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Juan Gossaín, el país visto desde el corazón de un hombre del Caribe

El periodista reflexiona sobre el país que no ha aprendido que la corrupción se castiga en los tribunales, pero también en las urnas; el vallenato como género literario y la necesidad de verificar la información.

Carlos Eduardo Manrique B.
18 de noviembre de 2020 - 08:07 p. m.
Juan Gossaín durante el Carnaval de las Artes de Barranquilla en 2019. / Cortesía Fundación La Cueva
Juan Gossaín durante el Carnaval de las Artes de Barranquilla en 2019. / Cortesía Fundación La Cueva

Juan Gossaín es uno de los periodistas más reconocidos de nuestro país, durante muchos años se desempeñó como director de noticias antes de retirarse y mudarse a la ciudad de Cartagena. Ha sido un referente dentro en la profesión y fuente de consulta frecuente para varios temas de la realidad nacional por la forma especial y aguda de su observación y talento. (Le recomendamos: Jineth Bedoya recibió el premio a la libertad de prensa Unesco-Guillermo Cano).

Ha escrito varios libros, el más reciente de ellos se titula “Que les den la cárcel por casa”, en el que manifiesta a través de algunas crónicas el tratamiento que como sociedad le hemos dado a la corrupción. De este y varios temas pude conversar con él y lo comparto a continuación. (Puede leer: María Elvira Arango: “La credibilidad se gana todos los días”).

¿Qué podemos hacer los colombianos para que esta crisis de la pandemia nos lleve a ser mejores y no sea un suceso que simplemente pase por encima de nosotros?

Ese es el tema, la forma en que vamos a afrontar el futuro. Le confieso que he estado pensado y escribiendo mucho sobre el tema. El camino ideal para superar todas las crisis que la pandemia nos va a dejar es estar unidos todos, ayudándonos los unos a los otros. Era algo que no hacíamos antes de la pandemia, hay que cancelar el odio de unos contra otros. La confraternidad es lo que enrique al ser humano, buscando todos soluciones. (Archivo: Así se hizo periodista Juan Gossaín en Bogotá).

A propósito de su libro más reciente sobre la corrupción en Colombia. ¿Qué se puede hacer para enseñar a la sociedad para no premiar el comportamiento delictivo de algunas personas que son condenadas por robar el dinero público, pero que son premiadas y aceptadas como héroes en distintos círculos sociales?

No lo dude, la corrupción nos ha hecho más daño que el coronavirus, es la peor de todas las pandemias. La corrupción daña el alma. El país en el que, no solo la justicia, sino también la sociedad… todos somos culpables por acción o por omisión, el país no ha aprendido que la corrupción se castiga en los tribunales, pero también en las urnas. El país se indigna por los grandes desfalcos, pero el día de las elecciones votan por el mismo candidato. La sociedad se volvió tolerante, nos volvimos permisivos con la corrupción.

Hoy la información se ha sometido a la inmediatez. ¿Cómo cuidar la verdad más allá de la prisa por publicar primero?

Hace muchos años hice una consigna periodística: Lo importante no es quien lo dice primero, lo importante es quien lo dice mejor, la verdad por encima de todo. Lo que ocurrió es que cuando aparecieron las redes sociales y todos nos alegramos, sucedió que la gente comenzó a crear sus propios medios sin ninguna responsabilidad y muchos medios copiaban de las redes, heredaban la mentira y llegamos a esta crisis en la que estamos hoy día. (Archivo: El decálogo literario y periodístico de Juan Gossaín).

Algunas personas de Aracataca me han pedido preguntarle sobre su amistad con el maestro García Márquez, y especialmente si él le mencionaba a su pueblo en algún momento…

Yo le tomaba del pelo en privado y le decía: Mire, como será de insólita Aracataca que es el único pueblo del mundo cuyo nombre tiene cinco aes. Él se burlaba y me decía que yo no sabía que ese era un nombre de origen indígena. Él me decía que cuando estaba niño su abuelo lo llevaba a ver a los indígenas y a él le encantaba hablar con ellos, por una razón que me manifestaba: Los indígenas de esa zona de la sierra nevada tienen pureza de espíritu, son limpios de espíritu, nunca van con la doble intención de aprovecharse, adoraba a sus himnos del Magdalena y eso lo recuerdo con mucho cariño.

