Julián Martínez, tras la pista de las “ChuzaDAS”
El libro, que incluye testimonios de víctimas de las interceptaciones ilegales del DAS, es, según el autor, “una contribución a la memoria sobre una época escabrosa del país”.
Jorge Consuegra, Libros y Letras
¿Cómo define el trabajo que hizo con su libro “ChuzaDAS”?
Como una investigación que incluye documentos de organismos, testimonios e historias de las víctimas y de los vinculados al proceso judicial, el contexto de los hechos y la relación, y pruebas que tienen que ver con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, su hermano, Santiago, y su primo, Mario Uribe Escobar.
¿Cuál fue la primera imagen que le vino a la cabeza para escribir el libro?
Las lágrimas del periodista Hollman Morris cuando estábamos en la oficina leyendo las amenazas de muerte que llegaron a Contravía el domingo 8 de febrero de 2009, producto del violento discurso que el entonces presidente Álvaro Uribe había pronunciado en Villavicencio cinco días atrás, señalando sistemáticamente a Morris de ser “publicista y cómplice del terrorismo”, porque había estado cubriendo las liberaciones de los secuestrados por las Farc la última semana de enero de ese año. Ese domingo 8 de febrero, exactamente dos semanas antes de que la revista “Semana” revelara el escándalo de las chuzadas, entendimos que las palabras de Uribe eran una sentencia de muerte para todo aquel que se atreviese a contradecir su manera de gobernar. Días después descubrimos que Hollman, su familia y el equipo de “Contravía” no sólo estaban siendo interceptados y espiados por el DAS, para llevarle información al presidente, sino víctimas de una campaña de desprestigio y difamación. Como sucedió con más de 350 familias de defensores de derechos humanos, magistrados de las altas cortes, políticos opositores y periodistas independientes, como Daniel Coronell, Ignacio Gómez y Claudia Julieta Duque.
¿Siempre tuvo claro que el libro debía ser escrito sobre las víctimas del DAS?
Sí, había que dignificar su nombre con los hechos que ellos estaban desempeñando legítimamente, pero que el poder presidencial estigmatizaba.
¿Cuáles fueron las ideas que surgieron para dar comienzo a la investigación?
Empezó en la oficina de Contravía en febrero de 2009, cuando trabajaba con Hollman Morris. Inicialmente me tocó revisar los documentos que conseguíamos, hacer entrevistas y seguirles la pista al caso. Después, cuando llegué a Noticias Uno, persistí en trabajar el tema. En febrero de 2015, una fuente muy generosa que conoció de fondo el escándalo durante el gobierno Uribe me entregó cerca de 51.500 documentos del DAS, en los cuales se detallaba cuáles eran las operaciones ilegales, quiénes las ejecutaban, cómo emitían las órdenes y los resultados de las mismas. Me explicó a fondo el proceso, y al ver mi interés decidió colaborar con la documentación de la investigación. Posteriormente al análisis de los documentos del DAS y a revisar las declaraciones de los mandos medios procesados por la justicia, observé que había una relación directa entre los discursos del presidente Uribe y las pruebas que obtuvo la Fiscalía cuando allanó el DAS. Los discursos del presidente fueron impresos y pegados, por orden del director Andrés Peñate, en las paredes de la sala de juntas, donde planeaban las operaciones ilegales. Los discursos del presidente eran las órdenes al DAS. Después de encontrar esa relación de los documentos del DAS con las palabras del presidente, es importante contextualizar el caso con las historias de las víctimas que esos mismos mandos medios reconocieron que persiguieron, espiaron, interceptaron, amenazaron e intimidaron.
¿En qué momento de la búsqueda de información surgió la idea de hacer el libro?
A medida que iba creciendo el expediente, el escándalo y el número de procesados, se me ocurrió la idea de que alguien tenía que escribir esa historia en un libro. Poco a poco se fue fortaleciendo la idea y Ediciones B confió y creyó en mi trabajo y me dio la oportunidad.
¿Desde el principio tuvo claro que era un tema difícil de seguirle la pista?
En efecto, era una tarea muy complicada, no sólo por lo delicado de la investigación, ya que debía estar ultraconfirmado y muy sustentado para que tuviera la total credibilidad del lector. También era difícil porque para ese tiempo ya trabajaba como reportero de Noticias Uno y mi prioridad era mi trabajo, no escribir.
Entonces, ¿qué tiempo dedicó para indagar y escribir “ChuzaDAS”?
