Kiss The Girls y había sido invitada por él al Hotel Península de Beverly Hills. Ella esperaba un desayuno de negocios y, en cambio, se lo encontró en bata de baño ofreciéndole un masaje o que lo viera ducharse. “Le dije que no en muchas formas, muchas veces, pero él siempre volvía con un nuevo pedido”, declaró Ashley al relatar que pidió cereales para poder irse rápido. Tuvo suerte, porque la misma investigación periodística con testimonios anónimos asegura que Weinstein acordó por lo menos ocho casos extrajudiciales que callaron diferentes acusaciones, con pagos que rondaron entre US$80.000 y US$150.000 a lo largo de los últimos 30 años.
El artículo de The New York Times resultó ser sólo el primer capítulo de la historia. Apenas cinco días después la prestigiosa revista The New Yorker publicó otra investigación que por su lado también había adelantado Ronan Farrow, el hijo de Mia Farrow y Woody Allen. El mismo Farrow, quien el año pasado había condenado a los medios periodísticos reunidos en el Festival de Cannes por no seguir cuestionando a su famoso padre, por las denuncias de abuso sexual que ya había hecho su hermana Dylan. Pero esta vez él fue quien estimuló el tsunami de denuncias (adelantando incluso la publicación) con famosas como Mira Sorvino y Rossana Arquette, entre un total de otras 13 mujeres, con 13 acusaciones concretas. Tres de ellas aseguran haber sido violadas sexualmente o haber sido forzadas a sexo oral. Cuatro declararon que Weinstein las había tocado a un nivel que bien podría llegar a ser clasificado como asalto sexual. Y otras cuatro aseguran haberse encontrado en situaciones en las que él incluso expuso partes de su cuerpo o se masturbó delante de ellas. Mira Sorvino dijo que fue en la época en que ganó el Óscar por Mighty Aphrodite, cuando durante el Festival de Cine en Toronto vivió una escena muy parecida a la de Ashley Judd, como si hubiera tenido que protagonizar la misma película, otra vez… pero con una actriz diferente. Con Rossana Arquette fue igual, pero peor. Al parecer, él la habría llamado al Hotel Beverly Hills para buscar el guion de una nueva producción y recibiéndola también en bata de baño, le habría pedido un masaje tratándole de poner la mano en el cuello que al quitársela, ella asegura que él le volvió a tomar de nuevo la mano para llevársela directamente hasta su parte más íntima que estaba expuesta y en erección. En su defensa, el artículo también informa que “el señor Weintein niega cualquier acusación y él entiende que las relaciones mencionadas se realizaron con consentimiento de ambas partes”.
Pero la película del escándalo tampoco parece tener fin, desde que otras voces famosas siguen recordando muchos más acosos sexuales que no llegaron a ser violaciones, pero no dejan de ser abusos de poder. Angelina Jolie dice que ella era muy jovencita cuando tuvo una mala experiencia con Harvery Weinstein y, como resultado, nunca aceptó trabajar con él. “Semejante comportamiento con una mujer, en cualquier campo, en cualquier país, es inaceptable”, opinó ella. Gwyneth Paltrow, por su parte, habiendo ganado un Óscar de la mano de Weinstein con Shakespeare in Love, dijo que en la época en que la habían contratado para la película Emma, él la había llamado para encontrarse en el mismo Hotel Península de Beverly Hills, donde le sugirió que “fuéramos a su habitación para un masaje”. Heather Graham, además, aseguró que en 2000, Harvey Weinstein le habría ofrecido contratarla para alguna de sus cintas, al mismo tiempo que le habría comentado un supuesto arreglo con la esposa donde él podía acostarse con quien quisiera cuando estuviera fuera de la ciudad (unas semanas después la volvieron a llamar para que ella fuera al mismo hotel y disculpándose amablemente, ella rechazó la invitación).
Kate Beckinsale comentó que apenas tenía 17 años cuando la invitaron a conocer a Weinstein al Hotel Savoy, donde él la recibió en bata de baño y en Instagram de puño y letra, ella escribió: “Era increíblemente naif y demasiado joven para cruzarme por la cabeza que este hombre adulto y para nada atractivo podía esperar que tuviera algún interés sexual en él”. Y desde Twitter, Cara Delevingne contó su historia cuando antes de tratar de besarla en los labios, “estando solos, él empezó a halagarse mencionando todas las actrices con las que se había acostado y cómo él les había armado sus carreras”. No todas las denuncias son tan famosas, pero ya pasaron a ser más de 40. Y mientras en Nueva York y Londres la policía investiga las serias acusaciones, en Los Ángeles, en la mismísima cuna de Hollywood, nadie presentó una denuncia policial. Solamente la Academia del Óscar, en una sesión de emergencia que reunió a Steven Spielberg, Tom Hanks y Whoopi Goldberg, dieron el gran paso de expulsarlo con una votación que hasta excedió el requerido dos tercios de la mayoría, junto con el infaltable comunicado oficial. “Lo hacemos para no simplemente separarnos de alguien que no se merece el respeto de sus colegas, sino también para dar el mensaje que la era de la ignorancia aceptada y la vergonzosa complicidad en el comportamiento depredador sexual y acoso en el lugar de trabajo de nuestra industria llegó a su fin”.
