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La crisis sanitaria ha llevado al reencuentro con producciones de hace varios años. ¿Cómo ha sido volver a verse en “Pedro, el escamoso”?
Para mí ha sido una sorpresa y un regalo, porque no me lo imaginé. Yo había tomado distancia de las redes, haciendo una pausa para escribir y ver qué hacía con mi vida. Fue un regalo de la vida volver a conectarme con este proyecto maravilloso y atemporal.
¿Recuerda cómo llegó a participar en esta producción?
Esta novela ha sido toda una sorpresa para mí, porque yo llegué al personaje sin casting. Ya había hecho unos programas en Caracol, estaba apenas empezando. En ese momento me quería ir a estudiar actuación a España y me llama mi mánager a decirme que Dago García me quería para un proyecto. Sin embargo, yo tenía mis planes de viajar y la única forma de que yo me quedara era para hacer un personaje que estuviera a lo largo de toda la novela. Me dijeron que era fijo y además sin casting. Después descubrí lo maravilloso del personaje, los matices y su historia. Lo único que pude decir fue: gracias a la vida.
¿Cómo fue la construcción del personaje de Lidia?
Hay un primer acercamiento que uno tiene como actor. Lidia no era un personaje principal que tuviera mucha descripción, hay una línea muy pequeña. Más bien era secundario, que se encargaba de acompañar la historia. Lo descubro con el libreto y le comienzo a meter la exuberancia, la forma de hablar. Le descubro el alma y es ahí cuando uno se enamora del personaje. Lo cogí desde afuera, una mujer voluptuosa, ambiciosa y con esa forma le dimos el fondo. Hace poco, me puse a organizar y encontré el primer libreto que grabé de Pedro, el escamoso, además de los apuntes y el diario de Lidia. Fue muy lindo ver todo.
¿Suele hacer el diario con los personajes o fue solo una excepción con Lidia?
Comencé a hacerlo en Pedro, el escamoso y desde ahí lo suelo hacer con todos los personajes.
¿Tenían espacio para la improvisación en la novela o todo estaba en el libreto?
Los libretos estaban perfectamente escritos, no había necesidad de hacerles nada. Lo único era disfrutarlos y hacerlo muy bien. También contaba con excelentes actores, que cuando surgía la improvisación era muy natural. Algunas veces me moría de la risa con lo que decía Pedro, porque me sorprendía. A pesar de eso, mi búsqueda fue más en lo físico, en los gestos, a contar quién era ella a partir de las pequeñas emociones e incluso los objetos que tenía en el escritorio.
¿Qué la sorprendió de la historia?
Creo que la actuación es la vida misma, uno tiene unos planes y la vida normalmente tiene otros. Para construir un personaje, es necesario tener en cuenta qué tipo de relación se tiene con los otros personajes para crear desde ahí; pero otra cosa es lo que tengan en la mente los directores. Hay personajes que a la gente le gustan tanto que van trascendiendo, un poco eso fue lo que pasó con Lidia. El sueño de ella era casarse con César Luis y volverse la primera dama de la empresa. Ya la realidad era otra dentro del libreto y hay cosas que sorprenden. Lo importante con las sorpresas es no desdibujar la historia.
Inés Oviedo no llega hasta el final de la historia, ¿por qué?
Pasó un acontecimiento de salud. Me dio varicela, aunque en Caracol me apoyaron, no pudieron seguir esperándome. Esa enfermedad en los adultos es muy fuerte. Me atacó el sistema respiratorio y me dieron incapacidad por una semana, lo cual hizo que se pararan todas las escenas en las que yo salía. Alcancé nuevamente a grabar, pero luego tuve una recaída por la que me tuvieron que hospitalizar. Me tocó tomar la decisión, le avisé a Dago y me dijo que no había forma de solucionar.
Cuando se veía como Lidia, ¿qué pensaba?
A uno le han enseñado a ser autocrítico, algunas veces me daba duro y otras me sentía orgullosa de mi trabajo, de lo que lograba hacer y sentía que todas las horas de ensayo habían valido la pena. Salía de grabaciones a las 7 u 8 de la noche y luego me iba a realizar ensayos. Ahora que lo veo es muy satisfactorio.
¿Qué vino después de “Pedro, el escamoso”?
Hice otro proyecto para Caracol, que no tuvo tanta acogida, luego hice un antagónico en Doña Bella. También protagonicé la última versión de La diabla y el ángel. He hecho otros proyectos, me certifiqué como profesora de yoga y he apoyado fundaciones.
¿Ha sufrido alguna vez de acoso?
En general, las mujeres nos hemos visto sufriendo de algún tipo de acoso. Nunca llegué al punto de sentirme irrespetada, porque nunca lo permití. Algunas veces por parte del público sucedió, pero no pasó a mayores.