Juan Pablo Barrientos: “El celibato hace que haya más pederastas”
En su libro “Dejad que los niños vengan a mí”, el periodista recopila denuncias contra la Iglesia católica colombiana por casos de pederastia. La publicación tiene a cuestas más de tres tutelas que buscan sacarla de circulación.
Redacción un chat con...
¿Qué es lo más difícil que ha tenido que enfrentar en su indagación sobre sacerdotes pederastas en Colombia?
El acceso a la información, porque la Iglesia católica es una institución que es bien sigilosa, hermética, donde la cultura del secretismo manda. Cuestionar o preguntar por algún caso es difícil. Casi que uno va para una parroquia y el cura se le esconde. Todos los sacerdotes dicen que no lo hacen, solo me he encontrado con el caso de uno que me dijo que sí y de inmediato fue expulsado.
¿Qué lo motivó a realizar esta investigación?
Spotlight, película que retrata cómo unos periodistas del The Boston Globe descubrieron que en la Arquidiócesis de Boston había 78 sacerdotes pederastas y abusadores de menores. Al final de la trama aparecen los nombres de 206 ciudades 105 de Estados Unidos, 101 del resto del mundo, con una leyenda: “En estas ciudades también ha habido abusos similares y encubrimiento por autoridades de la Iglesia católica”. La única ciudad colombiana que aparece es Medellín. Eso me llamó la atención, porque soy de allí y nunca he visto ni escuchado una denuncia contra un sacerdote. Comencé a investigar y un nombre, el del padre Mario Castrillón, único condenado en Medellín, me llevó a otro y así sucesivamente hasta que llegué a 17 nombres y empecé la investigación.
¿Cómo hizo para llegar a las víctimas?
Aunque el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón, me ha acusado de que he ido por todo el país buscando víctimas, eso no es así, ellas han llegado a mí. Si esto ocurrió en otros países, ¿por qué en Colombia hemos de creer que los curas son diferentes? Son los mismos.
¿Qué es el archivo secreto?
Es un archivo que tienen todas las diócesis, arquidiócesis y comunidades religiosas donde reposan las denuncias que reciben, pero que no se las pasan a la Fiscalía, sino a la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, que es como la Fiscalía de ellos, pues son los encargados de investigar y decidir si condenan o absuelven al cura.
¿Quién le dice que estos archivos secretos existen?
En todo este proceso, como no me dan información, pues he apelado al derecho de petición. Escribo varias preguntas y la última siempre es: “Por favor, entréguenme el archivo secreto”. Cuando me tienen que responder, pues dicen: “El archivo secreto no se lo podemos entregar porque está protegido por estos artículos del derecho canónico”. Ahí reconocen la existencia.
¿Lo que denuncia en el libro ocurre en todas las religiones?
Claro. El problema es que con los pastores o rabinos no hay tantas denuncias, porque son casados. La Iglesia acepta todo, hasta casados, excepto a mujeres, o sea, la misoginia. ¿Por qué una mujer no puede ser sacerdotisa? ¿Siempre van a estar relegadas como monjas o religiosas toda la vida? El celibato hace que haya más pederastas y abusadores de menores en la Iglesia católica.
¿El libro sigue en circulación?
Me han interpuesto tres tutelas. Recibí la primera de Rionegro y todo bien. La segunda fue de San Rafael y venía con medidas cautelares, en donde el juez dice que se recoja el libro de inmediato hasta que él lo lea, recoja unas pruebas y analice si puede salir o no. Entonces, ¿cómo así? ¿Desde cuándo el juez es editor? Obviamente revocaron esas medidas cautelares. Luego, la tercera de La Ceja. En esta la jueza ordena revelar información de una fuente. Obviamente le dije: “Señora jueza, no puedo hacerlo”. Ella me responde y me dice “le doy cuatro horas para que lo haga so pena de sanciones legales”. Le dije que haga lo que tenga que hacer, pero no puedo hacer eso. Hasta el momento no ha dicho nada. Así que estoy esperando esta respuesta que puede que venga con una medida de cárcel o una sanción económica, pero no podía revelar la información que me estaba pidiendo la jueza. Prefiero irme a la cárcel antes de ir en contra de la voluntad de una persona que me pide no revelar su nombre.
Durante todo el libro está el nombre de Ricardo Tobón Restrepo, ¿por qué?
No solo es el arzobispo de Medellín, sino que es el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Es un hombre que se formó toda la vida para ser obispo. Se escuchó por primera vez de él cuando dijo que no quería vivir en la casa arzobispal y se compró una casa de más de un millón de dólares en el barrio El Poblado, que pagaron todos los feligreses de Medellín. En la investigación encuentro que es un encubridor de pederastas y abusadores de menores, como dice Claudia Morales: “Un rescatista de criminales”. Ha encubierto varios casos que han sido demostrados. Por ejemplo, en febrero de 2012 suspendió a un cura pederasta y en agosto lo mandó para Brooklyn. En 2017, cuando supo que estaba investigando, llamó al obispo de Brooklyn y le dijo que el hombre que envió es un pederasta, que lo devuelvan porque él no sabía nada.
¿Hubo víctimas que al contactar decidieron que no se hiciera publica la historia?
Paso algo a inicios de octubre, ese día me llamó uno de los hombres que denunció ser abusado por cuatro sacerdotes, un seminarista y un excoordinador del grupo de acólitos. Me dice: “Juan, ya no quiero que mi historia salga”. Eso fue una crisis y le tuve que explicar que el libro ya estaba en circulación. Le mandé el capítulo y él quedo contento.