Entregaba mis espacios libres a la investigación y redacción del libro, salía en las noches a encontrarme con fuentes, a entrevistar víctimas, a sacar citas, a enviar derechos de petición, a buscar expertos en temas de inteligencia que me explicaran determinados documentos y a analizar el expediente que me habían entregado. Finalmente comprobé la relación que existía entre la investigación de la Fiscalía con las historias de las víctimas del DAS y los discursos de Álvaro Uribe. Pero todo ese sacrificio se compensaba con la pasión que me producía el tema, porque tenía bastante curiosidad y sentía mucho amor por el periodismo al realizar la investigación, así algunas veces me sintiera exhausto.
¿En el libro también están plasmadas sus opiniones respecto al caso?
No. Evité las opiniones y adjetivos, además de mantener la objetividad, porque considero que es el lector quien debe dar su opinión y juicio al terminar de leerlo.
¿Cuál fue el mayor obstáculo que enfrentó en la redacción del libro?
A veces sentía que me bloqueaba al escribir. Que a pesar de que tenía claro qué quería incluir, se me acababa la prosa. Había noches en las que investigaba hasta las cuatro de la mañana y solamente alcanzaba a redactar un párrafo, porque necesitaba pensar. Algunas veces me preocupaba, sentía que no podía sostener mi trabajo en “Noticias Uno” por pensar en el libro, pero afortunadamente superé el reto que asumí. Y no le incumplí mi trabajo ni al sueño de consolidar el libro.
¿Su libro es apenas la punta del “iceberg” o ya prácticamente está todo dicho allí?
El libro es apenas el 1% de lo que ejecutó el DAS de la seguridad democrática. Por un lado, millones de documentos fueron destruidos en la administración del director Felipe Muñoz Gómez (el último director del DAS del gobierno Uribe) y se desconoce el contenido de la información que desapareció. Cuando se liquidó el DAS en 2011, la información que quedó está en manos del procurador Alejandro Ordóñez. Me llama la atención que cuando le escribí un derecho de petición para solicitar información y respuesta a unas preguntas, se quedó en silencio.
Pero ¿con el tiempo obtuvo acceso a la información que estaba en manos del procurador?
Meses después descubrimos en “Noticias Uno” que la información del DAS estaba desapareciendo, aun cuando estaba custodiada por la Procuraduría General de la Nación. Aunque el libro revela que el expresidente Uribe sabía de la manera como el DAS instigaba a las víctimas, este capítulo de la historia aún no se conoce por completo. El proceso judicial continúa y todavía hay una gran lista de personas que no han sido procesadas, pero que tuvieron que ver. En unas semanas comenzará el juicio a Edmundo del Castillo y a César Mauricio Velásquez, secretarios de la Presidencia que participaron en reuniones con paramilitares para enlodar la honra y credibilidad del doctor Iván Velásquez, eminente magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia que investigó implacablemente la parapolítica.
¿Cree que con la captura de Santiago Uribe se sabrá más de las chuzadas?
Es posible que nos pueda dar respuestas, para que se pueda sellar un acuerdo de paz sin impunidad, como el mismo uribismo ha profesado.
¿Se podría considerar que las chuzadas son el delito más grave del DAS?
No, el organismo del presidente llegó a asesinar sindicalistas y defensores de derechos humanos por el solo hecho de mostrar su discrepancia con la política de seguridad democrática.
¿“ChuzaDAS” es más que un libro de denuncia y reflexión?
Considero que es un libro que contribuye a la memoria de este país, sobre una época escabrosa en la cual un pequeño sector de la sociedad llegó a justificar dichas acciones. Por eso, reconocer estos hechos nos podría garantizar que no se repitan. Aparte de que los delitos del DAS se pagaron con nuestros impuestos, también con nuestro dinero se pagarán las millonarias demandas al Estado por estos crímenes, ejecutados para satisfacer los caprichos e intereses de Álvaro Uribe Vélez.
Para concluir, ¿quedó algo muy importante fuera del libro?
Cada víctima del DAS es un libro completo. Quedaron muchísimos detalles por fuera. Por ejemplo, la historia de Yidis Medina, víctima de montajes judiciales fabricados por el DAS con dineros de los colombianos, por órdenes de la Casa de Nariño. Faltó contar la complicidad del DAS con periodistas como Salud Hernández-Mora, Gloria Congote, entre otros, quienes paralelamente se uniformaron con la versión oficial para hacerles daño a las víctimas del DAS. Pero como esta historia no ha terminado, la seguiremos escribiendo.
