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Jorge Oñate toda la vida escuchó las creaciones de Luis Enrique Martínez, Alejo Durán, Juancho Polo, Calixto Ochoa y Lisandro Mesa, pero en un comienzo en su garganta tenían mejor eco las canciones de Joselito de España y las baladas de Óscar Golden. Sin embargo, en un momento tomó el riesgo de aproximarse al folclor y ahí todo cambió para él y para la música vallenata.
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En el primer Festival de la Leyenda Vallenata, en 1968, cantó en una parranda y ahí estaban Santander Díaz y Gabriel Muñoz. Ellos le preguntaron que si era cachaco, que si había nacido en Bogotá, a lo que Oñate respondió oportuno que su padre era del interior, así que lo invitaron de una vez consignar su voz en un estudio de grabación en la capital colombiana.
El resultado de esta grabación, la primera en su historia, modificó el rumbo del folclor porque a partir de ahí se identificó al primer cantante de la música vallenata. En ese entonces, y según las palabras del propio Jorge Oñate, Poncho Zuleta era guacharaquero y corista de su agrupación, mientras que Diomedes Díaz era el utilero del conjunto.
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“A partir de lo que hice yo, empezaron a surgir figuras como Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Silvio Brito, Iván Villazón. Yo propuse algo en Valledupar y es que El Turco Gil, quien tiene una escuela para enseñar a tocar acordeón, debería empezarle a exigir a sus discípulos que también canten, así como lo hacían los juglares del género”, comentó el denominado Jilguero de América en una entrevista realizada por El Espectador en 2017.
Oñate siempre manifestó que un juglar completo es quien toca el acordeón, compone canciones y es capaz de interpretar esos versos en su propia voz. “A mí me faltó tocar el acordeón para poder ser un juglar completo”, dijo de forma autocrítica el artista nacido el 31 de marzo de 1949 en el municipio de La Paz, en el departamento del Cesar.
Se crio en esa población cesarense al lado de su madre y de sus dos hermanos. Ellos fueron profesionales, uno es ganadero y el otro ingeniero, y a Jorge Antonio Oñate González, nombre de pila del artista, le dio por cantar y por jugar fútbol.
“Estuve a punto de jugar como profesional con el Unión Magdalena. En la cancha era volante de contención o marcador de punta, pero cuando llegué a Bogotá empecé a ir a las parrandas y me engordé. Me retiré del deporte y asumí el canto. Puedo decir que en mis más de 50 años de actividad artística sigo en los primeros lugares. Soy el único cantante que sigue viviendo en el pueblo en el que nació. Yo no me he mudado a ninguna ciudad grande y sigo radicado en La Paz, Cesar”, contó con orgullo.
Hasta el último momento de su vida, Jorge Oñate siguió fiel a un proceso de recopilación de canciones que lo ayudó a cosechar temas tan exitosos como “No comprendí tu amor”, “Volví a llorar”, “Mujer marchita” y “Nido de amor”.
“Yo visito personalmente a los compositores y escucho sus creaciones en vivo y en directo. Recopilo unas 60 historias y a partir de ese material selecciono unas ocho que quedan en cada registro. Así hasta que tengo todas las canciones que quiero incorporar en mis álbumes”, reveló.
Las historias generosas de Rafael Escalona, de Armando Zabaleta, de Gustavo Gutiérrez y de Fredy Molina fueron siempre las favoritas de Oñate, quien consideraba esos versos de antaño radicalmente diferentes a la propuesta actual del vallenato. “Antes no golpeábamos a la mujer en nuestro folclor, pero ahora con esas expresiones tan groseras no las van a enamorar. A mí me dan canciones así, pero yo no las grabo porque no me quedan bien”, aseguró el artista.
El secreto de Jorge Oñate, según aseguró en una reciente conversación con El Espectador en medio del lanzamiento de la canción La barra de mi gente, es salir bien y con todo en el momento oportuno.
“El vallenato mío es tradicional. Me gustan las canciones de antaño, pero no estoy cerrado a las fusiones, lo que pasa es que a mí no me queda bien hacer eso. Yo nací cantando vallenato y hay mucho material inédito que toca poner a sonar toda esa poesía”, comentó y por eso logró consolidar una carrera de más de medio siglo de vigencia en el folclor.
El Jilguero de América jamás manifestó el deseo de retirarse de la música. Su agenda, siempre copada, fue la evidencia de la consolidación de quien es considerado el primer vocalista del género.
Jorge Oñate estaba hospitalizado desde el 18 de enero en diferentes centro de salud por una insuficiencia respiratoria y otras complicaciones asociada al COVID-19, virus que finalmente le ocasionó la muerte. Su principal legado fue la defensa del folclor.