Julián López, “El Juli”, 25 años en la cima del toreo
El torero español anunció este jueves que cuando termine esta temporada taurina dejará de torear “de forma indefinida”, una vez que haya cumplido sus veinticinco años de alternativa como matador.
Redacción Gente con información de agencias
Hijo de un novillero, Julián López llevaba el tema del toreo en la sangre. Fue haciendo su primera comunión cuando se encaró frente a frente con una becerra para poner en práctica lo que veía que hacía su padre. Solo tenía ocho años.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Hijo de un novillero, Julián López llevaba el tema del toreo en la sangre. Fue haciendo su primera comunión cuando se encaró frente a frente con una becerra para poner en práctica lo que veía que hacía su padre. Solo tenía ocho años.
El Juli se inició en el toreo a mediados de los años 90, como alumno aventajado de la Escuela Taurina de Madrid, un niño prodigio vestido de luces que asombró desde el primer momento por su amplio conocimiento de la lidia, lo que le llevó a debutar con picadores con apenas trece años de edad.
La legislación española impidió que actuara en más festejos mayores, por lo que se trasladó a México con su padre, antiguo y malogrado novillero, hasta convertirse en todo un ídolo ya desde sus comienzos y forjarse así para encarar su salto al escalafón de matadores, no sin antes, ya de regreso a España, abrir la Puerta Grande de Las Ventas tras estoquear en solitario seis novillos de distintas ganaderías.
Solo quince días antes de cumplir los 16 años tomó una precoz alternativa el 18 de septiembre de 1998, concedida por José María Manzanares (padre) en el anfiteatro romano de la ciudad francesa de Nimes, en presencia de Ortega Cano. Ese día, el Juli ya salió a hombros tras triunfar con una corrida de Daniel Ruiz.
Desde ese mismo momento, el joven torero del barrio madrileño de San Blas se aupó a la cima del escalafón de matadores, para, con constantes triunfos en las principales ferias, mantenerse como primera figura del toreo durante veinticinco temporadas ininterrumpidas, con un abultado palmarés de más de dos mil corridas toreadas en todos los países taurinos del mundo.
Su éxito lo acompañó durante varios años y viajó por muchos lugares del mundo. El año 2010 fue uno de los mejores de su carrera, consiguiendo un total de 55 trofeos en plazas de primera categoría, y según El País, ese mismo año “salió por la Puerta del Príncipe de Sevilla tras cortar una oreja con dos vueltas en su primer toro y las dos orejas de su segundo. Cuatro días después, también en La Maestranza sevillana, corta las dos orejas de un toro de la ganadería de Torealta”.
Tras sufrir una gravísima cornada en la feria de abril de Sevilla de 2013, el toreo del Juli fue bajando en regularidad e intensidad, aunque ha seguido manteniendo sus posiciones de privilegio y su puesto en los carteles estelares de las principales ferias de España, Francia y América.
Su paso por Colombia fue memorable para los aficionados a los toros. Visitó Bogotá, Medellín y por supuesto Manizales, donde ganó el trofeo de la Catedral de Oro tras el indulto de un toro de Ernesto Gutiérrez. En 2017 y 2019 ganó nuevamente este premio siendo uno de los toreros más aclamados en Iberoamérica.
El adiós
El torero no quiso calificar la decisión como retirada, sino como “final de una etapa maravillosa”: “sobre el futuro, solo el tiempo dirá”, añadió el madrileño en un comunicado.
A punto de cumplir 41 años el próximo mes de octubre, el Juli asegura que esta es una determinación que tomó hace mucho tiempo, pero que no había querido anunciar hasta que pasaran las grandes ferias de la campaña.
"El toreo ha sido, es y será la inspiración y el motor de mi vida y doy este paso con la más absoluta felicidad por haber cumplido todos mis sueños, incluso más de los que podía imaginar", afirma el laureado matador en su nota.
Tras finalizar esta etapa profesional, Julián López espera empezar otra en la que confía vivir todo aquello que no pudo disfrutar debido a su dedicación a la profesión, como pasar más tiempo con la familia, gozar de sus aficiones “y ver la vida desde otra perspectiva, sin la presión de mi situación, ni nombre o mi responsabilidad”.
Asimismo, el Juli reparte su gratitud a su familia -”vital por su apoyo incondicional”-, a los profesionales de su cuadrilla, a sus distintos apoderados, a los ganaderos, a la prensa, a los médicos -que le han atendido hasta en 18 ocasiones-, a sus compañeros y, sobre todo, “al público”, que le “ha sabido esperar, apoyar e incluso exigirme”, y al toro: “el animal al que amo con todas mis fuerzas y que ha sido lo más honesto y verdadero que me he cruzado en el camino”.