En su propia compañía, Harvey Weinstein fue despedido al mismo tiempo que en el directorio solo quedaron tres miembros (incluyendo el hermano Bob) y la empresa legal Debevoise & Plimpton fue contratada para investigar las acusaciones. Mientras tanto, enfrentando el pedido de divorcio de su esposa Georgina Chapman, Harvey Weinstein se encuentra en Arizona, supuestamente bajo tratamiento psicológico y terapia por adicción sexual (en la misma ciudad donde también se habían tratado Michael Douglas y el golfista Tiger Woods). El escándalo de película recién empieza, pero como dijo Gwyneth Paltrow: “Esta forma de tratar a las mujeres debe terminar ahora”.
No es ficción. Nunca lo fue. Los abusos sexuales en Hollywood y el mundo del cine fueron siempre tan comunes que entre bromas llegaron a bautizar con el apodo de Casting Couch a ciertas pruebas de selección de actrices que necesitan pasar por un sillón, en vez de una silla. Pero esta vez la comunidad de Hollywood parece haber dicho basta a los abusos con el escándalo que dejó al descubierto el acoso sexual de uno de los más prestigiosos productores de cine: Harvey Weinstein. El nombre a lo mejor no suena tan conocido para el público en general, pero dentro del universo del espectáculo él es sinónimo del Óscar (en la ceremonia figura entre los apellidos más agradecidos, después de Spielberg y… Dios). Desde la época en que fundó los estudios Miramax que vendió en US$80 millones a Disney, para crear después los Estudios Weinstein, parecían haber descifrado la secreta clave del premio más codiciado del cine. Seduciendo al resto de los miembros de la Academia con fiestas privadas o envíos personales de DVD, su nombre está asociado con más de 300 nominaciones y 81 trofeos, llevando a la gloria a famosos como Quentin Tarantino o John Travolta, con Pulp Fiction; además del Óscar de Renee Zellwegger, con Cold Mountain, o Catherine Zeta Jones, con Chicago; Nicole Kidman, con The Hours; Cate Blanchett, con The Aviator, y Gwyneth Paltrow, con Shakespeare in Love. Hasta Penélope Cruz le agradeció su estatuilla, cuando ganó con Vicky Cristina Barcelona, la misma noche en que Kate Winslet lo ignoró cuando también ganó con el mismo estudio que produjo The Reader.
Lo curioso es que recién ahora resulta que nunca fue un secreto el rumor que supuestamente aseguraba que para llegar a muchas de las películas de Weinstein había que pasar por el casting couch. En 2013, cuando Jennifer Lawrence ganó con Silver Lining Playbook hasta el conductor del Óscar, Seth MacFarlane, llegó a decir al anunciar a las nominadas “Felicitaciones señoras, ya no tienen que pretender que les atrae Harvey Weinstein”. Parecía ser el precio que había que pagar. Era una regla normal del terrible mundo machista en que vivimos… hasta ahora.
La gran puerta del escándalo la abrió el diario The New York Times, cuando después de cuatro meses de una investigación periodística publicó los resultados con el título Harvey Weinstein pagó por décadas a quienes lo acusaron de acoso sexual. Como si fuera el principio de la peor película de Hollywood, la nota empezaba contando una anécdota de 20 años atrás, cuando la actriz Ashley Judd estaba filmando Kiss The Girls y había sido invitada por él al Hotel Península de Beverly Hills. Ella esperaba un desayuno de negocios y, en cambio, se lo encontró en bata de baño ofreciéndole un masaje o que lo viera ducharse. “Le dije que no en muchas formas, muchas veces, pero él siempre volvía con un nuevo pedido”, declaró Ashley al relatar que pidió cereales para poder irse rápido. Tuvo suerte, porque la misma investigación periodística con testimonios anónimos asegura que Weinstein acordó por lo menos ocho casos extrajudiciales que callaron diferentes acusaciones, con pagos que rondaron entre US$80.000 y US$150.000 a lo largo de los últimos 30 años.