¿Qué es para usted la amistad y qué características debe tener un buen amigo?

La amistad es la mejor forma de la hermandad, un amigo es uno mismo en otro cuerpo si es un verdadero amigo. Un amigo es la persona en la cual puedes confiar, querer, sentir y hasta pelear y la amistad no se va a acabar, porque la amistad no entiende de odios ni rencores, un amigo es un regalo de Dios.

Usted salió de su pueblo hace cinco décadas y dice que no ha vuelto porque no quiere confrontar la realidad con la imagen que tiene del pueblo en su memoria. ¿Cómo es San Bernardo del Viento en su corazón?

Mire mis escritos, siempre me acuerdo porque me sirven las historias de San Bernardo del Viento. Cuando salí del pueblo en el único bus que había, el bus de mi compadre nariz de lápiz el 4 de septiembre de 1969, sabía que no volvería más porque no quiero someter mis recuerdos a la realidad. Los recuerdos son poesía, la realidad no. Es más bello que todo siga siendo igual de bello en mi memoria.

Esto me lleva a pensar en la nostalgia del hombre del Caribe, porque casi siempre asociamos esa identidad con la alegría y no con la nostalgia tan marcada que se manifiesta en la obra de varios artistas de nuestra región…

Yo no separo las dos cosas, no me parece que tengan que ser contradictorias y distantes. Me parecen dos expresiones muy bellas, muy puras y genuinas del alma humana. Julio Flórez vivió en Usiacurí sus últimos años, lleno de melancolía, pero también escribió versos festivos. No dejemos que nos hagan creer que la alegría y la nostalgia son contrarias, son sentimientos puros.

Usted es miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y que ha participado activamente en la incorporación de algunas nuevas palabras en el diccionario.

Yo sé bien que el orgullo es pecaminoso, pero hay algo de lo que yo vivo orgulloso y es el hecho de ser miembro de la Sociedad Colombiana de la Lengua. Cuando mis padres y tíos llegaron a Colombia desde El Líbano, no sabían ni una palabra en castellano y hoy su hijo es miembro de la Academia de la Lengua. En el año 96 ingresamos juntos Daniel Samper Pizano y yo, al poco tiempo consultaron a todas las academias para buscar palabras que incorporarían al nuevo diccionario, el aporte fue una nueva acepción de la palabra patacón y la palabra pereque.

Hace algunos años pude estar en una conversación en la que usted participó con David Sánchez Juliao en la que defendía la idea de definir al vallenato como un género literario y no solamente como un ritmo musical. ¿Qué recuerda de la charla?

Ese día lo dije y sigo defendiendo la tesis, el vallenato es un género literario. El vallenato lo importante es la letra, la historia que cuenta. El vallenato es un cuento bien contado, con lo difícil que es eso. La custodia de Badillo es la historia de una custodia colonial que al parecer el mismo párroco la mandó al Vaticano como reliquia. Escalona me dijo que no sabía cómo decirlo, por eso dice que fue un “ratero honrado” quien se la llevó. La Honda Herida, por ejemplo: “Solamente me queda el recuerdo de tu voz, como el ave que canta en la selva y no se ve”. Uno de los versos más hermosos de la lengua castellana, no digo en el vallenato, es ese del maestro Leandro Díaz: “Cuando Matilde camina hasta sonríe la sabana”. A mí me dijo en la primera entrevista que le hice para El Espectador cuando le pregunté cómo hacía para describir todo si él no veía: yo veo con los ojos del alma, ese fue el título de mi crónica.

Por Carlos Eduardo Manrique B.

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J(52303)19 de noviembre de 2020 - 03:14 p. m.
Seguramente el vallenato antiguo era genero literario, porque las letras de los nuevos vallenatos...mmmh..dejan mucho qué desear
hernando(26249)18 de noviembre de 2020 - 11:44 p. m.
Confirmado: En el Caribe se combinan los mejores elementos d la cultura latina, usualmente generando gloriosas innovaciones
Omar(98177)18 de noviembre de 2020 - 11:39 p. m.
Siempre será un deleite escuchar al maestro Gossain. Sus conceptos, sus opiniones acerca de cualquier tema son un comentario sabio, lleno de poesia y de verdad. Leerlo es un verdadero placer
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