¿Cómo define el trabajo que hizo con su libro “ChuzaDAS”?
Como una investigación que incluye documentos de organismos, testimonios e historias de las víctimas y de los vinculados al proceso judicial, el contexto de los hechos y la relación, y pruebas que tienen que ver con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, su hermano, Santiago, y su primo, Mario Uribe Escobar.
¿Cuál fue la primera imagen que le vino a la cabeza para escribir el libro?
Las lágrimas del periodista Hollman Morris cuando estábamos en la oficina leyendo las amenazas de muerte que llegaron a Contravía el domingo 8 de febrero de 2009, producto del violento discurso que el entonces presidente Álvaro Uribe había pronunciado en Villavicencio cinco días atrás, señalando sistemáticamente a Morris de ser “publicista y cómplice del terrorismo”, porque había estado cubriendo las liberaciones de los secuestrados por las Farc la última semana de enero de ese año. Ese domingo 8 de febrero, exactamente dos semanas antes de que la revista “Semana” revelara el escándalo de las chuzadas, entendimos que las palabras de Uribe eran una sentencia de muerte para todo aquel que se atreviese a contradecir su manera de gobernar. Días después descubrimos que Hollman, su familia y el equipo de “Contravía” no sólo estaban siendo interceptados y espiados por el DAS, para llevarle información al presidente, sino víctimas de una campaña de desprestigio y difamación. Como sucedió con más de 350 familias de defensores de derechos humanos, magistrados de las altas cortes, políticos opositores y periodistas independientes, como Daniel Coronell, Ignacio Gómez y Claudia Julieta Duque.
¿Siempre tuvo claro que el libro debía ser escrito sobre las víctimas del DAS?
Sí, había que dignificar su nombre con los hechos que ellos estaban desempeñando legítimamente, pero que el poder presidencial estigmatizaba.
¿Cuáles fueron las ideas que surgieron para dar comienzo a la investigación?
Empezó en la oficina de Contravía en febrero de 2009, cuando trabajaba con Hollman Morris. Inicialmente me tocó revisar los documentos que conseguíamos, hacer entrevistas y seguirles la pista al caso. Después, cuando llegué a Noticias Uno, persistí en trabajar el tema. En febrero de 2015, una fuente muy generosa que conoció de fondo el escándalo durante el gobierno Uribe me entregó cerca de 51.500 documentos del DAS, en los cuales se detallaba cuáles eran las operaciones ilegales, quiénes las ejecutaban, cómo emitían las órdenes y los resultados de las mismas. Me explicó a fondo el proceso, y al ver mi interés decidió colaborar con la documentación de la investigación. Posteriormente al análisis de los documentos del DAS y a revisar las declaraciones de los mandos medios procesados por la justicia, observé que había una relación directa entre los discursos del presidente Uribe y las pruebas que obtuvo la Fiscalía cuando allanó el DAS. Los discursos del presidente fueron impresos y pegados, por orden del director Andrés Peñate, en las paredes de la sala de juntas, donde planeaban las operaciones ilegales. Los discursos del presidente eran las órdenes al DAS. Después de encontrar esa relación de los documentos del DAS con las palabras del presidente, es importante contextualizar el caso con las historias de las víctimas que esos mismos mandos medios reconocieron que persiguieron, espiaron, interceptaron, amenazaron e intimidaron.
¿En qué momento de la búsqueda de información surgió la idea de hacer el libro?
A medida que iba creciendo el expediente, el escándalo y el número de procesados, se me ocurrió la idea de que alguien tenía que escribir esa historia en un libro. Poco a poco se fue fortaleciendo la idea y Ediciones B confió y creyó en mi trabajo y me dio la oportunidad.
¿Desde el principio tuvo claro que era un tema difícil de seguirle la pista?
En efecto, era una tarea muy complicada, no sólo por lo delicado de la investigación, ya que debía estar ultraconfirmado y muy sustentado para que tuviera la total credibilidad del lector. También era difícil porque para ese tiempo ya trabajaba como reportero de Noticias Uno y mi prioridad era mi trabajo, no escribir.
Entonces, ¿qué tiempo dedicó para indagar y escribir “ChuzaDAS”?