¿Qué es lo más difícil que ha tenido que enfrentar en su indagación sobre sacerdotes pederastas en Colombia?
El acceso a la información, porque la Iglesia católica es una institución que es bien sigilosa, hermética, donde la cultura del secretismo manda. Cuestionar o preguntar por algún caso es difícil. Casi que uno va para una parroquia y el cura se le esconde. Todos los sacerdotes dicen que no lo hacen, solo me he encontrado con el caso de uno que me dijo que sí y de inmediato fue expulsado.
¿Qué lo motivó a realizar esta investigación?
Spotlight, película que retrata cómo unos periodistas del The Boston Globe descubrieron que en la Arquidiócesis de Boston había 78 sacerdotes pederastas y abusadores de menores. Al final de la trama aparecen los nombres de 206 ciudades 105 de Estados Unidos, 101 del resto del mundo, con una leyenda: “En estas ciudades también ha habido abusos similares y encubrimiento por autoridades de la Iglesia católica”. La única ciudad colombiana que aparece es Medellín. Eso me llamó la atención, porque soy de allí y nunca he visto ni escuchado una denuncia contra un sacerdote. Comencé a investigar y un nombre, el del padre Mario Castrillón, único condenado en Medellín, me llevó a otro y así sucesivamente hasta que llegué a 17 nombres y empecé la investigación.
¿Cómo hizo para llegar a las víctimas?
Aunque el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón, me ha acusado de que he ido por todo el país buscando víctimas, eso no es así, ellas han llegado a mí. Si esto ocurrió en otros países, ¿por qué en Colombia hemos de creer que los curas son diferentes? Son los mismos.
¿Qué es el archivo secreto?
Es un archivo que tienen todas las diócesis, arquidiócesis y comunidades religiosas donde reposan las denuncias que reciben, pero que no se las pasan a la Fiscalía, sino a la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, que es como la Fiscalía de ellos, pues son los encargados de investigar y decidir si condenan o absuelven al cura.
¿Quién le dice que estos archivos secretos existen?
En todo este proceso, como no me dan información, pues he apelado al derecho de petición. Escribo varias preguntas y la última siempre es: “Por favor, entréguenme el archivo secreto”. Cuando me tienen que responder, pues dicen: “El archivo secreto no se lo podemos entregar porque está protegido por estos artículos del derecho canónico”. Ahí reconocen la existencia.
¿Lo que denuncia en el libro ocurre en todas las religiones?
Claro. El problema es que con los pastores o rabinos no hay tantas denuncias, porque son casados. La Iglesia acepta todo, hasta casados, excepto a mujeres, o sea, la misoginia. ¿Por qué una mujer no puede ser sacerdotisa? ¿Siempre van a estar relegadas como monjas o religiosas toda la vida? El celibato hace que haya más pederastas y abusadores de menores en la Iglesia católica.
¿El libro sigue en circulación?
Me han interpuesto tres tutelas. Recibí la primera de Rionegro y todo bien. La segunda fue de San Rafael y venía con medidas cautelares, en donde el juez dice que se recoja el libro de inmediato hasta que él lo lea, recoja unas pruebas y analice si puede salir o no. Entonces, ¿cómo así? ¿Desde cuándo el juez es editor? Obviamente revocaron esas medidas cautelares. Luego, la tercera de La Ceja. En esta la jueza ordena revelar información de una fuente. Obviamente le dije: “Señora jueza, no puedo hacerlo”. Ella me responde y me dice “le doy cuatro horas para que lo haga so pena de sanciones legales”. Le dije que haga lo que tenga que hacer, pero no puedo hacer eso. Hasta el momento no ha dicho nada. Así que estoy esperando esta respuesta que puede que venga con una medida de cárcel o una sanción económica, pero no podía revelar la información que me estaba pidiendo la jueza. Prefiero irme a la cárcel antes de ir en contra de la voluntad de una persona que me pide no revelar su nombre.
Durante todo el libro está el nombre de Ricardo Tobón Restrepo, ¿por qué?
No solo es el arzobispo de Medellín, sino que es el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Es un hombre que se formó toda la vida para ser obispo. Se escuchó por primera vez de él cuando dijo que no quería vivir en la casa arzobispal y se compró una casa de más de un millón de dólares en el barrio El Poblado, que pagaron todos los feligreses de Medellín. En la investigación encuentro que es un encubridor de pederastas y abusadores de menores, como dice Claudia Morales: “Un rescatista de criminales”. Ha encubierto varios casos que han sido demostrados. Por ejemplo, en febrero de 2012 suspendió a un cura pederasta y en agosto lo mandó para Brooklyn. En 2017, cuando supo que estaba investigando, llamó al obispo de Brooklyn y le dijo que el hombre que envió es un pederasta, que lo devuelvan porque él no sabía nada.
¿Hubo víctimas que al contactar decidieron que no se hiciera publica la historia?
Paso algo a inicios de octubre, ese día me llamó uno de los hombres que denunció ser abusado por cuatro sacerdotes, un seminarista y un excoordinador del grupo de acólitos. Me dice: “Juan, ya no quiero que mi historia salga”. Eso fue una crisis y le tuve que explicar que el libro ya estaba en circulación. Le mandé el capítulo y él quedo contento.