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Terminó el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, en España. ¿Cuál es el balance de la participación de Colombia como invitado?
Para el Festival de Almagro fue muy importante tener a Colombia como país invitado, porque tuvo una presencia que atravesó todo el evento. El primer fin de semana se presentó la cantante Betty Garcés, quien dejó al público enamorado; después estuvo el grupo Música Ficta; el hito fue Macbeth, con tres días de éxito, y cerramos con Quijote, hombre en el espejo, de La Tropa Teatro, porque es un espectáculo muy libre.
La presencia de Colombia no sólo se desarrolló sobre las tablas. ¿En qué más consistió su participación?
Tuvimos una imagen creada por Fernando Botero como emblema del festival, además de la presencia de Carlos José Reyes como presidente del jurado y la exposición de artesanías tradicionales. En verdad, agradecemos al Gobierno colombiano, a través del Ministerio de Cultura, por este desembarco tan importante, que no hubiéramos podido realizar nosotros por tratarse de un evento modesto. Colombia fue un socio inmejorable.
¿Por qué en un evento de tipo teatral como este festival se invitó a artistas colombianos como la cantante Betty Garcés y el ensamble Música Ficta?
En el Siglo de Oro resultaban indivisibles música y teatro. En esa época no había una diferencia entre el canto y el baile. Por ejemplo, en un espectáculo de Lope de Vega siempre había danza, y nosotros querías que el país invitado exhibiera todo su talento. Lo que pasó con Betty Garcés y Música Ficta es que no se trató únicamente de “conciertos”, porque aquí ampliamos el pensamiento sobre los siglos XVI y XVII. Almagro es un escenario de libertad.
¿Cómo se estructuró la presencia de Colombia en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro?
Aceptamos la propuesta de Colombia. Hice varios viajes para reunirme con el equipo del Ministerio de Cultura, que se encargó de la curaduría de cada montaje. La selección se hizo desde Colombia, porque no queremos que traigan al evento lo que desde España pedimos, sino que cada nación le apueste a una mirada de su patrimonio clásico.
¿En qué cambiaron los montajes que vio en Colombia adaptados al entorno de Almagro, en España?
Cambiaron mucho. Almagro es un lugar con mucha personalidad y por eso la Antigua Universidad Renacentista es, por ella misma, una escenografía. Desde Colombia tomaron una decisión muy importante y fue invertir en artistas y en talento, porque no estamos en un momento para gastar dinerales en mover una escenografía. Hay que destinar los recursos a los artistas. Lo interesante de Almagro es que las compañías no pueden venir a hacer una reproducción exacta porque se van a encontrar con un público conocedor del Siglo de Oro. Es un reto.
Se habla siempre de un “festival de ida y vuelta”. ¿Con qué se queda Colombia?
Se llevan todo el teatro que han visto sus artistas, además de la magia del lugar, que tiene un museo inigualable, una visión inmensa del Siglo de Oro y, sobre todo, ideas para generar proyectos futuros. Se ha creado una correspondencia maravillosa.
El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro tiene 41 años. ¿Qué falta por aprender en un evento con tanta experiencia?
Falta por aprender que un nuevo socio representa siempre la posibilidad de entender el Siglo de Oro de manera más amplia. Colombia demostró que se pueden hacer montajes de elegancia y por eso nos ha sorprendido tanto su presencia con sus textos, sus músicas y su exposición. El gran reto es que siempre puede haber una mirada diferente.
Usted lleva pocos meses al frente del evento. ¿Considera que no le alcanzó al tiempo para llevar a cabo todo lo que quería hacer?
Quería hacer más versiones del Siglo de Oro. También me hubiera gustado tener más arte popular barroco. Ustedes en Colombia tienen manifestaciones, como los cantos llaneros y el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto, en las que se vinculan actos de esa época con la modernidad. Antes, lo popular y lo culto iban de la mano, ¿ahora por qué no lo podemos hacer?
¿De su estadía en Colombia aprendió algo de los festivales de teatro que se realizan en el país?
Cada festival tiene su personalidad. Aprendí que los espectáculos no son del evento, son de la ciudadanía, y la organización tiene que generar un espacio idóneo para que el público lo viva y lo disfrute. Se trata de un diálogo entre la ciudadanía y el arte. En Colombia también aprendí que todavía quedan grandes resquicios de nuestra lengua y de nuestra cultura. Aprendí una manera elegante y muy sensible de ver el arte. Me siento muy tropicalizado, en el buen sentido de la palabra.
* El periodista viajó a España por invitación del Ministerio de Cultura de Colombia.