Entregaba mis espacios libres a la investigación y redacción del libro, salía en las noches a encontrarme con fuentes, a entrevistar víctimas, a sacar citas, a enviar derechos de petición, a buscar expertos en temas de inteligencia que me explicaran determinados documentos y a analizar el expediente que me habían entregado. Finalmente comprobé la relación que existía entre la investigación de la Fiscalía con las historias de las víctimas del DAS y los discursos de Álvaro Uribe. Pero todo ese sacrificio se compensaba con la pasión que me producía el tema, porque tenía bastante curiosidad y sentía mucho amor por el periodismo al realizar la investigación, así algunas veces me sintiera exhausto.
¿En el libro también están plasmadas sus opiniones respecto al caso?
No. Evité las opiniones y adjetivos, además de mantener la objetividad, porque considero que es el lector quien debe dar su opinión y juicio al terminar de leerlo.
¿Cuál fue el mayor obstáculo que enfrentó en la redacción del libro?
A veces sentía que me bloqueaba al escribir. Que a pesar de que tenía claro qué quería incluir, se me acababa la prosa. Había noches en las que investigaba hasta las cuatro de la mañana y solamente alcanzaba a redactar un párrafo, porque necesitaba pensar. Algunas veces me preocupaba, sentía que no podía sostener mi trabajo en “Noticias Uno” por pensar en el libro, pero afortunadamente superé el reto que asumí. Y no le incumplí mi trabajo ni al sueño de consolidar el libro.
¿Su libro es apenas la punta del “iceberg” o ya prácticamente está todo dicho allí?
El libro es apenas el 1% de lo que ejecutó el DAS de la seguridad democrática. Por un lado, millones de documentos fueron destruidos en la administración del director Felipe Muñoz Gómez (el último director del DAS del gobierno Uribe) y se desconoce el contenido de la información que desapareció. Cuando se liquidó el DAS en 2011, la información que quedó está en manos del procurador Alejandro Ordóñez. Me llama la atención que cuando le escribí un derecho de petición para solicitar información y respuesta a unas preguntas, se quedó en silencio.
Pero ¿con el tiempo obtuvo acceso a la información que estaba en manos del procurador?
Meses después descubrimos en “Noticias Uno” que la información del DAS estaba desapareciendo, aun cuando estaba custodiada por la Procuraduría General de la Nación. Aunque el libro revela que el expresidente Uribe sabía de la manera como el DAS instigaba a las víctimas, este capítulo de la historia aún no se conoce por completo. El proceso judicial continúa y todavía hay una gran lista de personas que no han sido procesadas, pero que tuvieron que ver. En unas semanas comenzará el juicio a Edmundo del Castillo y a César Mauricio Velásquez, secretarios de la Presidencia que participaron en reuniones con paramilitares para enlodar la honra y credibilidad del doctor Iván Velásquez, eminente magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia que investigó implacablemente la parapolítica.
¿Cree que con la captura de Santiago Uribe se sabrá más de las chuzadas?
Es posible que nos pueda dar respuestas, para que se pueda sellar un acuerdo de paz sin impunidad, como el mismo uribismo ha profesado.
¿Se podría considerar que las chuzadas son el delito más grave del DAS?
No, el organismo del presidente llegó a asesinar sindicalistas y defensores de derechos humanos por el solo hecho de mostrar su discrepancia con la política de seguridad democrática.
¿“ChuzaDAS” es más que un libro de denuncia y reflexión?
Considero que es un libro que contribuye a la memoria de este país, sobre una época escabrosa en la cual un pequeño sector de la sociedad llegó a justificar dichas acciones. Por eso, reconocer estos hechos nos podría garantizar que no se repitan. Aparte de que los delitos del DAS se pagaron con nuestros impuestos, también con nuestro dinero se pagarán las millonarias demandas al Estado por estos crímenes, ejecutados para satisfacer los caprichos e intereses de Álvaro Uribe Vélez.
Para concluir, ¿quedó algo muy importante fuera del libro?
Cada víctima del DAS es un libro completo. Quedaron muchísimos detalles por fuera. Por ejemplo, la historia de Yidis Medina, víctima de montajes judiciales fabricados por el DAS con dineros de los colombianos, por órdenes de la Casa de Nariño. Faltó contar la complicidad del DAS con periodistas como Salud Hernández-Mora, Gloria Congote, entre otros, quienes paralelamente se uniformaron con la versión oficial para hacerles daño a las víctimas del DAS. Pero como esta historia no ha terminado, la seguiremos escribiendo.