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Ismael Cala: una vida holística

El comunicador de origen cubano y la plataforma Exma realizarán el Exma Holistic, donde los participantes podrán alinear mente, espíritu y cuerpo. Algunos de los invitados serán Deepak Chopra, Enric Corbera y Vishen Lakhiani.

Aldo Civico
25 de abril de 2021 - 02:00 a. m.
Según Ismael Cala: “Uno no nació para vivir una vida mediocre, en piloto automático, solo en supervivencia o pagando facturas. Nacimos para hacer de la vida una ruta maestra”. / Getty Images
Según Ismael Cala: “Uno no nació para vivir una vida mediocre, en piloto automático, solo en supervivencia o pagando facturas. Nacimos para hacer de la vida una ruta maestra”. / Getty Images
Foto: 2015 Getty Images - Brad Barket
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El 1.° de mayo habrá una cumbre en internet donde Ismael Cala y Exma —la plataforma de educación en marketing más grande de Latinoamérica— han invitado a grandes líderes del mundo holístico a compartir sus conocimientos y sabiduría. El evento es Exma Holistic, que se propone ayudar a los participantes a alinear mente, espíritu y cuerpo. Entre otros, participarán Deepak Chopra, Enric Corbera, Vishen Lakhiani, de Mindvalley, y quien escribe. “Me entusiasma esta sinergia con Fernando Anzures y Exma porque hay que masificar hoy los conocimientos ancestrales. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de su salud integral”, me dice Ismael Cala. Por esta oportunidad he conversado con él sobre su experiencia de vida y su encuentro con la meditación.

Ismael Cala, su historia es una historia de superación. Empezamos por su niñez. ¿Como fue?

Crecí en Caney, Cuba. Allí tuve una infancia agridulce. Dulce porque tuve el amor de mi papá, ese hombre del que mi mamá se enamoró por encima de una incapacidad física. Mi familia no permitía hablar del tema, por eso tenía una sensación de lastima a mi papá, que también sufrió de esquizofrenia. Mis padres se divorciaron y no tuvieron las herramientas para que el divorcio no trascendiera a sus hijos, entonces lo sufrimos de ambas partes. También fui objeto de bullying, porque era un niño afeminado, criado por mujeres. Autoestima totalmente baja. Yo no sabía para qué había nacido. Sin embargo, la radio y una maestra que se llama Nilda G. Alemán me salvaron la vida. A los ocho años entró la comunicación a mi vida y ahí sigo hoy. Ahora me río con mucha gratitud de todo lo que viví, porque formó mi carácter y me permitió aprender para enseñar a otros herramientas que la escuela no da y pueden salvar vidas.

Aun creciendo en un pequeño pueblo, siempre quiso explorar y viajar…

Con diez u once años, yo era un niño que se escribía con otros de México, República Dominicana, Colombia y hasta España. Pocas revistas extranjeras entraban en Cuba y se usaba intercambiar correspondencia entre países. Me hacía mucha ilusión pedirles postales y recortes de lugares importantes. Por las carencias de Cuba, hasta un chicle pedí una vez y me llegó. Siempre quise aspirar a más y ser ciudadano del mundo. Uno no nació para vivir una vida mediocre, en piloto automático, solo en supervivencia o pagando facturas. Nacimos para hacer de la vida una ruta maestra y ser cocreadores de un destino. Hay que trabajar, ignorar atajos y saber invertir el tiempo.

¿En algún momento perdió contacto con su esencia, con su yo auténtico?

Fui un niño poco social. Mi madre dice que yo nunca participé en nada con la familia. Siempre encerrado en mi cuarto leyendo, escuchando música o con la obsesión de la radio. Fui un niño conectado con su esencia, pero muy introvertido, muy tímido. Hoy le hubiera dicho “espabílate que te va a ir mejor, sal y comparte, que el mundo es para los que comparten”. Luego de adolescente estuve en un tratamiento psiquiátrico, porque despertaba con sudoraciones, palpitaciones y pesadillas horribles. Me asusté mucho porque vengo de una familia con suicidios en serie y eso me hizo sufrir muchísimo. Amo al niño y adolescente que fui, pero hoy le digo: “Si alguien te hubiera dado herramientas, como las que hoy tengo, hubieses tenido una mejor vida en esa época”.

Pero a pesar de todo se volvió exitoso y logró fama en su país…

Las semillas del liderazgo siempre estuvieron dentro de mí. Creo que el sistema comunista me hizo mucho daño y me creó mucha envidia, resentimiento social. Mi rendimiento era excelente, pero otro sin esfuerzo tenía mejor recompensa. Tuve que extirpar esa envidia al salir de Cuba, a los 29 años. Dije: “Esto me va matar, a crearme un cáncer o algo negativo”. Es lo que pasa con ese tipo de emociones. Ahora identifico esos pensamientos y no los permito permanecer.

A los 29 años usted ya era un comunicador exitoso, viajó a Canadá y tuvo que alejarse de su país y familia. ¿Cuál fue el criterio para tomar ese camino?

Inicialmente pensaba viajar y quedarme en Italia, pero estando en Canadá el viaje se canceló y lo tomé como señal divina. Lo que tenía claro es que a Cuba no regresaba. Llevaba años desesperado por salir. De hecho, en el 92 intenté salir en balsa. Ante la preocupación de mi madre, le prometí que no me iría arriesgando la vida, pero sí en cuanto pudiera irme en un avión. Canadá fue el mejor país para llegar, fue una escuela multicultural, una sociedad que me convirtió en ciudadano global. Allí fui mesero por un año. Luego fui animador de un cabaré y después entré a Telelatino. A Canadá le debo mucho y le tengo cariño.

