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¿Por qué el ciclismo y no otro deporte?
Vengo de una familia en la que desde muy temprano se hacía deporte; somos diez hermanos, así que con tantos en la familia siempre había un balón, una bicicleta y un lugar cercano para salir a trotar. De estas tres opciones, la bicicleta me enamoró poco a poco, tal vez por la dificultad que eso mismo significaba, y a pesar de que había varias bicicletas en la casa aprendí a montar en una de alquiler en el parque. Recuerdo que la primera vez que salí a entrenar casi me roban la bicicleta y era con la que se hacían los mandados, pero de alguna manera tenía claro en mi vida que no iba a permitir que casos fortuitos desviaran mi sueño.
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¿Cuál ha sido el momento más feliz que el ciclismo le ha dado y cuál el más triste?
El ciclismo es como la carretera: tiene subidas, bajadas, baches y lugares llanos con momentos de mucha calma. De los tristes, digamos que hablaría en general de la pérdida de amigos y conocidos en accidentes con automóviles, esta situación es muy triste. De los momentos alegres, diría que cada día que uno se levanta y siente el aire en la cara es la felicidad, es la libertad, es un gran momento, salir y saber que uno puede pedalear o acompañar a los ciclistas es la felicidad en su estado más puro.
¿Qué es la Fundación Everet?
La fundación es de alguna manera una excusa para hacer lo que más nos gusta, se creó para ayudar a un amigo que se había quedado sin trabajo porque era entrenador y ya no tenía un club que lo contratara, así que la creamos para dar esta oportunidad laboral, pero también es un espacio para ofrecerles a los deportistas la posibilidad de ser atendidos lo más parecido posible por un equipo profesional, más que una empresa es un sueño, una ilusión.
¿Cuántos deportistas han pasado por la Fundación y cuáles son los más destacados?
Quisiera no decir nombres, porque con toda seguridad se me van a quedar por fuera deportistas importantes al hacer una lista, pero tal vez destacar algunos que han sido muy significativos por su carisma, por su cariño, y podría ser Steven Calderón Porras, todavía activo, un gran corredor de mucho talento que pienso que no le ha llegado la oportunidad que él se merece. Otros grandes corredores son Hárold Tejada Cañacue y Julián Arredondo. Creería que por el club habrán pasado unos 3.000 corredores en los últimos años. Son muchos los que llegan y pocos los que se quedan, y de esos pocos, muy pocos los que logran llegar al rendimiento deportivo.
¿Cuál cree que ha sido su mayor logro en esta actividad?
Son muchos los proyectos que se han desarrollado en tantos años, pero nombraría algunos, como el Colombia es Pasión, el Orbea América, el Team Colombia y Coldeportes Claro, pero dejaría sin duda alguna como el logro más importante el desarrollado junto con Luis Herrera, que se llamó Escuelas de Ciclismo de Cundinamarca. Tuvo un valor inmenso por la autonomía que tuvimos para trabajar y, por supuesto, por los logros pedagógicos sociales y deportivos que se produjeron en ese espacio. Algunos de los demás se convirtieron en luchas mezquinas e intereses personales que poco tienen que ver con el deporte.
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¿Algún sueño por cumplir?
Muchos sueños quedan por cumplir. Soy un convencido de que si uno tiene sueños tiene razones para levantarse a luchar y a seguir viviendo. Sueño con ver la Fundación muy bien consolidada con recursos propios para hacer todos los proyectos que tenemos; considero que del 100 % de nuestros proyectos, solo hemos podido desarrollar un 10 % y el restante no lo hemos podido llevar a cabo debido a la falta de recursos. En un país como Colombia resulta muy difícil conseguir presupuesto, principalmente por la visión que tienen los empresarios de lo que es el deporte y porque a veces se piensa más en acumular riqueza que ayudar al otro.
¿Cuál es su opinión sobre la actualidad del ciclismo colombiano?
Con respecto al ciclismo colombiano es importante mirar varios términos. El primero, los ciclistas que son dignos representantes y embajadores de una raza echada para delante, que logran estar en carreras tan importantes como el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España; por otro lado, viene el ciclismo como organización, y en eso se ha crecido en los últimos años. Sin embargo, todavía estamos a años luz de lo que debería ser, nos falta mucho en el fortalecimiento de instituciones que hacen el ciclismo de base, el apoyo a los clubes, a las escuelas, a las ligas, el apoyo real para que gente e instituciones pequeñas que hacen grandes esfuerzos puedan lograr estabilidad y crecimiento es fundamental, y en Colombia estamos lejos todavía. En términos generales, nuestro deporte ha hecho en los últimos años, en los últimos ciclos olímpicos, unos saltos impresionantes en la consecución de medallas, y eso está bien, pero la base todavía está muy huérfana, todavía requiere patrocinadores, programas, profesores y la mirada amiga de la empresa privada, y, por supuesto, del Estado, y en eso estamos lejos.
¿Qué les puede decir a los jóvenes que sueñan con ser los futuros Egan Bernal, Nairo Quintana o Rigoberto Urán?
Le diría a cualquier joven que sueñe con el éxito, no solo a los deportistas, a los que quieran ser grandes científicos o como a los colombianos que trabajan en la NASA o a tantos y tantos escritores que tenemos y gente buena tratando de hacer cosas buenas y grandes, que sueñen en grande, que no bajen la guardia, que no se queden en la parálisis del análisis. En la vida no hay cosas fáciles, lo fácil es caer en el mal, siempre será más difícil hacer el bien, siempre será más difícil ayudar a los demás, así que les recomiendo que tomen ese camino de la dificultad que nos hace mejores, como han sido Nairo, Egan, Miguel Ángel... Ellos y tantos otros nos han demostrado que sí se puede, pero si no logramos ponernos una camiseta amarilla o la malla rosa, el solo hecho de intentarlo tiene un valor significativo en una sociedad plagada por hacer las cosas fáciles. Hay que entender que las cosas que son difíciles, que cuestan sudor y sacrificio, son las que realmente valen la pena.