El artículo de The New York Times resultó ser sólo el primer capítulo de la historia. Apenas cinco días después la prestigiosa revista The New Yorker publicó otra investigación que por su lado también había adelantado Ronan Farrow, el hijo de Mia Farrow y Woody Allen. El mismo Farrow, quien el año pasado había condenado a los medios periodísticos reunidos en el Festival de Cannes por no seguir cuestionando a su famoso padre, por las denuncias de abuso sexual que ya había hecho su hermana Dylan. Pero esta vez él fue quien estimuló el tsunami de denuncias (adelantando incluso la publicación) con famosas como Mira Sorvino y Rossana Arquette, entre un total de otras 13 mujeres, con 13 acusaciones concretas. Tres de ellas aseguran haber sido violadas sexualmente o haber sido forzadas a sexo oral. Cuatro declararon que Weinstein las había tocado a un nivel que bien podría llegar a ser clasificado como asalto sexual. Y otras cuatro aseguran haberse encontrado en situaciones en las que él incluso expuso partes de su cuerpo o se masturbó delante de ellas. Mira Sorvino dijo que fue en la época en que ganó el Óscar por Mighty Aphrodite, cuando durante el Festival de Cine en Toronto vivió una escena muy parecida a la de Ashley Judd, como si hubiera tenido que protagonizar la misma película, otra vez… pero con una actriz diferente. Con Rossana Arquette fue igual, pero peor. Al parecer, él la habría llamado al Hotel Beverly Hills para buscar el guion de una nueva producción y recibiéndola también en bata de baño, le habría pedido un masaje tratándole de poner la mano en el cuello que al quitársela, ella asegura que él le volvió a tomar de nuevo la mano para llevársela directamente hasta su parte más íntima que estaba expuesta y en erección. En su defensa, el artículo también informa que “el señor Weintein niega cualquier acusación y él entiende que las relaciones mencionadas se realizaron con consentimiento de ambas partes”.
Pero la película del escándalo tampoco parece tener fin, desde que otras voces famosas siguen recordando muchos más acosos sexuales que no llegaron a ser violaciones, pero no dejan de ser abusos de poder. Angelina Jolie dice que ella era muy jovencita cuando tuvo una mala experiencia con Harvery Weinstein y, como resultado, nunca aceptó trabajar con él. “Semejante comportamiento con una mujer, en cualquier campo, en cualquier país, es inaceptable”, opinó ella. Gwyneth Paltrow, por su parte, habiendo ganado un Óscar de la mano de Weinstein con Shakespeare in Love, dijo que en la época en que la habían contratado para la película Emma, él la había llamado para encontrarse en el mismo Hotel Península de Beverly Hills, donde le sugirió que “fuéramos a su habitación para un masaje”. Heather Graham, además, aseguró que en 2000, Harvey Weinstein le habría ofrecido contratarla para alguna de sus cintas, al mismo tiempo que le habría comentado un supuesto arreglo con la esposa donde él podía acostarse con quien quisiera cuando estuviera fuera de la ciudad (unas semanas después la volvieron a llamar para que ella fuera al mismo hotel y disculpándose amablemente, ella rechazó la invitación).
Kate Beckinsale comentó que apenas tenía 17 años cuando la invitaron a conocer a Weinstein al Hotel Savoy, donde él la recibió en bata de baño y en Instagram de puño y letra, ella escribió: “Era increíblemente naif y demasiado joven para cruzarme por la cabeza que este hombre adulto y para nada atractivo podía esperar que tuviera algún interés sexual en él”. Y desde Twitter, Cara Delevingne contó su historia cuando antes de tratar de besarla en los labios, “estando solos, él empezó a halagarse mencionando todas las actrices con las que se había acostado y cómo él les había armado sus carreras”. No todas las denuncias son tan famosas, pero ya pasaron a ser más de 40. Y mientras en Nueva York y Londres la policía investiga las serias acusaciones, en Los Ángeles, en la mismísima cuna de Hollywood, nadie presentó una denuncia policial. Solamente la Academia del Óscar, en una sesión de emergencia que reunió a Steven Spielberg, Tom Hanks y Whoopi Goldberg, dieron el gran paso de expulsarlo con una votación que hasta excedió el requerido dos tercios de la mayoría, junto con el infaltable comunicado oficial. “Lo hacemos para no simplemente separarnos de alguien que no se merece el respeto de sus colegas, sino también para dar el mensaje que la era de la ignorancia aceptada y la vergonzosa complicidad en el comportamiento depredador sexual y acoso en el lugar de trabajo de nuestra industria llegó a su fin”.
En su propia compañía, Harvey Weinstein fue despedido al mismo tiempo que en el directorio solo quedaron tres miembros (incluyendo el hermano Bob) y la empresa legal Debevoise & Plimpton fue contratada para investigar las acusaciones. Mientras tanto, enfrentando el pedido de divorcio de su esposa Georgina Chapman, Harvey Weinstein se encuentra en Arizona, supuestamente bajo tratamiento psicológico y terapia por adicción sexual (en la misma ciudad donde también se habían tratado Michael Douglas y el golfista Tiger Woods). El escándalo de película recién empieza, pero como dijo Gwyneth Paltrow: “Esta forma de tratar a las mujeres debe terminar ahora”.