Desde la balsa hasta hoy parece que una cualidad suya ha sido el coraje. ¿De dónde proviene?

Mi madre es una mujer de mucho arrojo. A los 17 años se tuvo que hacer cargo de su familia, por la muerte de su padre y su hermano. Se casó con mi padre a pesar de su discapacidad física y tuvo que sufrir su esquizofrenia. A los 58 años salió de Cuba y pidió refugio político en Estados Unidos. Aprendió a conducir a los 59 años. Mi padre también fue valiente, aunque por mucho tiempo sentí que le temía. A los ocho años perdió una mano, porque se le deslizó en un trapiche para hacer guarapo; le cortaron todo el brazo por temor a la gangrena. Después estudió Ingeniería Química Azucarera. Trabajó en centrales azucareras, el lugar que le quitó el brazo. Cuando te puedes separar un poquito de tu historia, te das cuenta de que no es como la habías contado. Desde la vulnerabilidad, tenemos que aceptar con amor y energía lo que somos. La mejor asignatura a estudiar es el autoconocimiento, porque ahí está la libertad y eso da paz. Yo quisiera haber tenido esta paz a los 25 años, pero no la tuve; sin embargo, como quiero cumplir 137, pues digo: “la encontré a los cincuenta, mira todo lo que me queda, Dios mediante”.

¿Por qué 137 años?

Mi propósito era más de cien y luego dije: “Pero cómo escojo un número al azar para pedirle a Dios…”. Uno no sabe cuánto va a vivir, pero por lo menos tienes un plan y para vivir más de cien años hay que cuidar el vehículo: el cuerpo. Hay que ser consciente del ejercicio, la nutrición, mantener el cerebro estimulado en total reinvención, hay que meditar. En la Biblia leí que Ismael vivió 136 o 137 años, y dije: “Bueno, pues ya la Biblia me regaló el nombre y me regaló una expectativa de vida”. Hay gente que dice que es muy poco, porque quieren vivir 250 años, pero yo digo “si a los 137 estoy lúcido le pido a Dios extensión.

¿Cómo descubrió la meditación?

Fue con don Miguel Ruiz, en mi primer retiro espiritual. Yo lo iba a entrevistar para CNN y me enteré de que venía a Miami a un retiro espiritual. Ahí viví mi primera experiencia en una meditación guiada. Y luego me enganché, empecé a buscar en internet meditación trascendental, como la hacía Osho, Maharishi, Deepak Chopra y Miguel Ruiz, y encontré que cada maestro tiene sus técnicas, pero que el propósito es el mismo: crear una observación consciente de tu cuerpo, mente y psique. No es dejar la mente en blanco, sino dejar espacio entre pensamiento y pensamiento e ir domesticando ese mono borracho, que salta de rama en rama, al que llamamos mente humana. Al principio pensé: “Bueno, esto no funciona para mí”, pero me di la oportunidad, poquito a poquito, y realmente me sorprendí”. Hace como ocho años empecé a meditar y me di cuenta de que realmente no era el gerente de mi mente.

Usted creó una aplicación de meditación. ¿Qué hay detrás de esta idea?

La idea me surgió hace tres o cuatro años, cuando descubrí los beneficios de la meditación junto a Deepak Chopra. Era testigo de los testimonios de personas que pudieron superar problemas de sueño o ataques de pánico con esta práctica, además de la evidencia científica que existe al respecto. Entonces dije: “Estoy hay que tenerlo en una app en español, porque el mundo de hoy es un mundo virtual”. Hace poco este sueño se pudo hacer realidad cuando encontré como socio tecnológico a Rodney Gollarza, emprendedor de Kimagination. Escala Meditando, como se llama la aplicación, tiene categorías escalables para niveles de principiante, intermedio y avanzado. Ofrece hasta opciones para aprender de sexo tántrico, porque yo les dije a las personas: “Lo que ustedes nos pidan nosotros lo vamos a hacer”.

¿Cómo es su día en el mundo de la “mindfulness” (conciencia o atención plena)?

Yo hago meditación cuando y como el cuerpo me lo pide. Uno va sintiendo, el cuerpo te va pidiendo esas pausas. Cuando tú no tienes la meditación incorporada vas a la cafetería, te comes una galleta de chocolate, buscas energía en el azúcar. No, el aire, respirar y meditar te va a dar mejor resultado. Mi meditación va de diez a treinta minutos, algunas llegan a 45. Dependiendo del tiempo que tengo, escojo la duración. Esa es una flexibilidad que tiene la aplicación.

¿Cómo fue el proceso de preparación personal para lanzar la aplicación?

Han sido años. Yo me tuve que ir a hacer un NLP (Practicante de Programación Neurolingüística) con Richard Bandler en Londres. He estudiado epigenética, psicología positiva, he tomado cursos con Tal Ben-Shahar y con Martin Seligman. En fin, me tomó un largo trecho, camino recorrido para entender que la meditación me ha permitido reprogramar mi cerebro, que estaba bastante jodido con herencias de esquizofrenia, síndrome de maníaco depresivo y delirios de persecución cuando fui más joven. Ahora mi cerebro funciona óptimo. La meditación es una herramienta que ayuda y por eso la recomiendo a ejecutivos que a veces apelan al Xanax o al Prozac para controlar sus estados emocionales, porque las crisis los rebasan y aparece el estado de ansiedad o el pánico. La ciencia confirma que la meditación ilumina distintas zonas del cerebro, que inducen a un despertar de la intuición, un despertar de la paz interior, de la creatividad.

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